Admitamos que lo escuchado ayer en los barrios de todo el país, mientras Felipe VI hacía su ridiculo discurso lleno de lugares comunes y obviedades, no hubiera sido posible hace apenas unos meses. El deterioro de la imagen de los Borbones es de tal magnitud, que no vale ya con el cordón sanitario que Falsimedia y los partidos adictos al régimen quieren poner a sus chanchullos económicos y familiares. Para un sector muy importante de la población, Felipe VI y Juan Carlos I (tanto monta, monta tanto) son ya una rémora, un apéndice del franquismo del que no se puede admitir más que su abdicación.
Lo sucedido anoche tiene un mérito gigante, fue un caceroleo organizado desde las redes sociales, con el silencio de los grandes medios. Una prueba inequívoca de la necesidad de buscar y participar en una realidad informativa que no tiene que ver con los grandes emporios mediáticos. Tal es así, que muchos de esos medios de «comunicación» no informan hoy una palabra del gigantesco caceroleo ocurrido (con especial vehemencia en barrios obreros). Lógico, leyeron lo del rey desnudo.
Que el Jefe de Estado se elija de un modo democrático y que se invalide el deseo de Franco del retorno de los Borbones, es una necesidad que no solo afecta a los republicanos sino también a la gente dispuesta a practicar el sentido común cacerola en mano.