El viernes por la tarde, representantes de la República Popular de Donetsk confirmaban oficialmente el atentado contra Alexander Zajarchenko, líder de la RPD, en un céntrico restaurante de Donetsk. Zajarchenko murió sin que los médicos pudieran hacer nada por salvar su vida a causa de la explosión, que se produjo a alrededor de las 17:30 hora local en el café Separ (término habitualmente utilizado en Ucrania para referirse a los partidarios de la RPD y la RPL) situado en el bulevar Pushkin del centro de la capital de la RPD. El ministro de Finanzas y mano derecha de Zajarchenko, Alexander Timofeev, alias Tashkent, resultó herido muy grave. Un total de once personas murieron o resultaron heridas en el atentado.

Minutos después de la explosión, que se produjo en pleno centro de Donetsk, la zona fue acordonada  y se prohibió tanto la entrada como la salida del territorio de la República. Tanto la prensa como residentes locales confirmaron movimientos de equipamiento militar para reforzar la seguridad de la ciudad. La RPD ha decretado el estado de emergencia mientras se investigan los hechos.

Poco después de confirmar la muerte de Zajarchenko, la RPD confirmó también haber detenido a varios sospechosos. Como en ataques anteriores contra figuras importantes del aparato político o militar de las Repúblicas Populares de Donbass, las autoridades locales apuntan al sabotaje ucraniano. “La participación de Ucrania en el atentado ya se ha confirmado. Las fuerzas de seguridad han detenido a varias personas involucradas en el atentado”, afirmaba ayer Boris Rozhin, Colonel Cassad. Como informó horas después la RPD, varios detenidos están siendo interrogados, aunque no se especificó cuál se entiende que fue su participación en los hechos.

Al otro lado de la línea del frente, Kiev ha reaccionado de forma similar a los asesinatos de Givi o Motorola. Como en aquellas ocasiones, se han producido dos tendencias principales: acusar a las luchas internas en la puja por el poder o intentar reivindicar el ataque. El asesor de Poroshenko Yuriy Biriukov, por ejemplo, sugería sin decirlo la participación ucraniana en los hechos y publicaba en sus redes sociales la imagen del comandante de las fuerzas especiales de Ucrania con el comentario “me encanta esta foto”.

Oficialmente, Kiev maneja las dos versiones habituales. Mientras la secretaria de prensa del SBU defendía la tesis de la “guerra interna”, Igor Guskov, asesor del director de los Servicios de Seguridad veía la mano de Moscú: “no descartamos la posibilidad de un intento de las fuerzas especiales rusas de eliminar a una figura incómoda”. Convencido de que esa teoría no tardaría en aparecer, Boris Rozhin,  se anticipó a este comentario escribiendo que “si se hubiera decidido apartar a Zajarchenko, habría sido apartado como lo fue Plotnitsky”.

Moscú, por su parte, condenó el ataque, que calificó de acto terrorista y resaltó el papel de Zajarchenko en la defensa de Donbass. María Zajarova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, apuntó además que había razones para pensar que Kiev está detrás del ataque. Y en un comunicado publicado en la página web oficial de la presidencia rusa, Vladimir Putin envió el pésame “por la trágica muerte del líder de la República Popular de Donetsk”.

“Alexander Vladimirovich era un verdadero líder del pueblo, una persona valiente y resolutiva, un patriota de Donbass”, afirma el comunicado. “En un momento difícil para su tierra natal, acudió en su defensa, asumió una enorme responsabilidad y lideró al pueblo. El vil asesinato de Alexander Zajarchenko es otra prueba de que aquellos que eligen el camino del terror, la violencia, la intimidación, no quieren buscar una solución pacífica y política, no quieren que se produzca un diálogo real con los habitantes del sudeste sino que hacen una peligrosa apuesta por desestabilizar la situación para poner de rodillas al pueblo de Donbass. Eso no va a funcionar”, sentencia el comunicado. “Espero que los organizadores y ejecutores de este crimen reciban el merecido castigo. Una vez más, quiero expresar mis más sinceras condolencias a los familiares y amigos de Alexander Vladimirovich Zajarchenko y a todos los residentes de Donbass. Rusia siempre estará con vosotros”, finaliza.

Desmarcándose de esas las versiones del sabotaje ucraniano, las luchas internas y la “mano del Kremlin”,  el siempre provocador Anton Gerashenko afirmaba que podría tratarse de una escenificación por motivos políticos, como Ucrania hiciera hace unos meses en el caso Babchenko.

“Yo mismo vivo cerca y puedo decir que la explosión fue potente”, comentó a Vzglyad el sociólogo y analista de Donetsk Denis Seleznev.  Al comentar las posibles luchas por la sucesión y los efectos que la muerte de la figura más importante del aparato de la RPD puede suponer en términos tanto militares como políticos, Seleznev afirma que “el aparato político está organizado alrededor de la figura de Zajarchenko”, lo que puede llevar a una lucha por el poder político entre las diferentes facciones de la RPD, especialmente ahora que el mandato original votado por la población en 2014 está a punto de terminar. Sin embargo, Seleznev afirma también que el aparato militar, organizado en un ejército que ha sido capaz de defender el territorio, no se verá afectado. Aunque no siempre ha sido capaz de defender a sus figuras más importantes  -ni Motorola, ni Givi, ni Mozgovoy, ni Dremov, ni Zajarchenko han muerto en el campo de batalla sino en asesinatos selectivos-, los ejércitos de la RPD y la RPL sí han demostrado su capacidad para defender el territorio y a la población civil. Sin embargo, es innegable que la muerte de Zajarchenko va a ser un punto de inflexión en la RPD, que tendrá que luchar para seguir consolidándose sin la presencia de su figura más reconocible.

Zajarchenko llegó a la presidencia de la RPD en el convulso verano de 2014, con la guerra en pleno apogeo y entre una serie de luchas internas que, a pesar de no haber creado las dificultades que sí surgieron en la RPL, nunca han desaparecido por completo. Tras la obligada retirada de Igor Strelkov, Zajarchenko quedó como el líder indiscutible de la RPD. Fue él quien –a título personal y sin mención alguna a la RPD debido a la negativa de Ucrania a que existiera ningún tipo de reconocimiento a la República- firmó, en representación de Donetsk, los acuerdos de Minsk de septiembre de 2014 y febrero de 2015. En noviembre de 2014, Zajarchenko ratificó su puesto en unas elecciones en las que venció por un amplio margen. Era de esperar que fuera reelegido a finales de este año en caso de celebrarse unas elecciones que es previsible que sean pospuestas de forma indefinida.

Apartado a finales de 2017 Plotnitsky en Lugansk y a asesinado ahora Zajarchenko, han desaparecido ya los dos líderes que estamparon su firma en los acuerdos de Minsk, que todas las partes en conflicto aún dicen defender. Sin embargo, no es de esperar que la muerte de Zajarchenko suponga un cambio significativo en ese sentido. “El asesinato de Zajarchenko desde luego da razones para que haya algún movimiento militar y político en Donbass”, comentó ayer Boris Rozhin, “pero eso no significa que vaya a haber más que alguna respuesta simbólica en forma de fuego de artillería, declaraciones en los medios y llamamientos a la comunidad internacional a condenar el terrorismo ucraniano”.

La última aparición pública de Zajarchenko se produjo el jueves por la noche en un improvisado homenaje a Iosif Kobzon, cantante soviético que falleció ese día y que en estos años había mostrado su apoyo a la RPD y había actuado en varias ocasiones en Donetsk.  Alexander Zajarchenko tenía 42 años. Durante 38 de ellos fue un ciudadano anónimo y en los cuatro últimos se convirtió en la cara más visible de los defensores de Donbass.

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