Seis décadas después, el compromiso asumido por los trabajadores agropecuarios adquiere una importancia estratégica para la isla, en un contexto internacional marcado por la crisis económica agravada por la pandemia del Covid-19, y el recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos.
De ahí que Cuba insista en potenciar sus propias reservas para producir alimentos y disminuir las importaciones de productos, por lo que estimula la siembra de cultivos de diferentes ciclos, el autoabastecimiento local y el máximo aprovechamiento de las tierras estatales ociosas en usufructo.
La estrategia incluye el fomento de organopónicos y huertos intensivos, así como la agricultura urbana, suburbana y familiar.
En un reciente encuentro con los gobernadores de todas las provincias del país y del municipio especial Isla de la Juventud, el jefe de Estado cubano, Miguel Díaz-Canel, reiteró la necesidad de prever la siembra de cultivos resistentes a los efectos de eventos meteorológicos.
Insistió en la necesidad de potenciar esas plantaciones aprovechando la tecnología desarrollada por el país que permite la producción por biotecnología de semillas de probada calidad.
Subrayó, asimismo, la necesidad de dinamizar la comercialización de los productos desde diversas variantes, con alternativas que permitan gestionar, también nivel local directamente con los productores y llevar los productos al mercado.
El reto está en buscar constantemente otras maneras de comercializar y distribuir productos para que estas actividades sean más eficientes, apuntó, al tiempo que destacó la urgencia de agilizar los trámites para conceder las entregas de tierras solicitadas en usufructo.
Cuba destina anualmente montos millonarios para la importación de alimentos, de ahí que la agricultura está llamada a convertirse en la principal fuente de alimentación por lo que se estimula el desarrollo del sector campesino y un mayor encadenamiento productivo.