La confrontación de las dos mayores potencias económicas a nivel mundial influye en el comercio y desarrollo global. Foto: AFP

Gabriela Ávila Gómez.— El mundo vive una confrontación sin cuartel: sus dos mayores potencias se enfrentan y no de la manera más «convencional», por decirlo de alguna forma: Estados Unidos y China están inmersos en una guerra comercial que amenaza la estabilidad y el crecimiento no solo de sus economías, sino del resto de las naciones.

Hace unos meses los expertos no querían aún ponerle nombre a lo que sucedía, sin embargo, luego de una primera ronda de aranceles impuestos por el país norteamericano al gigante asiático, y la respuesta de este, todos coincidieron en que la «guerra comercial estaba declarada».

Desde un inicio las autoridades chinas manifestaron que no querían un enfrentamiento de este tipo, pero que se quedaban sin otra opción que combatirla en aras de defender los intereses del país y de sus habitantes.

Las «rondas» de combate continuaron con Estados Unidos imponiendo nuevos gravámenes a bienes chinos, lo que obtuvo también una respuesta del mismo tipo por el gobierno de Xi Jinping.

Ello forma parte del carácter proteccionista de la administración de Donald Trump, que pretende reducir las importaciones chinas en aras de que los estadounidenses compren más productos hechos en la nación de la bandera de barras y estrellas.

Las autoridades estadounidenses también consideran esencial reducir el déficit comercial que tienen con China, y que según datos de la BBC en el 2017 alcanzó los 375 000 millones de dólares. Trump busca ubicar esta cifra en 200 000 millones de dólares para el fin de su mandato.

Por su parte, el primer ministro chino, Li Keqiang, reconoce que toda esta situación afecta el crecimiento del país, pero afirmó que tienen «suficientes medios y herramientas para hacer frente a las dificultades».

Recientemente trascendió que el secretario del Tesoro de EE. UU., Steven Mnuchin, y el viceprimer ministro del gigante asiático, Liu He, sostuvieron una conversación telefónica para avanzar en los diálogos bilaterales que habían sido pausados.

Ello se da a menos de un mes de la celebración de la cumbre del G-20 en Argentina, donde se espera un encuentro bilateral entre Xi y Trump, quien en una de sus tantas polémicas declaraciones amenazó con imponer aranceles a las restantes importaciones chinas, si la nación milenaria no atendía a sus demandas (las de EE. UU.)

Por ahora, los números no son nada halagüeños, recientes pronósticos del Fondo Monetario Internacional (FMI) aseguran que la economía mundial se expandirá «más lentamente de lo esperado» este año; mientras que dicha situación le costará a China 0,6 puntos porcentuales de crecimiento respecto a lo anunciado, y a Estados Unidos un 0,2 %.

¿UNA GUERRA DE DOS?

En conversación con Granma, Ruvislei González Sáez, experto en Asia y Oceanía del Centro de Investigaciones sobre Política Internacional (CIPI), afirmó que aunque hace unos meses era escéptico de llamar a lo que estaba ocurriendo «guerra comercial», hubo un momento en que lo aceptó, pues es más que un fenómeno de imposición de aranceles que trasciende las fronteras de ambos países.

Para el investigador, sin embargo, hay que prestar atención a lo que ocurre desde dos aristas: los desafíos que genera para la estabilidad y la economía mundial, y las oportunidades que también aparecen para los países en vías de desarrollo.

Al referirse a las puertas que se abren, González explicó que al sancionar diversos bienes, tanto desde Estados Unidos hacia China como viceversa, aparecen nuevos mercados para estos productos, y aumenta la competitividad.

Sin embargo, los países en vías de desarrollo son los que van a sentir el mayor impacto de la crisis –una crisis sistémica estructural que comenzó en el 2008 y de la que aún no se ha salido, apuntó–, sobre todo, los países latinoamericanos.

De acuerdo con el investigador del CIPI, en nuestra región el modelo productivo nacional es muy dependiente o de Estados Unidos (México, Colombia) o de China (Argentina, Brasil, Chile, Perú, a pesar de tener gobiernos de derecha).

En medio de las tensiones va a haber variaciones de los precios, ralentización del comercio, que pueden afectar sus exportaciones y a su vez, disminuir sus ingresos, acotó.

En Asia –apuntó González– la situación es diferente, pues los países son dependientes de otros países de la misma región, y con la guerra comercial se ha profundizado la relación entre ellos.
Además, hay empresas que se están mudando desde China a otras naciones del Sudeste Asiático, donde la mano de obra es más barata.

LA GUERRA COMERCIAL NO ES LA SOLUCIÓN AL DÉFICIT

La relación entre China y Estados Unidos es de confrontación y cooperación, cada país es dependiente de una u otra forma del otro, aseveró el experto, quien afirmó, además, que el gigante asiático tiene en sus manos la deuda norteamericana, pues es el mayor poseedor de bonos del tesoro de la nación de Trump.

Ambas naciones se verán perjudicadas a corto plazo, pero disminuir el déficit comercial con Beijing no es una cuestión de políticas proteccionistas (por parte de la administración de Trump) afirmó.

Decir que las medidas proteccionistas se impulsan para crear empleos es guiarse por una mirada simplista al asunto, consideró el investigador, pues se trata de una estrategia para tratar de frenar al único país capaz de amenazar la hegemonía estadounidense.

Documentos de la secretaría de Defensa y la Estrategia de Seguridad Nacional de EE. UU., consideran a China (y a Rusia)  como competidor y rival estratégico global.

Sin embargo, estas sanciones contra China hacen que este país apueste cada vez más al multilateralismo y a su proyecto de la Franja y la Ruta de la Seda, donde están incluidos no solo naciones asiáticas, sino también africanas, europeas y latinoamericanas y caribeñas.

Aunque China será más perjudicada a corto plazo en esta guerra comercial con Estados Unidos, es el gigante asiático el que tiene mayor probabilidad de salir airoso de esta confrontación a mediano y largo plazo, sentenció el investigador.

EN CONTEXTO:

– Mientras EE. UU. promueve su política proteccionista bajo el eslogan de America first, China apuesta por el multilateralismo desde diversas plataformas mundiales y regionales, en ese sentido se inserta uno de sus mayores proyectos en la actualidad: la Franja y la Ruta de la Seda, que incluye a naciones de Asia, África, Europa, y América Latina y el Caribe.

– Crecen las expectativas previo a la Cumbre del G-20 en Argentina, en cuyo contexto está pactado un encuentro bilateral entre Xi Jinping y Donald Trump, líderes de las dos mayores potencias económicas a nivel mundial.

– EE. UU. ve una amenaza en el creciente acercamiento China-América Latina, y el establecimiento de lazos diplomáticos entre países de la región y el gigante asiático.

– Las sanciones impuestas (siempre por EE. UU. en un primer momento, y luego con respuesta de China) han sido en varias rondas: junio, agosto, y septiembre.

– Aunque la administración Trump busca rebajar el déficit comercial con China, actualmente tienen un déficit de este tipo con alrededor de 90 países.

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