La importancia del control del cumplimiento en las decisiones orgzanizativas adoptadas

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«La falta de responsabilidad personal, de control sistemático de las tareas y el temor a la autocrítica es origen de grandes dificultades en el trabajo de organización del Partido. Esas dificultades no se pueden vencer con resoluciones y disposiciones «generales». Esas dificultades se vencen elevando el nivel del trabajo de organización al nivel de dirección política. Como decía Lenin «Lo principal del trabajo de organización es la selección de hombres y mujeres y el control del cumplimiento de las decisiones adoptadas».

Con un buen control del cumplimiento de las decisiones adoptadas, los fallos y los errores serían en la mayoría de los casos evitados, o menores.

Uno de nuestros fallos habituales es la falta de control sistemático y riguroso de la ejecución de las tareas. Para asegurar ese control es necesario, entre otras cosas, que todas las organizaciones del Partido –es decir todos los comités del Partido a los distintos niveles– eleven informes periódicos sobre su actividad. Asimismo la dirección central deberá comunicar regularmente a las organizaciones del Partido todo lo concerniente a su actividad.

Sin ese control sistemático y riguroso de la ejecución de las tareas –acordadas en común y encomendadas por un órgano superior– nuestra organización de Partido nadará en el liberalismo, en la dejadez y desidia, la placidez inactiva y caerá en el liberalismo.

Asegurar el control de la ejecución de las tareas va ligado a redoblar nuestro sentido de la eficacia. El sentido de la eficacia está en la base del trabajo organizativo, sólo vinculando el sentido de la eficacia a la fidelidad, a los principios, se puede forjar un buen militante y un buen cuadro que combine la teoría con la práctica. De otro lado, sólo con un riguroso y eficiente control de la ejecución de las tareas es posible acrecentar el sentido de responsabilidad de los camaradas. Sin ese sentido de la responsabilidad no se puede implantar ni una cohesión monolítica ni una disciplina férrea ni una unidad de voluntad de todo el Partido, sino que se cae en el individualismo del obrar por cuenta propia.

Para que el control de las tareas cumpla sus fines son necesarias dos condiciones por lo menos: que el control sea sistemático y no episódico. Que el control del cumplimiento en todos los eslabones de las organizaciones del Partido esté dirigido por camaradas con suficiente autoridad, por los dirigentes mismos.

Las células y comités del Partido deben planificar sus tareas y fijarse objetivos concretos basados en las orientaciones políticas y en las tareas generales del Partido». (Elena Ódena; Notas para la escuela del partido, 1981)

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