“Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general.”
El artículo 155 de la constitución española, era una cáscara cuyo contenido iba a estar determinado por las correlaciones de fuerzas existentes. Dicho de otro modo, las duras medidas con las que el gobierno Rajoy ha puesto en marcha y concretado el 155, es la expresión de la fortaleza del Régimen, amparado por los aparatos político-electorales (PP-PSOE-C´S), la Unión Europea y un apoyo por parte de amplios sectores populares.
La respuesta represiva y en fuerza del Régimen, contra el Movimiento Independentista Catalán, de manera simultánea es un “aviso a navegantes”. La legitimidad democrática del derecho de autodeterminación de los pueblos, ha sido combatida por parte de la legalidad constitucional, del mismo modo que pudiera serlo, cualquier planteamiento que tratara de impulsar el rechazo al pago de la deuda generada por el rescate financiero, la puesta en marcha de medidas estructurales que garantizaran empleo digno, vivienda y servicios públicos, como derechos fundamentales de obligado cumplimiento, o impulsar un Estado español bajo la forma de República confederal.
Y es que de lo que hablamos es, ni más ni menos, que de correlaciones de fuerzas. La confrontación de principios democráticos, por muy legítimos que éstos sean, con una legalidad constitucional que, a través de los aparatos ideológicos del Régimen que lo sustenta, logra erigirse como legítima entre amplios sectores populares, es a todas luces problemática. Uno de los principios fundamentales del leninismo, es el de no plantear batallas que no pueden ser ganadas y dedicarse a crear el movimiento organizado de masas que esté en condiciones, no sólo de ganar batallas, sino incluso la guerra.
La estructura organizada del Movimiento Independentista Catalán, su capacidad de movilización de masas, su determinación y si, ¿por qué no decirlo?, su valentía y capacidad de unificarse en torno a un objetivo central al margen de las diferencias que pudieran existir entre diferentes sectores, es algo de lo que el Movimiento Comunista debiera aprender una importante lección. No, no nos estamos desviando del tema.
A la izquierda de la socialdemocracia y de la izquierda postmoderna, hay un espacio político por organizar, en Catalunya, en Euskal Herria y en el conjunto del Estado español y es el Movimiento Comunista, el que debe ser el vector de un proceso necesario e ineludible. La ausencia de una referencialidad comunista en el Proceso Soberanista Catalán, no es culpa del independentismo, ni del nacionalismo, ni de la socialdemocracia, sino del propio Movimiento Comunista.
De una parte, fragmentación, cainismo y sectarismo absoluto, de otro despropósitos políticos como negar el derecho de autodeterminación de Catalunya o posiciones subordinadas respecto a los diferentes nacionalismos, sin plantear el principio fundamental de la independencia de clase y la capacidad por parte del socialismo de integrar diferentes formas de conciencia nacional en un proyecto común.
Las movilizaciones en Catalunya, demuestran lo que una estrategia eficaz, un objetivo ideológico internalizado por las masas y una organización, pueden llevar a cabo.
De lo que hablamos es de correlaciones de fuerzas que deben ser revertidas. No obviaremos, las movilizaciones que se han desarrollado a lo largo y ancho del Estado español, en defensa del derecho de autodeterminación de Catalunya y la denuncia del carácter antidemocrático del Régimen. Consideramos especialmente relevantes, las movilizaciones que han tenido lugar en contextos de una fuerte hegemonía por parte del nacionalismo españolista y de las fuerzas del Régimen; es una semilla extremadamente valiosa, pero sin una dirección, sin una organización y sin un programa, no germinará. Y es -estamos convencidos y convencidas de ello- el Movimiento Comunista el único en condiciones de liderar dicho proceso.
HERRI GORRI, como organización comunista de Euskal Herria, tiene como razón de ser, contribuir en la creación del Partido Comunista de Euskal Herria, con una línea política y una estructura organizativa soberanas. Nuestro objetivo es la República Socialista Vasca, pero reconocemos el marco estatal de lucha de clases, como campo de intervención, de coordinación y de alianzas con otras organizaciones revolucionarias, en primer término, contra el Régimen del 78, desarrollando las bases de un bloque de fuerzas políticas y sociales en torno a un proyecto de transformación social y el movimiento generado en el Estado español en esta coyuntura, es el campo en el que el Movimiento Comunista debe hacer pie, más allá de ultraizquierdismos, de teoricismos y sectarismos.
“Ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases”, es la consigna que debiera encabezar esta coyuntura. Demasiada clase trabajadora y sectores populares, de forma activa o pasiva se someten al Régimen, aún encontrándose en condiciones de explotación, precarización y siendo objeto de recortes de derechos sociales, laborales y de libertades fundamentales y debemos ser capaces de construir una verdadera alternativa que les active como sujeto del cambio político, económico y social.