El 1 de abril escribimos un artículo titulado “El coronavirus destapa la olla” y en nuestro primer párrafo decíamos: “Pocos acontecimientos en el mundo han sido difundidos tan profusamente y han sido escuchados por casi la totalidad de la población mundial. Las noticias sobre la pandemia del coronavirus, covid-19, se han convertido en la telenovela de la especie humana”.
Pero en ésta telenovela, donde estamos pendientes del capítulo diario de cuantos se contabilizan como contagiados y fallecidos, cada uno hace el guion de su propia novela, de qué va a pasar, cuando termina, con qué se cura, de dónde vino, etc. Parte de las estadísticas son las denuncias diarias de negociados y corrupción, desde simples mascarillas hasta complejos respiradores, pasando por las diferentes pruebas y hasta las fundas para cadáveres.
En la corrupción aparecen involucrados desde autoridades de gobierno, mandos medios y mandos bajos, al igual que el virus la corrupción no discrimina, ha contagiado en todos los grupos de la sociedad, autoridades, empresarios, empleados y trabajadores. Las causas del contagio de la corrupción son varias, una de ellas la educación, la instrucción, la formación, que a lo largo de la vida han recibido las personas, desde su hogar, la escuela, la secundaria, la universidad, los medios de comunicación, la iglesia, el conjunto de la sociedad. La corrupción es inherente al sistema capitalista.
Las autoridades, los empresarios, los delincuentes y corruptos, todos pasaron por las manos de diversidad de profesores, que, si bien no les enseñaron a ser corruptos, tampoco les enseñaron a no serlo, porque los profesores no fueron preparados para eso, porque no está en los planes de estudio, porque solamente enseñaron materias de estudio, no enseñaron comportamientos, solo enseñaron aptitudes, pero olvidaron las actitudes.
Sin embargo, no es responsabilidad de los profesores en tanto individuos, nadie enseña lo que no sabe, la responsabilidad es colectiva, es social, pero no de la sociedad como sumatoria de individuos, sino del sistema económico-social que dirige a la sociedad, estamos hablando del sistema capitalista, ese es el responsable.
Todo sistema social, entre ellos el esclavista, el feudal, el capitalista, tiene una estructura económica, asentada en la producción, en cómo y con qué se produce, y esto depende de la relación que existe entre los productores y las herramientas de trabajo, en general los medios de producción, desarrollándose un tipo de relaciones entre aquellos que los tienen, los empresarios, y aquellos que no los poseen, los obreros y trabajadores.
Esta estructura económica, se constituye en los cimientos sobre los que se levanta toda la construcción social, denominada la superestructura de la sociedad; todo estará en dependencia de esta estructura económica, las instituciones, las organizaciones, los partidos políticos, las Constituciones, las leyes, la justicia, la educación, las pensiones, se determinarán en razón de esto, que es lo bueno y qué es lo malo, que se castiga y qué se permite, y así podemos ver como cada que es necesario reforman y acomodan las leyes para ponerlas al servicio de esa estructura económica, en otras palabras para ponerlas al servicio de quienes son los dueños de los medios de producción, de la clase dominante y explotadora en el sistema capitalista.
Los medios de comunicación que son empresas de los empresarios, para ser reiterativos, son parte de esa superestructura de la sociedad, y en consecuencia están al servicio de la estructura económica de la sociedad, esto es a defender los intereses empresariales, defienden los intereses de sus dueños, y todos los días desde un poco antes de que tengamos uso de razón, y durante toda la vida nos están bombardeando con sus mensajes, y deformando nuestra conciencia, diciéndonos, qué hay que comprar, qué hay que pensar, contra quién hay que estar y por quién hay que votar. Hasta las noticias y las estadísticas sobre la pandemia responden a sus propios intereses. Crean lo que es la conciencia social, una forma deformada de pensar y de interpretar el mundo y la sociedad, una forma deformada de interpretar nuestra propia vida.
La escuela, entiéndase la educación en su conjunto, todos los niveles de ella, son también, parte de esa superestructura de la sociedad, en consecuencia, la educación apunta a sostener al sistema capitalista existente, los profesores solo son los instrumentos de esa maquinaria. La educación culmina dando títulos que acreditan conocimientos en determinadas áreas, que pueden incluir grandes conocimientos especializados, pero tienen cero en actitud crítica, en autonomía de pensamiento, nadie es crítico, algunos acusan, insultan, pero no argumentan, con la tecnología muy pocos piensan, la aplastante mayoría copia y pega, sin ninguna responsabilidad, sin siquiera haber entendido lo que copian. Las redes sociales en ese sentido se convierten en instrumentos de esa superestructura de deformación ideológica, cuando podrían cumplir una importante función respecto al conocimiento y la información.
La defensa y fortalecimiento del sistema capitalista, casi nos llega con el aire que respiramos, tiene un alto nivel de contagio, tenemos que crear anticuerpos mentales, para detener el avance del virus de la deformación ideológica capitalista, no es fácil pero es posible, el conocimiento de la teoría adecuada es decisivo, el saber científicamente como funciona el sistema ayuda en ello, la teoría del marxismo leninismo es la única hasta ahora, que da cuenta de esto, que algunos la cuestionan por ser antigua, y para eso curiosamente, acuden a la teoría clásica de la economía burguesa que es bastante más antigua.
Para que no interrumpan la lectura había que dejar para el final, el incluir que parte de la superestructura que defiende la estructura económica capitalista, es la iglesia, que desde que existió se encuentra del lado de los dueños de la estructura económica, más allá de que algún miembro aislado, ocasionalmente, hasta que lo sancionen, esté del lado de los que cuestionan el sistema, como lo hizo el sacerdote Ernesto Cardenal en Nicaragua. En el Ecuador el expresidente y dirigente liberal de fines de los años 1800s en su enfrentamiento contra el retraso que representaban los rezagos feudales, expulsó a los sacerdotes y expropió todos los bienes de la iglesia, los pasó al Estado y creó con eso, lo que luego se llamó Ministerio de Bienestar Social. Luego la iglesia, cual rebrote, retornó y abiertamente hace política en la sociedad ecuatoriana, al igual que todas las iglesias en el resto de latitudes del mundo.
En época de pandemia, los sectores populares no pueden dar continuidad a sus labores de aprendizaje, a sus estudios, porque no tienen ni la herramienta ni la tecnología, y eso no es culpa de la pandemia, eso no es de ahora, pues para el sistema capitalista, para los gobernantes capitalistas, el internet era pensado como un servicio para un determinado sector de la sociedad, porque las computadoras no se consideraban una necesidad para los pobres, para los marginados de la sociedad. Entonces no pueden estudiar, pero no es por culpa de la pandemia, sino por la forma en que estaba y está pensada la sociedad, la responsabilidad no es del corona virus, sino del sistema capitalista excluyente y explotador, que segrega a una gran parte de la población, en medio de discursos de igualdad y que privilegia a un pequeño sector en nombre de la fraternidad.
Si queremos que cambie esa superestructura jurídica, política, ideológica, solo es posible mediante el cambio de la estructura económica capitalista, todo lo demás son ilusiones pequeñoburguesas o mentiras burguesas para mantener intacto el sistema capitalista y el actual estado de cosas, de miseria y explotación.
Lisímaco Velasco. Federación Sindical Mundial.