El reloj marcaba las 08:00 de la mañana (hora local), cuando un atacante suicida fijó el espacio para aparcar su camión cargado de explosivos en una concurrida zona de la ciudad, ubicada en sureste de Afganistán, unos minutos después se hacía estallar.
Las autoridades locales han confirmado que el edificio de una oficina de los servicios de inteligencia del país (NDS, por sus siglas en inglés) quedó en escombros.
De las doce víctimas mortales, cuatro son civiles y ocho son miembros de las fuerzas de seguridad. Los medios locales estiman que 36 niños se encuentran entre los heridos, en su mayoría civiles.
El grupo armado Talibán ha vuelto a llenar de sangre las calles, acaba de reivindicar la autoría del atentado.
Update: 8 security personal among 12 people were killed and 150 others including 36 children were wounded in #Ghazni car bomb attack, that targeted #NDS center. pic.twitter.com/6HNrJQiJV5
— Pajhwok Afghan News (@pajhwok) July 7, 2019
Desde que comenzó la intervención de EE.UU. y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Afganistán en 2001, el país asiático nunca ha sido tan inseguro como ahora. Talibán controla más territorio y en el escenario se vislumbra un nuevo actor: la banda takfirí Daesh.