Lo que algunos olvidan de Julio Anguita…

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«Ya hemos hablado del origen de podemos en su núcleo, pero habría que hablar de la periferia al núcleo fundador. ¿Pero por quienes han estado apadrinados estos líderes?

No cabe duda que Podemos ha venido a ser también la nueva apuesta del revisionismo que estaba en el ostracismo por voluntad o por obligación, ha sido una oportunidad no solo para el trotskismo marginal, sino también para personajes defenestrados.

Este es el caso de Julio Anguita, ex Secretario General del Partido Comunista de España (PCE) y líder de Izquierda Unida (IU) hasta 1998. Una parte del revisionismo reivindica eufórica la figura de Anguita como «aquel que restauró el leninismo» y «devolvió la gloria perdida al PCE». Algunos incluso citan como prueba la fusión en 1989 con parte del ala brezhnevista que anteriormente se había escindido en 1984 del PCE con Ignacio Gallego a la cabeza formando el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE). Pero esto no pasó de ser uniones y desuniones entre viejos dinosaurios del revisionismo, entre agrupaciones ya intrascendentes.

Aquí lo importante es comprender que Anguita jamás vio como incompatible el carrillismo y el leninismo:

«Julio Anguita: Yo leí «Eurocomunismo y Estado» [De Carrillo, publicada en 1977] y entonces no noté allí nada que tuviese entidad propia. A mí el partido me había enseñado que el socialismo es libertad, que luchábamos por la democracia, de modo que «Eurocomunismo y Estado» no venía a contarme nada nuevo». (Juan Andrade Blanco; Atraco a la memoria: Recorrido histórico por la vida de Julio Anguita, 2015)


Esto no es casual, ya que la nave del PCE fue timoneada por Anguita bajo el mismo rumbo que Carrillo más allá de lo que digan él y sus defensores. Cualquiera que haya leído esa obra clásica del revisionismo eurocomunista a la que hace alusión, sabrá que un alegato de Carrillo a la llamada «reconciliación nacional», al «cretinismo parlamentario», el «legalismo burgués», la «economía mixta», la religión, la conciliación con el imperialismo y la adopción del modelo socialdemócrata de partido… obra que ha servido a otros famosos oportunistas como luego veremos con Pablo Iglesias [*].

Anguita también reflejaba que nunca se desprendió de la sombra de Carrillo en materia de religión:

«A su vez, diferentes miembros de Izquierda Unida han hecho declaraciones de valoración pública del cristianismo. F. Frutos, en el congreso Euroizquierda y Cristianismo (Madrid, 1990), hizo notar la aportación positiva que tienen los valores evangélicos libertad, justicia social, fraternidad humana, igualdad– para la consecución de los valores socialistas (53). J. Anguita percibe una gran fuerza revolucionaria de transformación social en el cristianismo de base (54)». (Daniel Francisco Álvarez Espinosa ; Cristianismo y marxismo; ¿un diálogo de otro tiempo?, 2008)

No es que el señor Anguita haya olvidado lo que decían las viejas figuras del PCE como José Díaz sobre el papel histórico reaccionario de la religión, sino que reniega de tales posturas, pues como sabemos, la promoción del idealismo religioso es una característica básica todos los revisionistas de todo pelaje. Véase las anotaciones del documento: «Alianza espiritual y colaboración práctica entre el vaticano y las camarillas revisionistas» de 1975.

Comparemos ahora su visión de república, versión calcada del discurso posmoderno de «ni izquierdas ni derechas»:

«Pregunta: ¿Cómo es la república que quiere?

Respuesta: Transversal, ni de izquierdas ni de derechas, que beba en cierta medida de lo que implantó Ortega con la Agrupación al Servicio de la República. He recorrido las tierras de este país. Los republicanos no pueden estar todo el día hablando de la II República. No mencionan la III. Es comodidad, no molestarse en preparar una alternativa. La III República no puede ser en absoluto una repetición de la II. Hay gente que se agarra a la bandera republicana, pero siempre pensando en lo que pasó. La construcción debe ser totalmente nueva, ligada al siglo XXI». (Julio Anguita; Entrevista a Julio Anguita, 16 de mayo de 2016)

Con la de José Díaz, líder del PCE durante 1932-1942:

«Nosotros no somos enemigos de la república; nosotros, aunque seamos partidarios de la dictadura del proletariado, defendemos a la república. Pero una república que dé al pueblo todo lo que el pueblo necesita. Hay en el mundo una república –¿para qué hablar en teoría?– que ha hecho ya lo que aquí pedimos, que ha puesto en práctica todo lo que nosotros queremos y necesitamos, que ha hecho de un pueblo analfabeto, de un pueblo atrasado, de un pueblo sin industria básica, de un pueblo pobre –a pesar de sus grandes riquezas naturales–, de un pueblo que era, si cabe, tan atrasado como España, la verdadera República de trabajadores –no de «todas clases» como la nuestra–, que ha hecho de esta república la patria del proletariado del mundo entero. ¿Por qué no seguir su ejemplo? Esa sí que es una república de la cual se puede enorgullecer el pueblo. Un pueblo inculto, sin industria fundamental, con un ejército que los zares habían adiestrado para las derrotas, se ha convertido en el primer país del mundo en cuanto a cultura –porque la cultura de los obreros de la Unión Soviética está por encima de la de todos los demás países–; ha pasado a ser el segundo país industrial del mundo –el primero de Europa–, y dentro de poco será también el primero del mundo; ha dado el bienestar a los campesinos, y hoy tiene un ejército, el glorioso Ejército Rojo, que se hace respetar por el mundo entero». (José Díaz; La España revolucionaria; Discurso pronunciado en el Salón Guerrero, de Madrid, 9 de febrero de 1936)

¿Casi lo mismo verdad?

Otra postura que le liga irremediablemente con Carrillo, es su postura pacifista y colaboracionista con las fuerzas del Estado:

«Julio Anguita: Yo estaba en la concentración del 22M, y naturalmente se de donde venia la violencia. Mis compañeros y compañeras, cuando vean algún sospechoso, o alguna persona que pretendía alterar el orden, debían cogerlo y entregárselo a la policía». (Dossier TM: Los rostros de la violencia callejera, 2014)

Sobra comentar estas declaraciones. Simplemente muestra el papel que hoy cumple el PCE. ¿Se imaginan a los fundadores del PCE de 1921 llamando a la policía para denunciar que los socialistas o anarquistas estaban causando desórdenes en una manifestación contra la patronal o el gobierno? ¿Qué estigma y destino hubieran tenido un líder así ante las masas de entonces? Que hoy Anguita todavía sea referente de algunos, solo indica la desorientación de esa gente en particular, y el estado de putrefacción o conformismo ideológico del movimiento obrero en general.

Ya en tiempos contemporáneos, Anguita siempre ha alabado hasta la saciedad el aire «renovador» de Podemos y ha puesto por las nubes la personalidad de Iglesias. Esto no es casual. Aunque no sea el factor principal, no cabe duda de que aquí entran intereses como las cuentas pendientes de Anguita hacia los jefes de IU, quienes tras sus sonados fracasos electorales acabaron por «hacerle la cama», siendo esta una de tantas riñas que ha habido en las últimas décadas en IU, como consecuencia de ese circo inmerso en la «libertad de grupos e ideologías» interna.

Anguita, aunque no milite directamente en Podemos, ha sostenido las tesis de Iglesias como puede ser comprobado con la comparecencia conjunta en seminarios y tertulias, así como las posturas de cada uno.

«Hace unas semanas, otro conocido líder del revisionismo, Julio Anguita, declaró que Pablo Iglesias es:


«Un sabio adaptador de Lenin a las actuales circunstancias». (Julio Anguita; Entrevista en El Día, 8 de febrero de 2015)


¡«Lo que faltaba para el duro»! No hace falta enumerar las conocidas desviaciones de Pablo Iglesias para saber a estas alturas que está en las antípodas del leninismo, desviaciones que son paralelas en muchos casos a las del propio Julio Anguita. Pese a ello, Anguita, el mayor «gurú del revisionismo español» desde Santiago Carrillo, nos bendice con sus directrices y declara convencido que:


«Pablo Iglesias me parece en ese sentido una mente lúcida que sabe adaptar a los grandes maestros a la realidad sin siquiera tener que hablar de ello». (Julio Anguita; Entrevista en El Día, 8 de febrero de 2015)

Según este «genio» revisionista, el nuevo mesías del revisionismo es tan poderoso que nos conduce al leninismo sin explicar a la gente la necesidad de asegurar la hegemonía del proletariado; sin popularizar por qué es menester organizarse bajo un partido dirigido por el centralismo democrático; sin recalcar el hecho de que cada militante debe tomar y estudiar su doctrina de forma científica; sin abogar por desarrollar la lucha de clases hasta sus últimas consecuencias para lograr la toma de poder, eludiendo la cuestión de la instauración de la dictadura del proletariado; sin explicar por qué es necesaria la eliminación de la propiedad privada y las leyes fundamentales del capitalismo; sin proponer la planificación e industrialización del país en el sentido marxista; sin promover una lucha ideológica contra la religión y toda la cultura retrógrada… así como todos aquellos axiomas que son inherentes al estudio social histórico y sus leyes. Pero según el viejo revisionista cordobés, el señor Iglesias parece que ha logrado conducir a las masas trabajadoras al leninismo y sus fundamentos sin que ellas mismas se den cuenta. Bajo este dibujo surrealista podríamos decir que el neoliberal Mariano Rajoy del Partido Popular, el nacionalista-burgués Artur Mas o el revisionista Alberto Garzón de Izquierda Unida, así como muchos otros, también entrarían en este esquema de «adaptación del leninismo sin hablar de leninismo» y no romperían ningún reglamento, porque según Anguita se puede ser leninista sin hablar de leninismo, ¡incluso atacándolo frontalmente como hace Pablo Iglesias con su teoría antimarxista del «precariado» y la predicación del eclecticismo ideológico!». (Equipo de Bitácora (M-L); El desgaste paulatino de la credibilidad de Podemos, 2015)

Recordemos que Anguita fue aquel que dijo:


«Estoy convencido de que sobre la conciencia colectiva de la ciudadanía flota una pregunta que entre 1901 y 1902 fue formulada por Lenin, «¿Qué hacer?» Es obvio que las circunstancias son otras y también que la perspectiva a afrontar es más perentoria aún que aquella. Cualquier persona que use el intelecto sin una ideologización dogmática no tiene por menos que interrogarse acerca de cuál debe ser el camino a seguir para salir de esta postración económica, social, política y de valores; de esta situación de anomia. (…) «El fin de toda política democrática es por definición el bienestar social y el cumplimiento de la justicia social». (Julio Anguita; Artículo: ¿Qué hacer?, 2014)


Aunque realmente es un comentario clásico del oportunismo que ha sido refutado en varios documentos, volvamos a contestar dichas afirmaciones:

«Claro que tu discurso resulta hasta un cierto punto alentador para el lector sin formación ideológica, bien escondido en la retórica confusa, pero hay elementos que guardan esas líneas que te delatan y revelan como parte de todos los obstáculos a los que se ha de enfrentar la clase proletaria española para su organización y búsqueda del socialismo.


¿Verdaderamente crees que las circunstancias son fundamentalmente distintas a las existentes en tiempos de Lenin? ¿Crees que la naturaleza de la explotación del trabajo asalariado es cualitativamente distinta? ¿Acaso la necesidad del tipo de organización comunista que nace de tales condiciones ha cambiado? ¿Acaso insinúas que las leyes generales de construcción del socialismo determinadas por el marxismo-leninismo son un «dogma»? ¿A qué cambios te refieres como necesarios Anguita, a los que ya impusiesen Ibárruri-Carrillo y ayudaste a mantener durante tu paso por el PCE? ¿A qué resultado ha conducido al PCE esa revisión del marxismo-leninismo bajo la excusa de lucha contra el «dogmatismo stalinista»? ¿Tiene mejor salud o influencia el PCE de hoy gracias a tales revisiones ideológicas o es un cadáver andante?


El problema está en que estás organizaciones, en las que militaste, dejaron la senda del marxismo-leninismo, pues todo sabemos que el PCE perdió su espíritu combativo en la posguerra con la dupla Ibárruri-Carrillo, por lo que IU nunca ha sido una organización marxista ni pretendía serlo, sino una sopa de siglas e ideologías las cuales buscaban sacar tajada estando en los órganos de legitimación del sistema burgués, ojo, no por su presencia en ellas –no somos anarquistas–, sino por su discurso y actuación reformista. Desde ese momento –ya sin ninguna máscara– vuestros fines son completamente distintos a los del proletariado y demás capas explotadas.


Que el lector no olvide: se puede actuar todo lo que se quiera dentro de la institucionalidad burguesa, los líderes de la izquierda domesticada pueden declarar cada cierto tiempo la conformación de «frentes de la izquierda» en aras de la supuesta «unidad» –aunque luego reine la confusión ideológica entre ellos y se apuñalen a las primeras de cambio–; se puede denunciar la corrupción del sistema –mientras se oculta la del partido y aliados–; se puede jugar a la filantropía e incluso donar «pensiones» para los «pobres» –como acostumbra el señor Anguita–: se puede hablar como un humanista «por encima de las ideologías», pero eso no acabará con los efectos que denuncian del sistema, y eso lo saben estas mismas personalidades. Solo un partido de vanguardia proletaria guiado por el marxismo-leninismo eliminará para siempre las contradicciones que genera todo lo que emana de negativo de la dictadura de la burguesía bajo las relaciones capital-trabajo. Y eso está claro que el PCE no lo va a cumplir, porque ni está ni se le espera para tal fin. Gente como Anguita puede seguir presentando la «vía reformista» como la opción cabal para los trabajadores, pero no existe prueba ni experiencia histórica que abale tal cosa. Ningún partido bajo tales lineamientos ha logrado una transformación radical del capitalismo. La confirmación del fracaso de esta estrategia se puede constatar con la historia del propio PCE: en el momento en que se apartó de la línea revolucionaria de la época de José Díaz en 1942, perdió toda su popularidad, desde entonces solo ha languidecido, y hoy no solo no asusta al enemigo de clase, sino que hasta partes de él lo usan como peón en el tablero de la política española institucional». (Equipo de Bitácora (M-L); Cuando Anguita dijo que el «¿Qué hacer?» de Lenin era inservible para nuestra época, 2014)


Reclama que como Iglesias ahora, él ya defendía la Constitución de 1978. Criticando a quienes se oponen a tal camino nos dice el siempre «humilde» profesor:

«Pregunta. ¿Tiene remedio España?


Respuesta. ¿Sabe cómo haríamos la revolución? Cumpliendo la Constitución. Muchos rojos imbéciles hablan de cambiarla. No, tío, primero cumple esta y luego la cambiamos. Si coges el artículo 128: «Toda la riqueza del país está subordinada al interés general», ya tienes las expropiaciones. Y así sucesivamente. Eso es ser un auténtico rojo: devolvérsela al poder con la legalidad vigente». (El Mundo; Julio Anguita: «Pablo Iglesias ha conseguido lo que yo quería», 2016)


Parece ser que Anguita tras décadas en la política burguesa, no se ha dado cuenta de como funciona, o más bien, certifica que piensa como un burgués: «La vía al socialismo defendiendo una constitución burguesa» de 2013.

En otro punto de esa infame entrevista, confiesa:

«Pregunta. Otros dirían que no quiso elegir entre sus dos «hijos»: Podemos e IU.

Respuesta. Yo soy de IU, pero Pablo Iglesias ha conseguido con Podemos lo que yo quise: crecer a costa del PSOE». (El Mundo; Julio Anguita: «Pablo Iglesias ha conseguido lo que yo quería», 2016)


He aquí expuestas sus intenciones históricas, ¿«servir a la ciudadanía» como él siempre ha dicho en lenguaje socialdemócrata? ¡Minucias! Lo principal para IU nunca fue hacer política para el proletariado en alianza con el pueblo trabajador, sino tratar de hacerse hueco en la política a costa del PSOE, y como no pudo lograr tal cosa, trató de hacerlo con la «famosa pinza» con el PP de Aznar tratando de derrocar al gobierno del PSOE de Gónzalez, en la cual fuimos testigos de como IU, lejos de aprovechar la crisis gubernamental del PSOE para crecer, mantuvo posturas oportunistas y obtuvo como resultado de su genial política el crecimiento espectacular de la derecha que ganaría las elecciones generales de 1996 con mayoría absoluta. Ese es el bagaje que nos legó Anguita: vivir como un demagogo aparentando humildad y honestidad, mientras se desaprovecha una oportunidad política histórica de recoger los frutos del fallido socialdemocratismo.


Este es el «hombre de referencia» que parte de la izquierda tiene como ídolo. A estas alturas quien defiende el legado político de Anguita es porque es un ignorante o un necio». (Equipo de Bitácora (M-L); Las luchas de fracciones en Podemos y su pose ante las masas, 2017)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

[*] El «pablismo» de Podemos, pese a su pose original, es heredero del «carrillismo» del PCE en su estrategia de toma de poder

2 COMENTARIOS

  1. Estas que me dictó, rimas sonoras,
    el disgusto de verte tan errado,
    !oh, Julio Anguita¡, en las dolientes horas
    en que un rojo se viste de morado,
    ahora que de iglesias te decoras,
    escucha a un camarada que deplora,
    que aprendió, de Córdoba hasta Huelva,
    que el bosque no es lo mismo que la selva.

    Fuiste ardiente orador, sincero, humano,
    sereno ante el elogio que rezuma
    en aquellos que tendieron una mano.
    Otros sólo pensaban en la suma,
    como el Saulo que dice “soy tu hermano”.

    La baba es muy viscosa, no la espuma,
    por eso afirmo: vigila tu carisma,
    que el alma es al tiempo tu marisma.

    No has de fiarte nunca de la Iglesia
    ni de radios, de pantallas o de prensa;
    rescata tu memoria, cuidado con la amnesia,
    olfatea a tu lado, verás las caras tensas
    de un Club epidural, cual la anestesia.

    Mira al péndulo: por regla general,
    acostumbra a oscilar del diez al cero,
    inherente a los fans de Zapatero;
    por la noche oscila hacia la izquierda,
    y al salir el sol se lanza a la derecha.

    Recuerda así, querido Julio:
    fuiste persona más que honesta.
    Entre Lenin y Pablito
    hay abismos, no una brecha.

    NOTA ACLARATORIA.- Gracias a Luís de Góngora del que aprendí de memoria, en mis tiempos de poeta frustrado, su espléndida Fábula de Polifemo y Galatea, verdadero monumento del culteranismo, rama vilipendiada y criticada de la poesía de los siglos XVI-XVII, pero rescatada en el siglo XX por genios como Rubén Darío.
    El gran enemigo de Góngora fue el imprescindible Francisco de Quevedo, madrileño que combatió al cordobés con invectivas deliciosas aunque vitriólicas y a veces crueles.
    Esta vez las tornas han cambiado: un malagueño bondadoso y despistado creyó ver a Lenin en un presunto marxista alimentado en el trotskismo más descarado, sin gracia ni otra ideología que la que convenía en cada momento.

    (TOMADO DEL BLOG DE CARLOS TENA)

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