Elson Concepción Pérez.— Las noticias desde Puerto Rico –buenas, casi ninguna– nos tienen acostumbrados a hechos terribles que involucran, en primer lugar, al Gobierno de Estados Unidos, por tratarse de un Estado Libre Asociado de la Unión americana, y, por supuesto, al gobernador de la nación, Ricardo Roselló, a quien el pueblo exige masivamente su renuncia.
La Isla está a la deriva dentro de una política interna donde son muchas las denuncias por corrupción, y en lo externo por humillaciones como de la que fue objeto el pueblo boricua después del paso del huracán María, con la visita relámpago de Donald Trump, en la que se concentró en tirarle al pueblo damnificado rollos de papel sanitario.
Esta vez el gobernador Roselló aparece involucrado en la difusión de chats en los que usa un lenguaje misógino y homofóbico. Se trata de verdaderas burlas de él y otros políticos sobre opositores, activistas y artistas.
Los analistas más despojados de fanfarreas mediáticas consideran que el tema de los chats es la gota que derramó la copa de la situación calamitosa que se vive en la hermana Isla.
Los despachos de prensa de este martes se refieren a manifestaciones de cientos de miles de personas que exigen la renuncia de Roselló, a quien, como dato tal vez curioso, el presidente Trump, que hasta ahora estaba viendo el nuevo escándalo supuestamente sin prestar atención alguna, acaba de calificar como un «gobernador terrible».
Ante los miles de manifestantes, el gobernador ha dicho que «se disculpa» por los errores cometidos, no sé si con ello hacía referencia a su total respaldo a la anexión de Puerto Rico como Estado 51 de la Unión.
En el abultado expediente para exigir la dimisión aparece el irresponsable manejo tras el fuerte impacto económico del huracán María en 2017 y las acusaciones de un juez federal a varios funcionarios y excontratistas de su gobierno de conspiración para cometer fraude, así como robo, fraude electrónico y lavado de dinero, entre otros.
De igual forma, según despachos de prensa, la tasa de pobreza es del 45 % de la población boricua. En cuanto a la reconstrucción de lo destruido hace dos años por el citado huracán, datos oficiales señalan que podría tardar hasta 15 años, lo que ha provocado una masiva migración de sus habitantes hacia Estados Unidos.