¡Para lo que ha quedado el barrio de Salamanca! Aquella balsa de aceite en la que todo era conformidad con lo que Dios disponía, aquel remanso de paz donde coexistían mansamente militantes de Acción católica, Consejeros de Banca, Subsecretarios, Ministros, hacendados, duques, grandes de España , señoras viudas de rentistas y aristócratas , curas, boticarios y gente de mucho lujo, pompa y fachenda, se ha convertido, en los últimos días, en un suburbio de seres primitivos y camorristas, un arrabal donde la cortesía y los buenos modos han sido desplazados por el griterío, el abucheo, la vulgaridad y las bajas pasiones de matachines pendencieros
Antes, en aquel barrio había vida, había movimiento, había adrenalina. Todavía retenemos en nuestras pupilitas aquella alegre navidad , cuando en la calle Claudio Coello, tirando p´ abajo, el coche de Carrero se fue al carajo. Aquel !booooommm! aún tintinea como musiquíta en nuestros oídos. Nos dolíó saber que el jesuíta que iba a darle la comunión estaba preocupado porque el Almirante se retrasaba y la santa hostia se le quedaba fría …pero Don Luis que era un crápula, voló como un pajarito…menos mal que, en un acierto urbanístico, se colocó allí un tejado que amortiguó un poquito el golpe.
Las cosas antes eran diferentes. Los hombres mantenían el aplomo y atendían gustosos sus negocios y a sus amantes siguiendo el “Camino” de Monseñor Escrivá de Balaguer. Las señoras no mostraban ese lascivo apetito que muestran las pijas de hoy, eran supernumerarias del Opus Dei, sabían morderse la lengua y aceptaban resignadamente abortar en una buena clínica privada en Madrid si no era posible hacerlo en Londres.
No es que fueran personas de bien pero sabían que la familia era indivisible. Cómo olvidar a aquella Alianza Popular y al prestigioso Álvarez Cascos votando contra la Ley del divorcio, y sin embargo…!cómo se les revolvió la vida a los pobres pudientes! porque algunos desdichados han tenido mala suerte y van ya por el tercer matrimonio…
Eran circunspectos, vivían, incluso, por debajo de sus posibilidades y aunque les costaba mantener a raya sus vicios, sabían disimularlos.
El barrio de Salamanca entonces era señorial, distinguido y refinado pero desde que los escuálidos venezolanos llegaron huyendo de la “dictadura chavista”, las clases acomodadas se han contagiado de una especie de hipocondría por la bachata y el reguetón que ha transformado a los “señoritos” en seres ordinarios, arrabaleros y organizadores de asonadas con cacerolas, sartenes y tupperwares en la calle, como si no hubiera un mañana.
La calle Nuñez de Balboa es hoy un escaparate de baratijas. Banderas rojigualdas descoloridas de tanto orearlas en los balcones, megáfonos de cuatro perras, palos de golf percusionando sobre las señales de tráfico, jerseys Lacoste con cocodrilos consumidos y desdentados, cabellos engominados para reforzar la autoestima y mucho amor a España, eso sí, el santo amor a la España desgarrada que los fachas pijos han jurado defender, desde las pistas de St. Moritz.
La consigna de moda es “Gobierno dimisión” porque para ellos el virus y cualquier otro desastre que sobrevenga son una creación diabólica de este Gobierno de rojos. Pero la situación presenta una gravedad inusitada cuando, con toda impunidad, mirando a cámara, los cacerolantes, corean consignas pidiendo libertad. Ahí, ya la bullanga nos ha llegado al corazón.
Ante tan noble y humana demanda ¿ qué quieren que hagan las fuerzas del orden? ¿ Cómo reprimir las ansias de libertad si el himno de España acompasa la protesta? ¿Cómo cometer el sacrilegio de usar la porra sobre unos lomos envueltos con la bandera de España? ¿Cómo impedir el derecho de reunión y concentración a unos compatriotas que padecen un sofocante encierro en un angosto piso de 200 metros? La policía, como garante de la seguridad y el orden, sólo puede advertir a los concentrados, como es de rigor, que mantengan la distancia social (la distancia física no es urgente) y se echen una rebequita al hombro no se vayan a constipar…
Yo, como estudiosa de estos fenómenos, experta en sátiras, pandemias y rebeliones y reacia a los discursos largos, vistas las dimensiones del mediocre alzamiento advierto a las autoridades municipales que: o se abre al público Luis Vuitton, Armani, Carolina Herrera y Gucci o hay que echar mano de un gobierno de salvación nacional…!Ustedes mismos!
Telva Mieres.