Tras sufrir bajas en Donbass, Zelensky y su entorno irrumpieron con un comunicado según el cual ellos “quieren paz” y los malvados separatistas son el obstáculo para ello porque infringen el alto el fuego y han matado a los “guerreros de la luz”. Como es natural, para Zelensky, que se presentó a las elecciones bajo el lema “consigamos la paz en Donbass”, la lista de bajas en constante aumento es un inquebrantable recuerdo de que sus promesas siguen en el aire, como ya le ocurriera a Poroshenko, en cuyo tiempo se publicaban periódicamente partes de bajas en el contexto de la vacía retórica de Minsk y Normandía. Ahora mismo, a Zelensky le ocurre lo mismo. Y ha sido así desde que tomara posesión del cargo hace tres meses. La guerra continuaba y continúa. En este periodo, en Donbass han muerto docenas de personas y se siguen destruyendo las infraestructuras en la zona del frente.
Zelensky ya ha modificado una parte de la estructura de mando del Ejército Ucraniano y ha llamado dos veces a Putin, pero la cuestión de la implementación de los acuerdos de Minsk o de la retirada de verdad de tropas y equipamiento pesado del frente siguen en los mismos términos que en tiempos de Poroshenko. Algunos dirán que hay que esperar a que se forme el nuevo Gobierno y la nueva mayoría Parlamentaria (a mediados de agosto) y entonces comenzaremos a ver pasos de verdad. ¿Hay alguna evidencia de ello?
El nuevo comandante del Ejército Ucraniano en Donbass ya ha realizado toda una serie de declaraciones rusófobas y ha celebrado las “victorias contra los moskalis”. Los asesores de Zelensky compiten por ser quien hace las declaraciones más ofensivas sobre las Repúblicas de Donbass o Rusia y la línea oficial de la nueva presidencia sigue negándose a que haya negociaciones directas con las autoridades de Donetsk y Lugansk como exige Rusia [y los acuerdos de Minsk-Ed]. En lugar de eso, seguimos viendo falsas acusaciones contra Rusia, patéticas manipulaciones con las de Poroshenko sobre el tema del formato Normandía y la vuelta a la introducción de fuerzas de paz y la continuación sobre la especulación del tema del “endurecimiento de la presión de las sanciones contra Rusia”.
Así que, en este punto, las promesas de campaña de Zelensky contradicen claramente a sus políticas, con lo que se reproduce el patrón de comportamiento de la era Poroshenko en lugar de mostrar una “nueva imagen” en la cuestión más importante de Ucrania. En esta contradicción radica el mayor peligro para Zelensky: la prolongación de la guerra en Donbass en el contexto de un creciente sentimiento contra la guerra llevará a una sistemática reducción de sus índices de popularidad y aumentará las contradicciones dentro del propio grupo “Servidor del Pueblo” y el entorno del presidente, ya que cada vez será más difícil compaginar los intereses contradictorios de cada uno de ellos.
Evidentemente, el gran deseo siempre es culpar del fracaso de las “iniciativas de paz” a Rusia, la RPD y la RPL y encogerse de hombros diciendo “hemos hecho todo lo que hemos podido, queríamos la paz, pero el malvado Putin no quiere paz”. Las condiciones para este escenario se mantienen. De hecho, si Zelensky quisiera la paz, ya habría dado pasos reales de retirada de armamento pesado de la primera línea del Ejército Ucraniano en Donbass y habría dado una orden estricta de no bombardear las localidades del frente, algo que afecta principalmente a la población civil y las infraestructuras [tal orden no se ha producido y, ante la negativa, la RPD, que generalmente ha buscado prohibir toda infracción al alto el fuego, ha dado orden de responder a las provocaciones ucranianas de forma simétrica-Ed].
Es importante recordar que ni el primer ni el segundo cuerpo del ejército de la RPD planea operaciones ofensivas en dirección al Dniéper. Las tropas de la RPD y la RPL se dedican exclusivamente a operaciones defensivas, así que no tiene valor alguno para alegar la necesidad de los bombardeos de la primera línea porque “si no se pone presión a los separatistas, irán a la ofensiva”. Solo es una excusa para prolongar la guerra y capitalizar el tema de la “amenaza rusa”, ya que, si no se sigue poniendo presión sobre Donbass, “el malvado Putin atacará”. Estas ridículas tretas y manipulaciones son las mismas que utilizaban los trolls de Poroshenko y diferentes unidades de guerra psicológica e informativa que nacieron en el régimen de Poroshenko gracias a sus socios occidentales.
La continuación y posterior consolidación de este camino será un claro síntoma de que, pese a la nueva retórica, no hay diferencias fundamentales entre Poroshenko y Zelensky. Así que a los votantes ucranianos les esperan más informes sobre bajas en Donbass. Es por eso por lo que Zelensky se ha visto obligado a modificar su retórica de llegar a un acuerdo para finalizar la guerra, ya que actualmente no tiene nada. En esto tampoco van a ayudar las llamadas de emergencia a Putin, ya que Putin no puede dar la orden de que el Ejército Ucraniano deje de disparar. Zelensky sí puede, pero por una variedad de razones no lo hace, con lo que sus manos se van manchando de sangre, ya que ahora las bajas no se les pueden atribuir solo a Poroshenko y a sus matones.
Todo esto acaba con cualquier ilusión de aquellos que sinceramente creyeron que Ucrania podía cambiar rápidamente. De hecho, la inercia rusófoba y el curso antirruso siguen siendo marcados y romper ese ciclo (especialmente en un contexto de control de Estados Unidos sobre Kiev) será muy complicado, incluso aunque Zelensky tuviera buenas intenciones.