Los acontecimientos de Cataluña están colocando a cada cual en el lugar que le corresponde porque ponen a flote las traiciones que se perpetraron contra el pueblo en la mal llamada Transición, que no fue más que una maniobra de gran envergadura entre fascistas y traidores para ocultar los graves problemas de la sociedad española y así tejer una alfombra de oro por donde circular los capitalistas a fin de satisfacer todas sus necesidades en detrimento de las clases trabajadoras y populares. Ocultos entre la maleza quedaron los problemas de País Vasco, Cataluña, Galicia, la Reforma Agraria, la condena del franquismo, los derechos de trabajadores, la república de los que construyen la sociedad material y espiritualmente, etc.

Cataluña fue y sigue siendo uno de los problemas vitales “aparcados” o “enterrados” subrepticiamente, que al estallar hoy nos recuerda que cuarenta y dos años de supuesta democracia no han servido absolutamente para nada salvo para maquillar el régimen franquista subyacente; y de camino, poner en su sitio a aquellos que aún hoy intentan pasar de matute su carácter reaccionario, utilizando fraseología y posturas “democráticas” que ya no pueden encandilar a nadie, como lo demuestra el pesoista Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez y otros cantamañanas han transitado últimamente por la política española, irguiéndose en nombre de lo nuevo, oponiéndose de palabra a aquellos que representaban el pasado, o sea, a los hasta entonces gerifaltes de su partido y del PP, embaucando a gran parte de la sociedad española, incluido al inestable Iglesias. Ahora  ambos, Sánchez e Iglesias, y otros más, han quedado retratados con sus posiciones frente a la actitud de rebeldía de los catalanes, sin esperar tal vez que el pueblo, porque no tienen fe en él, dijera ¡basta! Es ridículo escuchar de viva voz a Iglesias denunciar a Rajoy porque nos “está robando nuestra democracia”.

Pedro Sánchez, junto con los fascistas Rajoy y Rivera, hace profesión de su talante constitucional para cercenar cualquier movimiento del pueblo, en este caso la demanda de autodeterminación de Catalunya. Es por supuesto que Rajoy y su gobierno fascista lo tendrían muy crudo para llevar a cabo su felonía si el PSOE se hubiese pronunciado a favor del referéndum catalán pero hay que ser muy incauto para esperar del PSOE una acción democrática de verdad.

Según Sánchez, Constitución es igual a democracia de la que emanan las leyes inmaculadas e indiscutibles. Pedro Sánchez, al igual que Rajoy, no está dispuesto a retroceder un ápice en cuestiones de estado, es decir, en todo aquello que ponga en peligro la presente “democracia” y en su virtud apelan a la Constitución que se dio la mayoría de los españoles, arma que considera invencible.

Por lo visto el PSOE  toma a la sociedad española por analfabeta política, por eso  entiende que cualquier argumento que contenga los términos Constitución, Estado de Derecho y Democracia son irrebatibles. Y lo supone porque la Constitución ha sido votada por la mayoría de los españoles y sólo admite, por parte suya y del PP, un retoque cuando lo necesite el gran capital español y europeo.

Sin embargo, la Constitución ni es sacrosanta ni los españoles en mayoría la han votado y además es ilícita e inmoral. Basta saber que sólo los mayores de 56 años tuvieron la opción de votar la susodicha Constitución, que fue aceptada entonces por el 58,97% del censo electoral. Es decir, la inmensa mayoría del pueblo español actual no ha tenido oportunidad de pronunciarse sobre la Constitución y la Corona. Entonces ¿por qué cree Sánchez y el PSOE que ésta es la Constitución que aceptan todos los españoles?

Pero además la “Carta Magna” es ilícita porque va contra los derechos de los trabajadores y de las naciones. Nunca una Constitución y una ley pueden ir en contra de un derecho. A Cataluña como nación le asiste el derecho a decidir su estatus y esta circunstancia está reconocida por el mismo estado español.

Por último, la Constitución española es inmoral y esclavista porque en su Artículo 38 contempla que “Se reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado. Los poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio y la defensa de la productividad, de acuerdo con las exigencias de la economía general y, en su caso, de la planificación.”. Por lo tanto, la Constitución consagra el capitalismo o económica de mercado, o lo que es lo mismo, instituye como base de la economía, la explotación del hombre por el hombre, el salario.

Mas al legalizar y consagrar el capitalismo, legitima los desahucios y sus consecuencias –exclusión, suicidio, etc.- justifica los despidos, los bajos salarios, en defensa de la productividad, de acuerdo con las exigencias de la economía general, en su caso, de la planificación, que lógicamente está en manos de los capitalistas. Permite la mala educación, la pésima sanidad, etc, porque lo que prepondera y está santificado es la exigencia de la economía en general  y no las necesidades del pueblo.

Esta es la Constitución y sus leyes, tantas veces invocadas por los Sánchez, Garzón, Anguita, Iglesias, etc. Y bajo las leyes de esta Constitución se le exige al pueblo de Cataluña, por parte de partidos corruptos y oportunistas, que renuncie a su derecho a decidir y, además, que debe pactar con un gobierno corrupto las migajas que este le quiera dar.

El Partido Comunista Obrero Español ha dicho y repetido hasta la saciedad que luchará contra todos los obstáculos para alcanzar la verdadera democracia, aquella en la que el pueblo trabajador sea el dueño de su destino. Y lucharemos contra todo aquello que se oponga, ya sea material o inmaterial.

COMISIÓN DE AGITACIÓN Y PROPAGANDA DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

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