Las autoridades de Kiev se quejan de que Estados Unidos retrasa la entrega de armas ya pagadas según varios contratos de 2018 y 2019. Nos referimos a un total que asciende a alrededor de treinta millones de dólares. Por supuesto, no se trata de que Estados Unidos haya decidido “robar en su cara” a Ucrania 30 millones de dólares. Los retrasos comenzaron en 2019, no por causas económicas (Estados Unidos siempre es capaz de encontrar dinero para Ucrania en su presupuesto de defensa) sino por el impacto de las políticas domésticas estadounidenses en Ucrania. Los problemas comenzaron cuando Trump se interesó porque Zelensky y Kolomoisky investigaran contra Burisma y el hijo de Biden. Los términos de los contratos fueron modificados por las elecciones estadounidenses, como para hacer parecer que era irrelevante a quién se apoyara en las elecciones presidenciales de Estados Unidos y que Ucrania no era un arma en las elecciones de 2020.
Como se sabe gracias a lo publicado durante el impeachment fallido, en primavera de 2019, Trump intentó que Zelensky investigara los crímenes y corrupción en Ucrania de los Demócratas vinculados a lo más alto del partido. La entrega de las armas fue considerada una de las mejores herramientas para presionar a Kiev, que temió enfadar a la Casa Blanca y a Trump (lo que resultó en la presión a Zelensky en aquella primera conversación telefónica), pero también hubo miedo a romper con los Demócratas, que podrían ganar las elecciones de 2020 y entonces Zelensky se encontraría en la piel de Poroshenko, cuando en 2016 apostó por Clinton y perdió.
Mientras el Partido Demócrata trataba de impedir la investigación de la corrupción ucraniana, se aferró a la amenaza de Trump de bloquear el suministro de armas a Ucrania, lo que llevó a la aprobación de varias medidas que en la práctica prohibían a Trump detener el suministro de armas a Ucrania. Por el camino, Trump fue acusado de “intervenir en el proceso electoral estadounidense” presionando a Zelensky.
Aquí surge una cuestión razonable: si los actuales retrasos son el resultado de las maniobras de Trump y los intentos de crear, a través de los canales administrativos, una ficción para mostrar a Kiev lo que ocurriría en caso de no acelerar la investigación contra Biden o si, por el contrario, los retrasos son simplemente el resultado de la lucha entre Demócratas y Republicanos y que, tras el final del caótico proceso político del impeachment, todo volverá a la normalidad.
Evidentemente, para el Ejército Ucraniano estos contratos no son críticos y a pesar de no tenerlos sigue teniendo la capacidad de adquirir armas en el extranjero o conseguirlas gratis. El problema aquí es el principios de apoyo militar consciente e incondicional de Washington, que es la base de toda la propaganda militar ucraniana. Porque la entrega de armas se ha retrasado y Kiev sabe que ya ha entregado el dinero.
Pero la verdad es que la situación simplemente deja en evidencia la naturaleza de dependencia de Ucrania en su relación con Estados Unidos, una relación en la que a Washington le importa poco lo que ocurra realmente en Ucrania más allá de su papel como herramienta contra Rusia y, en este caso, como herramienta para los intereses oportunistas de los partidos de la élite estadounidense.
También hay que recordar que el incumplimiento de contratos de defensa de la administración Trump ha sido recurrente, como es el caso de los F-35 adquiridos por Turquía, que Estados Unidos ahora no tiene prisa por entregar porque Turquía ha adquirido sistemas S-400 [de Rusia] a pesar de que esos F-35 y misiles Patriot ya están pagados y que el propio Erdogan se ha manifestado públicamente exigiendo que se devuelva el dinero.
Esa falta de fiabilidad de Estados Unidos con respecto a jóvenes vasallos y nuevos aliados es una de las grandes marcas de la política exterior de la administración Trump. Los Demócratas afirman que se trata de sabotaje, que son órdenes de Putin o que es simplemente incompetencia. Los Republicanos siguen apoyando a Trump y afirman que todo se hace para castigar a países rebeldes y para mejorar los intereses de Estados Unidos. En ese contexto, el hecho de que el derecho internacional parezca únicamente un trozo de papel mojado con buenos deseos es el resultado de los actos de Estados Unidos, que incluyen violaciones de los tratados internacionales y los acuerdos económicos alegando razones peregrinas o arbitrarias. Contra eso, treinta millones de dólares que Ucrania pide que se le devuelvan son algo absolutamente insignificante.