Llucía F. Marqués.— Mari, viuda de un minero, lleva toda la vida -50 de sus 72 años- viviendo en su casa en La Camocha y en ella ha criado a sus 10 hijos. Su salud no es buena, entre otras complicaciones va pasando por tres ictus, dos de ellos desde el inicio del proceso. Esta mañana el suyo iba a ser el primero de los 37 deshaucios del poblado minero, pero ha sido paralizado por la solidaridad ciudadana
A las ocho la mañana llegó el primer coche de la Guardia Civil a echar a Mari de su casa. Para entonces los vecinos y vecinas ya estaban en la puerta, esperando para frenar el desalojo. A lo largo de la mañana la gente que se ha ido acercando desde todo el concejo ha ido a más y ha quedado claro que no un iban a echar a esta mujer a la calle sin presentar resistencia. La tensión ha afectado a Mari, de salud ya delicada, y ha sido necesario llamar al SAMU para que la atendieran, pero tampoco ese ha sido suficiente para echarla. A las 10 de la mañana los agentes de la ley abandonaban el poblado y se daba la noticia: deshaucio paralízado.
Esta batalla la ganaron los ciudadanos y la PAH, pero no será última: volverán a casa Mari y volverán a las otras 36 viviendas amenazada, muchas de ellas habitadas por gente muy mayor que pasaron allí su vida y contaban pasarla allí hasta el final, conforme al contrato vitalicio que firmaron al arrendar y que ha quedado invalidado con el cierre de la mina.
Ahora los acusan de no haber pagado el IBI, pero tampoco les dan la oportunidad de pagarlo “lo pagué y me lo devolvieron, lo que ellos quieren es echarnos de aquí” afirma Mari, que no ha dejado jamás un mes de alquiler sin pagar. “Si me qieren sacar de aqui será muerta” advierte.