Juan Manuel Olarieta.— Mientras una ciencia se integra con mediciones, inferencias, conceptos, hipótesis y demás elementos característicos, una ideología rellena el vacío de humo. En el caso de la seudoecología moderna esa niebla es bien densa, repleta de fantasías como sostenibilidad, efecto invernadero, biodiversidad y otros mucho peores.

El neologismo “antropoceno” forma parte de esa niebla. Fue inventado en los años 80 por el ecologista Eugene F. Stopping, aunque lo popularizó a partir de 2000 el Premio Nobel de Química en 1995 Paul Josef Crutzen.

El término es más religioso que científico, al pretender volver a colocar a la humanidad en el centro del universo, a la manera de la Biblia, un papel que había perdido desde los tiempos del Renacimiento.

De esa manera la seudociencia pretende remarcar la “huella ecológica”, la influencia dominante de la humanidad sobre la biosfera y, en especial, sobre el clima. El antropoceno es, según dicen, toda una nueva era geológica que sucedería al Holoceno.

La expresión ha florecido en la literatura seudocientífica y ha tomado carta de naturaleza en ciertas corriente filosóficas y doctrinas económicas burguesas, que pretenden vestirse con unos ropajes de los que la geología carece.

En geología las divisiones y subdivisiones del tiempo en “eras” las aprueba la Unión Internacional de Ciencias Geológicas siguiendo un canon de la Comisión Internacional de Estratigrafía que sigue criterios geológicos, como la sedimentación, bioestratigráficos, como la modificación del registro fósil, y físico-químicos, como los magnéticos, entre otros.

Sólo 15 años después de difundirse el nuevo término se creó el típico grupo de presión para sacarlo adelante e introducir la nueva era geológica en la ciencia. Se llama AWG (Anthropocene Working Group) que, como es característico, tendrá que retocar los criterios vigentes hasta ahora para llevar el antropoceno a las revistas científicas y los libros de texto.

En 2016, durante el Congreso Geológico Internacional celebrado en Ciudad del Cabo, un ponente mencionó algunos aspectos estratigráficos para introducir la necesidad de abrir no una la nueva era geológica sino una “serie”, que es algo bien diferente.

Otro participante, Stanley Finney, recordó los criterios necesarios para introducir una subdivisión de la escala de tiempo geológico y señaló que el antropoceno no los poseía. El antropoceno no es una nueva era geológica; ni siquiera es una serie temporal.

A pesar de todo, a las grandes cadenas de intoxicación les faltó tiempo para lanzar las campanas al vuelo y apoyar la introducción del antropoceno, una campaña que no ha parado desde entonces. No cabe duda de que el término acabará penetrando, como tantos otros, porque tiene el apoyo de los mejores padrinos; es cuestión de tiempo. La revista “Nature” espera que en 2021 la la Comisión de Estratigrafía acabe por claudicar (*).

Mientras tanto hay que consignar el hecho de que un concepto que está fuera de la ciencia tenga tan poderosos padrinos y defensores que, sin embargo, hablan en su nombre.

(*) https://www.nature.com/articles/d41586-019-01641-5

DEJA UN COMENTARIO (si eres fascista, oportunista, revisionista, liberal, maleducado, trol o extraterrestre, no pierdas tiempo; tu mensaje no se publicará)

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.