Ángel Freddy Pérez Cabrera
A Santa Clara llegó el Che por vez primera a finales de 1958, ciudad a la que luego volvió infinidad de veces para recibir título, fundar fábricas o compartir con su pueblo.
De aquel vínculo, nació la estrecha relación entre el Guerrillero Heroico y los santaclareños, la cual se consagró y echó raíces en octubre de 1997, cuando el héroe regresó de manera definitiva a Santa Clara, escenario de su más famosa batalla, para establecer aquí su cuartel general, junto a lo que Fidel llamó con razón el Destacamento de Refuerzo.
Su huella indeleble está en todas partes. No existe calle, casa, esquina o paraje alguno de esta urbe que no recuerde a uno de sus hijos predilectos, Ernesto Guevara de la Serna, a quien aún se le ve combatir con su brazo en cabestrillo.
Tal vez por esas razones, cuando se menciona su nombre, los mayores se disputan el privilegio de haber sido su amigo o compañero de lucha, o más simple, el honor de haberlo conocido. Y hasta los niños y jóvenes, hablan del Che con el sano orgullo de que algo grande les pertenece, porque para ellos, la figura del Guerrillero de América no es cosa del pasado.
Aquí volvió en diciembre de 1959 para recibir de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas el Título de Doctor Honoris Causa, y luego, siendo ya Ministro de Industrias, llegó para a fundar industrias emblemáticas como Planta Mecánica, la Inpud Primero de Mayo, Sakenaf, la fábrica de Bujías o la de bicicletas, entre otras, forjándose así una leyenda que perdura hasta hoy.
Por razones como esas, este 14 de junio resultó diferente. Un mar de pueblo se volcó a las calles y llegó hasta la plaza que se honra con su nombre para celebrar el cumpleaños de su hijo predilecto, el Che Guevara.
