Más de una decena de sobrevivientes de genocidio exige la expulsión del diplomático estadounidense Elliott Abrams de una junta del Museo Estadounidense Conmemorativo del Holocausto, a la que pertenece pese a haber sido partícipe de políticas norteamericanas que influyeron en la muerte de miles de personas.
Abrams, enviado estadounidense para Venezuela, es incompatible con su actual puesto en el denominado Comité de la Consciencia de ese museo, según denuncian tanto sobrevivientes del Holocausto como afectados por sangrientas represiones en América Latina que fueron apoyadas por el diplomático.
«No podemos comprender cómo Abrams, un partidario comprobado de algunos de los perpetradores de genocidio y asesinos en masa más nefastos del mundo por casi 40 años, puede ser miembro de su comité», reza una carta dirigida esta semana al Museo.
Los firmantes de la misiva citan evidencia pública de que Abrams, durante sus funciones bajo la Administración de Ronald Reagan en la década de 1980, fue partidario «incondicional» del dictador guatemalteco Efraín Ríos Montt —condenado en 2013 por genocidio y crímenes de lesa humanidad— durante sus matanzas de miles de índigenas, y apoyó tanto a guerrillas como a gobiernos en El Salvador que acabaron con la vida de decenas de miles de personas.
«¿Cómo puede el Comité de la Conciencia prevenir futuros genocidios si no ha resuelto el involucramiento de uno de sus miembros en el apoyo a tales atrocidades?», reza la carta, que concluye que la presencia y afiliación de Abrams «son contrarias a todo lo que [el Museo] y su misión representan».
Abrams, condenado en 1991 y poco después indultado por mentir al Congreso estadounidense acerca del financiamiento ilegal de las brutales guerrillas en Nicaragua, había sido nombrado miembro de la junta del Museo hace una década por el entonces presidente George W. Bush.
Durante esa Administración, el diplomático jugó un papel clave en el intento de golpe de Estado de 2002 en Venezuela contra el presidente Hugo Chávez, y es considerado como uno de los arquitectos de la guerra de Irak de 2003. A finales de enero de 2019, Abrams fue designado por Washington como enviado especial en Venezuela para ayudar a «restaurar la democracia» en ese país.