El legado del partido de la escopeta.

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Cada país tiene sus hitos históricos, pero si hay uno donde esos hitos han marcado al mundo es, sin duda, Francia. Desde la toma de la Bastilla que derrocó a la monarquía hasta la Comuna de París, desde la resistencia contra los nazis hasta mayo del 68. Estos son algunos de esos hitos y ahora estamos viviendo otro con los «chalecos amarillos» y la revuelta contra la destrucción del estado del bienestar que hacen los neoliberales, escenificado con las movilizaciones y huelgas masivas de estos días. Y lo reconozco, siento envidia. De sus sindicatos y de su gente.

La revuelta de ahora es contra la pretensión gubernamental de acabar con el sistema de pensiones y aumentar la edad de la jubilación. Es algo en lo que todos los gobiernos han insistido y con lo que han tropezado (menos en el Estado canalla, más conocido como España): desde Rusia a la misma Francia. Y en el caso francés, esta destrucción del sistema de pensiones es finiquitar el legado del «partido de la escopeta».

La resistencia francesa contra los nazis está plagada de hechos memorables, históricos e irrepetibles. Desde la participación de miles de republicanos españoles en ella (mi abuelo fue uno de tantos) hasta la de miles de comunistas de diferentes países que se integraron en la misma para combatir a los fascistas. Os conté un recordatorio emblemático de esa lucha, de hombres y mujeres irrepetibles, al relataros la historia del último héroe.

Sin dejar de reconocer la participación de otros antifascistas no comunistas, la minoría, el grueso de la resistencia guerrillera contra los nazis fue comunista, de ahí que tras la participación comunista en el gobierno francés despúes de la victoria sobre el fascismo se conociese al Partido Comunista como «el partido de la escopeta». Hasta que las presiones de EEUU, en plena guerra fría, hicieron que el gobierno francés se deshiciera de los cuatro ministros comunistas la labor de estos fue fructífera, especialmente en el tema de los derechos sociales y laborales. Uno de ellos fue el sistema de pensiones que sigue vigente casi en su totalidad (aunque ya en el año 2002 se retocó, también con protestas) y que es el que se quiere cargar el gobierno neoliberal de Macron.

Este es su legado, que está siendo laminado poco a poco por socialdemócratas y derechistas varios y no de ahora sino desde hace años: seguridad social, pensiones, atención a la infancia, salario mínimo, creación de los comités de empresa, código del trabajo, nacionalización de la Renault, de las minas estratégicas, de la electricidad y del gas… Todo se ha ido desmantelando poco a poco, hasta quedar únicamente las pensiones. Y contra ello va ahora Macron y se está encontrando una feroz resistencia.

Como siempre, los sindicatos amarillos han salido en apoyo del gobierno. Como siempre, los medios de propaganda han salido en apoyo del gobierno. Porque lo que hay detrás, una vez más, es la pretensión de Bruselas de «reducir el gasto público». Para las paranoias de la OTAN sobre los malos (Rusia y China) sí hay dinero, para las pensiones no. Esta es la Unión Europea y sus valores. Estos son los valores de Maastricht.

Sin la movilización sostenida (56 semanas llevan ya) de los «chalecos amarillos» no hubiese sido posible la movilización de ahora. El lloriqueo de los «progres» sobre el «diálogo social» no es más que el miedo que sienten a perder su pequeña cuota de poder. Las «concesiones» que hace el gobierno a las movilizaciones (bonos, aplazamiento de la reforma para ciertos grupos de edad, escalonar la transición entre el régimen de solidaridad actual y el sistema de puntos, etc) no son otra cosa que los anzuelos en los que pican los «progres» y su «razón de Estado».

Se quiere terminar no sólo con el legado histórico del Partido Comunista francés, sino con el legado democrático de un país, Francia, que ha demostrado siempre estar en la vanguardia de la Historia. Tal vez sea hora de dar un paso más e impulsar el Frexit por parte de todo este movimiento contestatario francés. Tal vez alguien ya lo esté pensando. Porque si no se da un paso más en la ofensiva contra el neoliberalismo, todo lo que se haga será defensivo.

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