Receta para Trump: una dosis de jarabe vietnamita

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El polémico inquilino de la Casa Blanca debería beber de la propia historia de su país para no repetir errores del pasado

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Raúl Antonio Capote.— Revisaba esta madrugada los cables de las agencias de noticias, buscaba información sobre Venezuela, sobre los últimos acontecimientos relacionados con los intentos de agresión a ese hermano país sudamericano, agresión disfrazada de ayuda humanitaria, expediente utilizado tantas veces por Estados Unidos para desestabilizar un país, invadir y ocupar territorios de naciones a las que consideran enemigas.

Repasaba las noticias sobre los dos Mike, Pompeo y Pence; Johnny Bolton y Marco Rubio, a quien Donald Trump llamó en cierta ocasión Marquitos, en forma más que despectiva; ese mismo Marquitos que aspira a ser un «gran estratega» de la política imperial, y no podía menos que pensar en cuánta ignorancia hay reunida en ese grupo.

Ronald Reagan tuvo un equipo selecto de asesores y funcionarios del gobierno, ideólogos del imperio a los que, a pesar de su maldad, no se les puede negar inteligencia y capacidad de análisis. George W. Bush contó con el apoyo de su padre Bush y heredó parte de su equipo, mas una hornada de capaces funcionarios, que no los hizo más humanos ni más justos, ni menos agresivos, pues fueron comprometidos defensores del imperialismo. Pero Donald Trump, más terrible que todos sus antecesores en el trono del capitalismo, tiene a Pompeo, Pence, Bolton, Abrams y Marquitos, lo que hace que el pensamiento belicoso, expansionista, la creída predestinación, el racismo, etc., cuenten ahora con la irracionalidad, la ambición, la inhabilidad y la mediocridad de ese equipo.

Pompeo prometió que EE. UU. ayudará a erradicar el «autoritarismo» en Nicaragua y Cuba, el jefe de la diplomacia estadounidense afirmó que Washington está «trabajando diligentemente» para ayudar a la gente de esas naciones a levantarse contra el «yugo del autoritarismo».

Como en los años finales de la década de los 80 y principios de los 90, vuelven a creer en el efecto dominó: si cae Venezuela, luego caerá Nicaragua y, por supuesto, le tocará entonces a Cuba.

La teoría del efecto dominó cumplió este año su aniversario 30. Cuba socialista, gracias a la convicción que la sostiene y a la eficacia probada, sobre todo en los años del periodo especial, de su sistema social, político y económico, capaz de enfrentar al desastre de perder sus fuentes principales de financiamiento, los mercados fundamentales, las materias primas, piezas de repuesto, suministros, en medio de un férreo cerco económico y darse el lujo de poder preservar las conquistas fundamentales de la Revolución, es hoy mucho más fuerte, cuenta con más apoyo internacional y mucha más experiencia.

Acaso ignora el imperio qué le esperaría a sus soldados en caso de que se atrevan a invadirnos. Antes de enviar sus tropas a Venezuela deberían estudiar la historia de ese país, de ese pueblo, esa tierra de bravos, es la tierra de Bolívar y Chávez.

Acaso se olvidaron de Sandino. La Nicaragua que piensan dominar se levantó ya no una, sino varias veces contra los invasores y sus lacayos. Y Cuba, saben lo que les esperaría en Cuba.

Deberían tener claro que se puede derrocar un gobierno, pero nunca en la historia se ha podido vencer a un pueblo. En caso de invasión el continente se levantaría como una sola fuerza, desatarían un proceso de consecuencias incalculables para el imperio, un verdadero incendio que radicalizaría los procesos revolucionarios en la región y el foso que ya hoy nos separa, se tornaría más difícil de franquear.

América Latina y el Caribe es zona de Paz, somos gente de paz, nos gusta el trabajo, queremos construir un futuro pacífico, próspero y sostenible para nuestros hijos.

Mientras terminaba de escribir esta, digamos, nota, uno de mis hijos me trajo la grabación de una canción de Quintín Cabrera con Pancho Amat: Jarabe vietnamita.

Dice la canción: «Desde el mismísimo día que como país nacieron, usurparon, masacraron, degollaron y agredieron. Nombrando a la Democracia, sojuzgaron y mintieron, ejecutaron, mataron, bombardearon, sometieron. Por eso y por mucho más lo que el yanqui necesita es una aumentada dosis de jarabe vietnamita (…). Con todos los dictadores, urdieron, confabularon, enredaron, engañaron, traicionaron, conspiraron. Por eso y por mucho más lo que el yanqui necesita es una aumentada dosis de jarabe vietnamita (…)».

Una gran porción de esa medicina enriquecida con productos latinoamericanos, quizá les haga recuperar la memoria, o al menos les proteja de sí mismos.

Fuente: Granma

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