Si bien la Guerra Fría está en el pasado y lejos, la carrera armamentista entre las grandes potencias continúa «sin cesar». Y allí, en cuanto al campo de las armas hipersónicas, Rusia es el líder indiscutible, señala la revista alemana Stern. Esto se debe, en gran medida, a su nuevo cohete PRS-1M, «un arma del fin del mundo», según lo tildó el medio.
«El PRS-1M es una verdadera arma del Día del Juicio, que solo se podría usar en una guerra que tenga como fin destruir el mundo», opina Gernot Kramper, autor de un artículo publicado en ese medio este lunes. La novesosa arma rusa «tiene una sola tarea: está diseñada para una posible guerra nuclear y destinada a interceptar los ataques estadounidenses«, indica Kramper.
El columnista hace asimismo hincapié en que el PRS-1M, que puede alcanzar velocidades de hasta cuatro kilómetros por segundo (14.500 kilómetros por hora), es el proyectil más rápido del mundo y «mucho más mortal» que sus antecesores, del tipo 53T6. «Las nuevas armas hipersónicas del arsenal del Kremlin son tan rápidas que la defensa estadounidense no puede atraparlas», sostiene el autor.
El PRS-1M forma parte del sistema de defensa anti misiles balísticos Amur A-135, desplegado en la zona que rodea Moscú. Es capaz de interceptar misiles balísticos intercontinentales desde una distancia de más de 100 kilómetros y en altitudes de entre cinco y 50 kilómetros. Sus primeras pruebas se realizaron con éxito en febrero del año pasado.
«No hay duda de que este misil antibalístico —así como todos los componentes del sistema antimisilístico [ruso] en proceso de modernización—, podrá cumplir su tarea de garantizar la sólida defensa del distrito [de Moscú]», afirmó en ese momento el subcomandante de la unidad de antimisiles de las Fuerzas Aeroespaciales rusas, el coronel Andréi Prijodko.