EEUU usa ‘bioterrorismo’ contra su propia población.

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EE.UU. es un experto en “bioterrorismo” al usar plagas infectadas con su programa de armas biológicas contra sus adversarios e incluso sobre su población civil.

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Las armas biológicas incluyen cualquier tipo de microorganismo (como bacterias, virus u hongos) o toxinas (compuestos tóxicos producidos por microorganismos) que se encuentran en la naturaleza y que pueden usarse para matar o dañar a las personas.

La práctica del “bioterrorismo” puede variar desde un simple engaño hasta el uso real de estas armas biológicas contra poblaciones enteras de alguna nación del mundo y el hecho de que varios países no cesan en su empeño de obtener agentes de guerra biológica preocupa mucho a los expertos de que los grupos o individuos terroristas puedan aprovecharse de las tecnologías y la experiencia necesarias para usar estas armas destructivas.

Los agentes biológicos pueden usarse para un asesinato selectivo, así como para matar y atacar a miles; si el medio ambiente está contaminado, puede representar una amenaza a largo plazo para la población.

El historial de este tipo de asesinatos se remonta a los siglos XV y XVI, cuando para tal empresa se añadía algún tipo de veneno a los alimentos de las víctimas, empero, con el avance de la tecnología y los experimentos químicos a principios del siglo XX, estos atentados entraron en una nueva fase.

El portal The Conversation escribió en un informe que el uso generalizado de armas biológicas se remonta a la Primera Guerra Mundial, donde el Estado alemán se benefició de esta práctica de naturaleza destructiva para lograr sus objetivos bélicos.

Otros países han tratado de obtener y probar armas biológicas durante y después de la Segunda Guerra Mundial, siendo el pionero de ellos Estados Unidos que ha estado probando tales armas durante mucho tiempo.

El programa de armas biológicas del país norteamericano se inició durante la Segunda Guerra Mundial, pero la primera prueba real sobre una población en concreto tuvo lugar en 1949, cuando los científicos colocaron bacterias inofensivas en el sistema de aire acondicionado del Departamento de Defensa de EE.UU. (el Pentágono) para ver qué efectos producía su exposición sobre los humanos.

Investigadores científicos en los laboratorios del Ejército de EE.UU., situado en Camp Detrick, Maryland, en 1940.

Un año después, la Marina de Estados Unido realizó una operación de rociado de dos cepas de bacterias Bacillus globi y Serratia marsensis en la costa de San Francisco (California) para comprobar sus secuelas sobre los residentes de esta zona costera, en aquel momento se pensaba que estos gérmenes eran inofensivos, pero luego se comprobó que se trata de unas toxinas peligrosas que debilitan el sistema inmunitario.

Pasados 12 meses de este experimento biológico, 11 personas sufrían de una enfermedad infecciosa que se detectó en un laboratorio de San Francisco al percatarse que estas personas tenían restos de Serratia Marsensis en sus cuerpos.

En 1997, el Consejo de Investigación de EE.UU. (NRCA, por sus siglas en inglés) reveló que el Pentágono también usó productos químicos para probar el potencial de las armas biológicas en la década de 1950 en ciudadanos estadounidenses.

Para tal ensayo, el informe anota que los militares estadounidenses rociaron el cadmio, un elemento químico muy tóxico, desde el aire sobre varias ciudades del país, entre ellas, St. Louis en el estado de Missouri y Minneapolis en el estado de Minnesota; estas urbes fueron elegidas por la similitud que poseía su tipología de tierra, clima y población con Moscú, la capital de Rusia.

En su escrito, el NRCA concluyó que la prueba no atañía peligro alguno para los habitantes de St. Louis y Minneapolis, empero en 2012 una doctora llamada Lisa Martino-Taylor reveló que había una alta incidencia de cáncer en estas dos ciudades mencionadas a causa de sustancias radiactivas.

Además de las pruebas al aire libre, el Ejército de EE.UU. tiene un historial de uso de insectos infectados en sus armas; como ejemplo, en 1954 estas fuerzas hicieron uso de bombas contagiadas con estos insectos durante la Guerra de Corea.

Unos años después del experimento, las autoridades de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) acusaron a los estadounidenses de utilizar estas bombas y lanzarlas contra China y Corea durante dicha guerra.

Un tiempo después y más concretamente en 1962, la Casa Blanca se planteó poner en marcha una serie de pruebas de armas biológicas en Estados Unidos y el entonces Secretario de Defensa, Robert McNamara, aprobó un proyecto llamado “Proyecto 112” que fue el preámbulo de los extensos ensayos en este país norteamericano.

En esa tesitura, los científicos en 1966 realizaron un experimento en el metro de la ciudad de Nueva York al rellenar las bombillas que iluminaban la red subterránea con la bacteria Bacillus globi con objetivo de librar y exponer a los usuarios de este transporte público con estos elementos tóxicos.

En 2008, la Oficina de Responsabilidad de Gobierno (GAO, por sus siglas en inglés) de EE.UU. reconoció que decenas de miles de civiles pueden haber estado expuestos a agentes biológicos debido al “Proyecto 112” y otras pruebas, no obstante, el Pentágono negó que hubiera infectado a la población al respecto.

Mientras el Ejército estadounidense se lava las manos en admitir su parte de responsabilidad en este contagio colectivo, resulta que muchas de las pruebas de individuos muestran que algunos de estos que sufren de enfermedades infecciosas han estado expuestos a agentes biológicos durante años.

Estas revelaciones publicadas dejan en evidencia que EE.UU. ha realizado muchos experimentos biológicos para sus propios fines de ámbito tecnológico-militar, y mientras que otros tantos ensayos de este tipo se han estado desarrollándose en secreto o en el caso de que fueran descubiertos, las autoridades estadounidenses lo han ido negando, son muchos los expertos que consideran que el nuevo brote del coronavirus, denominado COVID-19, que por primera vez apareció en un mercado de mariscos de la ciudad china de Wuhan a finales de diciembre de 2019 contagiando a miles de residentes de esta bulliciosa urbe, podría haber sido creado en un laboratorio científico de Estados Unidos.

De hecho, los analistas recurren al largo historial de crímenes biológicos que pesa sobre EE.UU. para sostener que es muy probable que el primer contagio con la cepa del letal virus se produjera durante los Juegos Mundiales Militares de 2019 que se celebraron en Wuhan entre los días 18 y 27 de octubre, en los cuales participaron una amplia delegación estadounidense.

Estos entendidos, recuerdan como ejemplo uno de los ataques biológicos de EE.UU. más connotados contra Cuba, cuando el Instituto de Medicina Veterinaria de la isla diagnosticó en mayo de 1971 la presencia de la fiebre porcina africana en un cebadero del municipio de Boyeros, en La Habana (capital), del cual se alimentaban una piara de cerdos.

Un total de 500 de esta especie animal murió a causa del contagio registrado y tras las oportunas pesquisas del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado cubano se pudo confirmar la veracidad de que el ataque biológico se perpetró intelectual y materialmente por la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA, por sus siglas en inglés) cuando el 9 de enero de 1977 un cable de la agencia cablegráfica UPI, en Washington, informó que una fuente no identificada de la CIA reveló al diario Newsday que a principios de 1971 se le entregó un recipiente que contenía este virus en Fuerte Gulick, base del Ejército de Estados Unidos en la zona del Canal de Panamá, también utilizada por la CIA, y que este fue llevado en un pesquero a agentes que operaban clandestinamente en Cuba.

Muchos de estos expertos opinan que la derrota de Estados Unidos en sus guerras de cuarta fase contra sus adversarios, como China o Rusia, principalmente, ha provocado que este país norteamericano se lanzara a una cruzada de quinta generación, como lo fue su reciente disputa económica-comercial que apuntaba en una primera instancia al gigante asiático, y al verse fracasado en este nuevo intento de imponerse a sus contrapartes, a Washington se le ocurrió recurrir a sus armas biológicas en busca de materializar sus objetivos e iniciando, de este modo, el escenario de una confrontación de sexta generación.

El conocido analista político palestino Abdel Bari Atwan, asegura al respecto que los estadounidenses deben responder y aclarar su papel en la propagación del COVID -19 en China, que hasta el momento ha dejado tras de sí a más de 80 500 infectados, de los cuales han fallecido unos 3199 ciudadanos chinos.

Desde que las autoridades chinas informaron a fines de diciembre de los primeros contagios del nuevo coronavirus en Wuhan ya han transcurrido dos meses y medio y en este tiempo se han confirmado más de 157 000 casos infectados por esta plaga en más de 140 países de todo el mundo y convirtiéndose así en una pandemia mundial, según ha declarado recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS). Una emergencia sanitaria que hasta este momento ha matado a más de 5800 personas infectadas.

Los chinos han venido advirtiendo que el origen de este patógeno mortal no emana desde dentro de sus fronteras, sino que proviene de otro lugar que podría ser fácilmente desde EE.UU., y es por ello que exigen explicaciones a Washington.

En este contexto, Atwan dice que la pregunta planteada recientemente por un portavoz chino a EE.UU. al respecto parece legítima y debe considerarse, especialmente porque dice: “¿Cuándo comenzó el caso cero (primer caso) en los Estados Unidos? ¿Cuántos han sido afectados? y ¿Cuál es el nombre de los hospitales donde están recibiendo tratamiento los infectados? ¡Sé transparente! ¡Haz públicos tus datos! Washington nos debe una explicación”.

Dos investigadores observan y analizan el contenido de un tubo de ensayo en un laboratorio científico de Estados Unidos.

El mundo entero está esperando que estas preguntas sean respondidas, y más cuando Estados Unidos, con una población de más de 300 millones, ha sufrido el menor daño por el contagio del COVID-19, con el presidente Donald Trump viendo a China como su principal enemigo y declarando una guerra comercial para destruir su economía, y los ancestros de Trump haciendo uso en su día de la plaga de la peste para exterminar a la comunidad indígena que habitaba en el territorio estadounidense, anota el periodista.

Desde la Segunda Guerra Mundial, la economía de China ha estado a la vanguardia de la economía mundial, minando la economía de los Estados Unidos. El liderazgo chino se ha reforzado con su proyecto de la Ruta de la Seda y la creación de un sistema financiero alternativo para terminar con la dominación del dólar en los próximos cinco años, escribe el experto palestino para luego resaltar que todos estos factores pueden haber llevado al mandatario imprudente como Trump a cometer tal crimen de guerra.

China ha demostrado ser realmente una superpotencia global; logró contener el coronavirus en cuestión de semanas al reducir el número de víctimas mortales por el brote coronario que alcanzó los 3199 casos, y curó con éxito a 80 500 personas. El epicentro del contagio, la ciudad de Wuhan ahora está completamente libre de la enfermedad.

Atwan sentencia que Estados Unidos es el único país en la historia de la humanidad que ha usado bombas nucleares en Japón, y no es nada extraño que sea el primero en el mundo en usar la cepa del nuevo coronavirus y armas biológicas.

 

Fuente: hispantv.com

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