“Manifestaciones multitudinarias copan las calles de EE.UU. en protesta por el racismo y la brutalidad de su régimen”, dijo el domingo el portavoz de Ansarolá, Muhamad Abdelsalam, en un mensaje en Twitter.
Abdelsalam enfatizó que “las protestas han logrado evidenciar la realidad de los Estados Unidos y probar que este país nunca ha sido y nunca será cuna de la libertad mientras esté gobernado por un régimen racista”.
El funcionario yemení hacía alusión a la “conducta racista” del presidente de EE.UU., Donald Trump, y a la violencia desatada por la Policía de ese país contra los ciudadanos estadounidenses que protestan contra el asesinato del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco en la ciudad de Mineápolis, en el norteño estado de Minesota.
Trump, en vez de condenar la violencia policial contra las personas de raza negra, ha pedido mano dura contra los manifestantes de Mineápolis, a los que ha tachado de “matones”, también los ha amenazado con dar la orden de disparar. Con respecto a las protestas frente a la Casa Blanca, en Washington D.C. (capital estadounidense), advirtió el sábado que si los descontentos violaban el recinto circundante, enfrentarían “los perros más salvajes y las armas más siniestras”.
Y las protestas siguen ante la Casa Blanca. Pese al toque de queda en Washington, los indignados se volvieron a congregar y la Policía trató de dispersarlos con gases lacrimógenos, granadas aturdidoras y aerosol de pimienta.
La violencia policial en EE.UU. ha suscitado críticas de diversas organizaciones defensoras de los derechos humanos, que aseguran que la comunidad afroamericana es objeto de una grave e incesante ola de abusos, en la que agentes del Gobierno estadounidense están involucrados. Según un estudio de las universidades de Michigan, Rutgers y Washington, 2,5 veces más de posibilidades de morir a manos de la Policía que los blancos.