Elson Concepción Pérez. – Cuando la abrumadora mayoría de las naciones del mundo dijeron Sí a la Resolución contra el bloqueo de Estados Unidos, como era de esperarse, dos solitarios bombillitos de la gran pizarra de la sala de la ONU se encendieron en rojo. Mientras, 189 se iluminaron en verde y dos permanecieron apagados.

La victoria, una vez más, no dejó duda de cuán aislado está el Gobierno de Estados Unidos en su política contra la Isla de la Libertad y la dignidad.

Seguro estoy que entre los que votaron a favor de Cuba hay representantes de gobiernos que tienen diferencias políticas o de otro tipo con el modelo cubano, pero, bajo el criterio de unidad en la diversidad, saben que no hay un ápice de razón para votar contra la Resolución. Esa diversidad que encuentra consenso es un ejemplo de democracia que quienes imponen sanciones no conocen o quieren desconocer.

Pienso, en todo caso, que lo ocurrido en la ONU debe resultar –aunque no lo admitan– una confirmación de que Cuba tiene la razón y Estados Unidos no podrá nunca quitársela.

Agreguemos a esta convicción, la derrota moral sufrida por el gobierno de Washington, el mismo que recibió, nueve veces, el mazazo de la mano de la presidenta de la Asamblea General, la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, quien mientras accionaba el martillo de madera expresaba que, una por una, todas las enmiendas que se querían imponer fueron rechazadas y la Resolución contra el bloqueo, presentada por Cuba, era aprobada casi por unanimidad y sin ningún nuevo voto en contra, lo que, una vez más, dejaba sólitos y sin aliento a los representantes del Gobierno estadounidense y su aliado Israel.

No porque lo amerite, pero dedicaré unas líneas al voto israelí. No creo –no podría ser– que tenga que ver con una convicción propia o una desavenencia contra la Isla. Estoy convencido de que solo sumiso y pegado como la hiedra a la pared con los gobiernos de Washington, puede seguir recibiendo, entre otros favores: más de 3 000 millones de dólares anuales en armas, el veto en el Consejo de Seguridad a cuanta resolución, condena o simplemente crítica se pretenda hacer por la masacre a la población palestina o por el desarrollo de un programa nuclear ofensivo sin monitoreo alguno.

En cuanto a quienes prefirieron no votar ni a favor ni en contra de la Resolución, recuerdo que los gobiernos y mandatarios se miden por su ética, su dignidad, su apego a la historia y el valor de expresarse.

La razón está del lado de Cuba y el mundo la respalda. Los 189 votos a favor reivindican las esencias humanas que el bloqueo lastima cotidianamente, mientras esta Isla sigue su camino de resistencia heroica.

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