ExxonMobil, Shell, Chevron, British Petroleum y Total son las “Big Five”, las cinco grandes petroleras, que en 2018 destinaron casi 200 millones de dólares a retrasar o bloquear iniciativas contra el cambio climático.
Desde la firma de los Acuerdos de París sobre el Clima, en 2015, han gastado más de mil millones en estrategias de lobby político. Y en mucha propaganda mediática.
BP, por ejemplo, donó 13 millones a una campana que logró frenar una tasa al carbón en el Estado de Washington. Solo un millón fue a publicidad en medios.
Con Donald Trump, el cartel petrolero entró en bloque a la Casa Blanca. El primer secretario de Estado, Rex Tillerson, había sido el director ejecutivo de la Exxon Mobile. Y el actual, Mike Pompeo, presidente de Sentry International, fabricante de maquinaria para la industria del petróleo.
Pompeo creó el Buró de Recursos Energéticos, cuyo objetivo es que EEUU tome el control total del mercado mundial de hidrocarburos.
De ahí la agresión brutal a Venezuela, el país con las mayores reservas probadas de petróleo y las segundas de gas del planeta. De ahí también las sanciones a Irán y a Rusia, o el chantaje a la Unión Europea para bloquear el gasoducto ruso Nord Stream 2.
Las Big Five blanquean su imagen con proyectos de responsabilidad social corporativa, incluso de impulso a las energías renovables. A la vez que financian las campañas de representantes políticos que defenderán obedientemente sus intereses.
Mientras, la prensa corporativa sigue haciendo caja con la publicidad de las petroleras. Ya sea a costa de nuestra propia supervivencia como especie.
@tantakatv