Por Cecilia Zamudio
Entre bombardeos, muertes de física hambre y cinismo sigue la tortura contra Palestina. Naciones Unidas anuncia una crisis humanitaria en la que un millón de personas están en riesgo de quedarse sin alimento en Gaza[1] y en la que las amputaciones debido a las agresiones israelíes y la precariedad sanitaria aumentan de manera trágica; Europa sigue apuntalando al régimen de Israel (con cabildeo, fondos e inclusión en todos sus festivales[2] para hacerle así propaganda a su régimen predilecto en Oriente Medio); Israel sigue aduciendo, en cinismo extremo, que lo que perpetra es «preventivo» y «defensivo».
Israel, apuntalado por EEUU y la UE, es el ocupante y gendarme para garantizar el saqueo capitalista en toda la región. De manera recurrente, cada cierto tiempo, Israel desata sus bombarderos sobre el pueblo palestino: toneladas de bombas que se suman a los francos tiradores, al bloqueo, a los arrasamientos de casas de familias palestinas, a los encarcelamientos masivos, a las desapariciciones forzadas, a la privación de agua, al robo de tierras, etc.
El sionismo israelí perpetra un genocidio: miles de niñas y niños palestinos, miles de personas, quedan fragmentadas de dolor y esquirlas por los bombardeos israelíes, miles de muertes estampadas en la Historia del Capitalismo y del sionismo, estampadas en la complicidad europea y estadounidense, en la manipulación mediática y en el silencio que arropa a los genocidas.
El Estado de Israel sigue alienando a los niños israelíes desde muy pequeños, les martillea la teoría racista del sionismo desde las escuelas, para convertirlos en futuros soldados de odio y exterminio, legitimadores de la barbarie con enajenantes diatribas supremacistas y religiosas. A los niños israelíes, el Estado sionista les organiza constantes «visitas militares». Incluso los invitan a firmar y dibujar sobre los misiles, a escribir «dedicatorias» sobre las bombas [3] que luego harán volar por los aires a los niños palestinos, a los niños libaneses, descuartizando sus cuerpitos y sus sueños. Esos son los niveles de alienación para sustentar la barbarie.
Al pueblo palestino lo privan de sus tierras, del mar, del acceso al agua potable y al agua para la agricultura, de escuelas y sanidad; lo encarcelan, lo torturan, lo bombardean, lo desaparecen; le hacen padecer humillaciones cotidianas y explotación aberrante (los capitalistas sacan múltiples provechos de la ocupación colonial, como el acaparamiento de tierras y los seres humanos despojados y desesperados, abocados a padecer esclavitud).
A los que pretenden que «es una guerra y todos son igual de malos», recordarles que Israel es el ocupante, y recordarles la desproporción que hay entre un niño palestino tirando piedras y un tanque arrasando una casa; entre un pueblo bajo régimen colonial luchando por sus derechos y el ocupante bombardeando con toneladas de bombas: una desproporción descomunal. Dar por cierta la Falsimedia israelí de que la aviación israelí lo que hace son supuestos «bombardeos defensivos», es cinismo puro.
El Estado de Israel fue creado en la tierra de Palestina por iniciativa del colonialismo británico (avalado por la Liga de Naciones, institución imperialista predecesora de las Naciones Unidas). El colonialismo británico ocupó y saqueó la región antes de perpetrar su soberbio «pase colonial» al sionismo (en 1917 Declaración de Balfour, en 1947 la Partición de la ONU y el punto de partida del plan de masacres sionistas para desplazar a los palestinos). Desde la Declaración de Balfour, apoyo del colonialismo británico al sionismo en misiva dirigida al Barón Walter Rothschild y a la Federación Sionista, se gestaría la ocupación sionista de Palestina. «La Declaración de Balfour se arraigaba en la política colonial racista de la denegación. No mencionaba siquiera al pueblo palestino, que conformaba más del 90% de la población del país que Gran Bretaña pretendía regalar(…) La Declaración es típica del estilo supremacista blanco y encaja con la noción de una tierra sin pueblo [para un pueblo sin tierra], creada para justificar la colonización europea y la negación de los derechos fundamentales de los palestinos»[4]. El sionismo tiene una filiación histórica e ideológica con el colonialismo europeo y su racismo supremacista. «El sionista Herzl escribió acerca de la tierra reclamada por el sionismo y el establecimiento de un Estado de colonos blancos en Palestina: «Conformaríamos ahí parte de una muralla defensiva para Europa en Asia, un puesto de avanzada de la civilización contra la barbarie»»[ibídem]. Israel ha sido fundamental para las políticas de Occidente en Oriente Próximo, para el saqueo de su petróleo y riquezas. El Estado colonial y genocida de Israel es funcional y mantenido por el gran Capital transnacional para viabilizar el saqueo capitalista de toda una región del mundo.
El 9 de abril de 1948, más de 250 palestinos fueron asesinados por bandas sionistas en la aldea palestina de Deir Yassin, provocando masivos desplazamientos forzados de poblaciones. A esta masacre le siguieron numerosas masacres. Cada mes de mayo el sionismo celebra «la independencia del Estado de Israel», mientras los palestinos recuerdan «La Nakba» (la Catástrofe). La presa política palestina Dareen Tatour, expresa: «Esta victoria que se celebra es a costa de lo que hizo el movimiento sionista en lo que llama su Guerra de Independencia: las milicias sionistas y luego el ejército llevaron a cabo alrededor de 70 masacres en las que murieron unos 15.000 palestinos y destruyeron unas 531 ciudades» [5].
Las masacres perpetradas por las milicias sionistas, que tenían por objetivo abrir un camino para la creación del Estado de Israel, forzaron a cientos de miles de palestinos a huir de sus aldeas y pueblos en Palestina con destino a los países vecinos: Jordania, Líbano Siria y Egipto. Otra parte de los palestinos fue desplazada a la Franja de Gaza y a Cisjordania. Después de más de siete décadas desde su expulsión de Palestina, los palestinos siguen encontrando formas de presionar por su derecho a regresar a sus hogares. Una de estas formas, es organizar protestas semanales en la frontera entre Gaza e Israel. Desde que empezaron las manifestaciones conocidas como la Gran Marcha del Retorno, en marzo del 2018, 305 palestinos han sido asesinados y 17.335 resultaron heridos a manos de los soldados israelíes, entre los heridos hay 3.565 niños [6].
Mayo 2019 inició con otra nueva agresión de la aviación israelí, que perpetró masivos ataques contra la Franja de Gaza, dañando infraestructura y 13 escuelas palestinas [7], asesinando a 29 palestinos e hiriendo a 200 tan solo en la primera semana. Vidas arrasadas, heridos que se suman a los miles de asesinados y mutilados por los constantes ataques israelíes. Entre las víctimas de estos bombardeos israelíes, se encontraban una bebé de 14 meses, Saba Mahmud Abú Arar, y su madre, Falastin Abu Arar, de 37 años, que estaba embarazada. Estaban en su casa cuando un cohete israelí impactó contra la vivienda.
El sionismo es herramienta fascista del capitalismo transnacional para reprimir, agredir y saquear, no solamente al golpeado pueblo palestino, sino a todos los pueblos de la región. Se cuestiona al sionismo y al gran Capital transnacional que lo implementa y lo sostiene como arma (no es cuestión aquí de «los judíos», sino del sionismo: hay incluso algunos judíos que se han opuesto al sionismo y han sido también brutalmente reprimidos por el Estado de Israel). Toda infamia que se tapa con el barniz de «creencias religiosas», tiene raíces económicas, raíces en los intereses de la clase explotadora: la inquisición, su barbarie y la acumulación de riquezas; el genocidio contra el Abya Yala (América) y el pretexto de «llevar la fe» mientras el colonialismo europeo perpetraba la gigantesca acumulación capitalista originaria, son dos ejemplos de muchos. Aquí se trata también de eso, de masacres y ocupación que inflan los bolsillos de unos cuantos. Se trata del genocidio contra el pueblo palestino que perpetra el capataz del gran Capital en la región, es por eso que la complicidad de las potencias imperialistas es constante.
[2] Entre los festivales que apuntalan la ocupación, obviando el Genocidio contra el pueblo palestino, destaca el concurso de la Red de Distribución de Televisión de Eurovisión, que está controlada por la Unión Europea de Radiodifusión (UER) y puede alcanzar audiencias potenciales de más de mil millones de personas.
[3] Hay numerosa documentación fotográfica del adoctrinamiento que padecen las y los niños a manos del Estado israelí. Entre las fotografías más reveladoras se encuentran las que realizó la agencia AP, de varias niñas firmando obuses antes de ser lanzados sobre el Líbano. «Desde temprana edad, estos chicos son adoctrinados y educados bajo estas señales, cuyo resultado es lo que hoy se observa. No es extraño ver niños israelíes escribiendo mensajes en los misiles que son lanzados por sus militares, deseándoles éxitos y la máxima cantidad de víctimas. Tampoco es extraño ver cómo colonos, paramilitares y los propios militares israelíes, se jactan y se enorgullecen de agredir, torturar e incluso asesinar a palestinos. Camisetas con frases como “Una bala dos muertos”, refiriéndose a disparar a mujeres palestinas embarazadas, o como asesinar a chicos palestinos, son llevadas con orgullo por los militares».
http://www.palestinalibre.org/
[4] «La Declaración Balfour se arraigaba en la política colonial racista de la denegación. No mencionaba siquiera al pueblo palestino, que conformaba más del 90% de la población del país que Gran Bretaña pretendía regalar».
http://www.palestinalibre.org/articulo.php?a=46946