Los humanos tienen la capacidad de detectar inconscientemente cambios en el campo magnético de la Tierra, según un estudio realizado por un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de California (Estados Unidos) y la Universidad de Tokio (Japón) publicado esta semana en la revista eNeuro.
Muchos animales migratorios, desde aves hasta tortugas marinas, utilizan esta capacidad para desplazarse en la dirección correcta, y los autores de este trabajo sugieren que el ser humano cuenta con un sentido de la magnetorrecepción que también nos permite sentir los cambios en el campo magnético.
«Aristóteles describió los cinco sentidos básicos como visión, oído, gusto, olfato y tacto», sin embargo, «no consideró la gravedad, la temperatura, el dolor, el equilibrio y varios otros estímulos internos que ahora sabemos son parte del sistema nervioso humano. Nuestra ascendencia animal sostiene que los sensores del campo geomagnético también deberían estar presentes, representando no el sexto sentido, sino tal vez el décimo o undécimo sentido humano por descubrir», afirma Joseph Kirschvink, coautor del estudio.
Sistemas de navegación geomagnéticos en animales
Para tratar de determinar si los humanos perciben los campos magnéticos, los investigadores diseñaron una cámara aislada de la interferencia electromagnética, en cuyo interior pidieron a 34 voluntarios sentarse en completa oscuridad y silencio durante una hora. En ese lapso, se alteró el campo magnético alrededor de la cámara en varias direcciones y se midieron las ondas cerebrales de los participantes a través de electrodos colocados en sus cabezas.
Para determinar si el cerebro reacciona a los cambios en la dirección del campo magnético, los científicos se enfocaron en las ondas alfa cerebrales. Estas ondas son altas cuando una persona está inactiva, pero se reducen cuando el cerebro recibe algún tipo de información sensorial. De esta forma, los cambios en las ondas alfa se correlacionaron con las alteraciones en el campo magnético que rodeaba a los voluntarios.
«Dada la presencia conocida de sistemas de navegación geomagnéticos altamente evolucionados en especies de todo el reino animal, tal vez no sea sorprendente que podamos retener al menos algunos componentes neuronales funcionales, especialmente dado el estilo de vida nómada de cazadores-recolectores de nuestros antepasados», concluyó Kirschvink.