Nicaragua denuncia el golpe de Estado en Bolivia, orquestado como parte de un guion imperialista para destruir el proceso progresista del país andino.
“El Gobierno de Nicaragua denuncia y condena enérgicamente el golpe de Estado que se consumó hoy 10 de noviembre en la hermana República Plurinacional de Bolivia, imponiendo la renuncia del presidente constitucional, compañero Evo Morales Ayma”, declara el Gobierno nicaragüense en un comunicado emitido el domingo.
Con estas palabras, Nicaragua se solidariza con el ya expresidente de Bolivia, contra el que la oposición ha cometido crímenes de odio y actos violentos. Insiste, asimismo, en que estas prácticas “ilegales” y “fascistas” vulneran los derechos humanos y provocan racismo y terrorismo.
Este tipo de actos ocurren “como parte de un guion incivilizado y destructor que los imperios aplican contra gobiernos y procesos progresistas en contubernio con sus organismos y con los sicarios locales de turno”, repudió.
El Gobierno de Managua subrayó los avances de Bolivia bajo el mando de Morales, recordando que el pueblo boliviano ha conocido 13 años de estabilidad, paz, buen gobierno y avances decisivos sobre la pobreza.
Morales, primer presidente indígena de su país, renunció el domingo a su cargo para “preservar la paz en su país”, tras una arremetida golpista de la oposición que provocó una ola de protestas violentas y vandálicas perpetradas por grupos de choque contra las autoridades del Estado y afines al Movimiento Al Socialismo (MAS).
Morales deja un país con altos índices de desarrollo humano, garantizando los derechos fundamentales de la población y con un crecimiento económico de 4,5 por ciento, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Varios países latinoamericanos, como Cuba, Venezuela y México han condenado el golpe de Estado en Bolivia. El Gobierno mexicano ha ofrecido además asilo a Morales.
