Mihai Hohenzollern-Sigmaringen, fue rey de Rumania hasta el 31 de diciembre de 1947, cuando se proclama la República Popular Rumana tras la derrota del fascismo capitalista en la Segunda Guerra Mundial. Reinó con el nombre de Mihai I, pero desde entonces vivió en el exilio, regresando a Rumania solo después del final de la Rumania comunista, tras lo que el gobierno rumano, esta vez en manos de la clase capitalista de nuevo, le regaló los antiguos palacios que habían pasado durante la época socialista a manos del pueblo.

El pasado 5 de diciembre murió en su residencia privada de Suiza, lugar donde vivió gran parte de su vida; tanto que, como suele pasar con los reyes, ni siquiera hablaba bien la lengua del pueblo sobre el cual pretendía reinar. De hecho, sus antecesores en la corona rumana, Carol I y Fernando I, no hablaban más que su lengua materna. el alemán (y si acaso, la lengua imperialista de entonces, el francés).

Tenía 96 años, y jamás pagó haber sido uno de los jefes de estado que no tuvieron escrúpulos de entregar a su pueblo a las garras del fascismo, convirtiéndose Rumania bajo su reinado en un sumiso servidor del nacionalsocialismo alemán. De hecho, con Mihai I muere el último líder fascista de la Segunda Guerra Mundial que seguia vivo. Lamentablemente, jamás fue juzgado por ello, muriendo en la cama, como también sucediera con el español General Franco, también títere nazi que luego pudo sobrevivir en el poder gracias al apoyo de los herederos del III Reich, EE.UU.

Carol II de Rumania y Hitler, en Alemania. Mihai en segunda fila.

Sin embargo, en un ejemplar acto de oportunismo, Mihai I, cuando el Ejército Rojo estaba a las puertas de la frontera rumana en su avance imparable hacia Bucarest (ciudad a la que llegarían una semana después), el rey decidió plegarse a la resistencia comunista local y pactar la rendición ante la URSS, ordenando al ejército volver las armas contra la Alemania Nazi, mandando detener a su primer ministro, el fascista Ion Antonescu. Se trataba de un último esfuerzo por mantenerse como parásito del pueblo rumano, que duró apenas 3 años más, hasta que el Partido de los Trabajadores forzó su abdicación y exilio (convenciéndole, por otra parte, con un montón de dinero y una enorme colección de obras de arte, además de una pensión por parte de Moscú durante unos años, lo que le permitió seguir viviendo “como un rey”; nunca mejor dicho, hasta su regreso a Rumania).

Así contaba el ABC el comunicado del gobierno rumano comunista anunciando el final de la monarquía el 31 de diciembre de 1947:

“El pueblo rumano, liberado en 1944 del yugo de los conquistadores fascistas y de sus criados, ha tomado en sus manos su destino. Dirigido por una consciente y resuelta clase obrera aliada a un campesinado industrioso, el pueblo rumano ha rechazado el régimen de los boyardos -las antiguas familias terratenientes-, ha castigado a los traidores de los intereses del pueblo y ha eliminado de la Administración del Estado a todos aquellos que protegían los intereses de sus esclavizadores. El pueblo rumano ha logrado instaurar un régimen democrático. La Monarquía representa un obstáculo en el camino del desarrollo de nuestro Estado hacia un régimen de democracia popular que garantice a los trabajadores de nuestra nación buenas condiciones materiales. así como la independencia y la soberanía del Estado rumano. La abolición de la Monarquía ha abierto a nuestra democracia popular magnificas perspectivas !Ciudadanos, trabajadores, campesinos, intelectuales, soldados y oficiales: Elevemos a nuevas alturas nuestro nivel de vida en nuestro Estado: la República Popular Rumana, la patria de todos los que en nuestras aldeas y en nuestras ciudades se entregan al trabajo manual o intelectual!”

Mihai I no fue el único fascista de su familia. Ya su padre coqueteó con los legionarios de la Guardia de Hierro y con el nacionalsocialismo alemán. aunque es Mihai quien tiene el dudoso honor de ser el creador del que él mismo denominó en un decreto real como “estado nacional legionario”.

El patriarca Miron Cristea en la sede del gobierno y altos cargos militares
rumanos, el 1 de enero de 1939

Rumanía había tenido antes un primer ministro que fue a la vez patriarca (máxima jerarquía de la Iglesia Ortodoxa Rumana):  Miron Cristea . Su mandato duró 1 año, desde el 1 de febrero de 1938 al 6 de marzo del 39, compartiendo Rumania esta situación con la Eslovaquia Fascista, dirigida por entonces, y a lo largo de toda la SGM, por el antisemita y sacerdote católico Jozef Tiso. El “buen cristiano” (ya se sabe lo que dice el refrán, “haz lo que diga el cura, no lo que haga”) superviso la deportación de judíos a los campos de exterminio nazis e introdujo una dura legislación contra hebreos, comunistas y minorías étnicas.

Lo mismo que el sanguinario padre Tiso, que fue ahorcado tras la liberación del país por el Ejército Rojo, el patriarca rumano, Miron Cristea, como jefe de gobierno del rey Carol II, llevó a cabo un depuración de la población judía, con una ley que obligaba a los ciudadanos rumanos de esa etnia a demostrar su derecho a ser rumanos, algo que no se le exigió al resto. De los 617.396 judíos que había censados entonces, 392.172 (63,50%) mantuvieron su situación, pero  225.222 (36,50%) perdieron sus derechos ciudadanos, y fueron considerados extranjeros.

Esta fue una de la serie de medidas de purificación étnica. En 1938 la revista Times ofreció una muestra del pensamiento fascista del patriarca: “La responsabilidad de un cristiano es la de amarse a sí mismo, antes de cualquier otra cosa, y asegurarse de que sus necesidades están satisfechas. Entonces es cuando puede ayudar a los semejantes ¿Por qué no escapamos de estos parásitos que chupan la sangre a los rumanos ortodoxos? Es un deber santo reaccionar contra ellos“.

Miron Cristea sería el primero de los ministros de la dictadura real de corte fascista iniciada por el rey Carol II, padre de Mihai, en enero de 1938. Tras su muerte el 5 de marzo de 1939 sería sucedido por Armand Calinescu (que ya había pasado a la historia en las huelgas del año 1933 por la matanza de obreros desarmados en los talleres ferroviarios de Grivita). El rey Carol se sentiría amenazado por la recién creada Guardia de Hierro, también de corte fascista, y crearía su propia Guardia Patriótica. El enfrentamiento entre los dos grupos fascistas haría que el rey ordenara el asesinato del líder de los legionarios, Codreanu, para asentar su dictadura real.

Tras la abdicación de Carol en septiembre de 1940, tras la imposición por parte de Alemania de la cesión de parte de Transilvania a Hungria y del Cuadrilatero a Bulgaria, y de la Union Soviética de la devolución de República Moldova, su hijo Mihai I sube al trono. Pero lejos de cambiar la política profascista de su padre, la continua y la asienta, nombra, casi como primera decisión, que sale publicada en el Monitor de Rumanía del 14 de septiembre de 1940, la creación del que llamará “Estado Legionario”, a imitación del nazismo alemán, del fascismo italiano o del franquismo español:

DECRETO REAL

MIHAI I

Por la gracia de Diós y la voluntad nacional
Rey de Rumanía
Decreto:

1. El Estado Rumano se transforma en Estado Nacional Legionario

2. El Movimiento Legionario es el único movimiento reconocido en el nuevo estado, teniendo como objetivo el desarrollo moral y material del pueblo rumano.

3. El señor General Ion Antonescu es el conductor del Estado Legionario y jefe del Régimen Legionario.

4. El señor Horia Sima es el conductor del Movimiento Legionario.

5. Comenzando desde la fecha de este Alto Decreto, cualquier lucha entre hermanos llega a su fin.

Dado en Bucarest, 14 de septiembre de 1940

MIHAI I
Jefe del Estado Rumano y
Presidente del Consejo de Ministros, el
general Ion Antonescu

Bajo las órdenes del que era jefe del ejército rumano, las tropas de Rumania atacarían la Unión Soviética bajo las órdenes de Hitler, en la conocida como Operación Barbarroja, el 22 de junio de 1941, provocando matanzas allá por donde pasaban (es conocido el genocidio de Odessa del invierno de 1941-42, donde más de 100.000 judíos y antifascistas. fueron fusilados o quemados vivos), sufriendo el 2 de febrero de 1943 una cruel derrota en Stalingrado, desde la cual el Ejército Rojo, nutrido con patriotas rumanos antifascistas, no dejaría de hacerlos correr hasta la misma frontera de su país, momento en el cual, el rey fascista, viéndole las orejas al lobo, intentó salvar su situación poniéndose en manos de los comunistas rumanos, manteniendo su puesto hasta su abdicación. Quizás por eso, por su última jugada desesperada de agosto de 1944 haya podido escapar sin ser juzgado por sus crímenes.

Tampoco podemos olvidar otros crímenes cometidos por su gobierno, como el conocido como pogromo de Iasi,  entre el 27 de junio y el 7 de julio de 1941, donde fueron asesinados o deportados miles de judíos y antifascistas por parte del ejército rumano.

Merece la pena recordar, para terminar, la abdicación de Mihai I del 30 de diciembre de 1947. Dias despues, tuvo lugar la historica Gran Asamblea Nacional, presidida por el escritor comunista Mihai Sadoveanu, que proclamó la Republica Popular Rumana, el 2 de enero de 1948, liberándose Rumania de la lacra de los reyes:

En la vida del pueblo rumano se han producido en los últimos años profundos cambios politicos, economicos y sociales, que han creado nuevas relaciones entre las principales formas de vida del estado.

Estas nuevas relaciones no corresponden ya con las condiciones establecidas por el pacto fundamental -Constitucion del pais- y exigen que se produzcan importantes cambios.

Frente a esta situación, en pleno entendimiento de la situación del pais y con la responsabilidad que me corresponde, considero que la institución monarquica no tiene sentido en las condiciones de vida actuales de nuestro estado, representando ella un obstaculo seria en el camino del desarrollo de Rumania.

En consecuencia, y con plena consciencia de la importancia del acto que hago en interes del pueblo rumano, ABDICO, por mi y por mis sucesores en el trono, renunciando a todas las prerrogativas que me corresponden y he ejercitado como Rey de Rumania.

Dejo al pueblo rumano la libertad de elegir una nueva forma de estado.

En Bucarest, hoy 30 de diciembre de 1947″

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