Conforme anunció el sábado Ardeshir Yar Ahmadi, jefe de la Organización Pesquera de la provincia de Busher (sur de Irán), un grupo de pescadores iraníes entró accidentalmente en las aguas del país vecino. Como consecuencia, la Guardia Costera saudí comenzó a disparar contra ellos.
Los pescadores persas zarparon el 21 de junio de la ciudad portuaria de Rostami, en Busher, para una expedición de pesca de diez días, pero se vieron obligados a regresar el sábado, explicó, antes de aseverar que todos los ciudadanos iraníes están sanos y salvos.
Por su parte, la agencia oficial saudí de noticias SPA informó el mismo sábado que la Guardia Costera del país árabe había disparado y obligado a retroceder a “tres barcos iraníes”, cuando ingresaron a sus aguas territoriales el jueves a las 18:30 (hora local).
Según detalló el medio saudí, los barcos se habían “negado a responder” a las advertencias repetidas, después de lo cual, “se dispararon tiros de advertencia, obligándolos a retirarse”.
Todavía no está claro si los dos mencionados incidentes corresponden a un mismo episodio.
En junio de 2017, los guardacostas de Arabia Saudí mataron a un pescador iraní en el Golfo Pérsico, acusándole de haberse infiltrado en las aguas saudíes. Todo se produjo a raíz de que dos barcos de pesca iraníes se desviaran de su curso debido a las grandes olas del mar.
Riad arrestó, además, a siete pescadores persas durante dicho incidente; no obstante, después de varias llamadas hechas por Irán y tras pasar un año en las cárceles saudíes sin cargos en su contra, el régimen saudí los puso en libertad.
Las relaciones entre Irán y Arabia Saudí se empeoraron, con la estampida que ocurrió el 24 de septiembre de 2015 en Mina, cerca de La Meca, en la que miles de peregrinos —muchos de ellos iraníes— perdieron la vida.
La tensión entre ambos países se agudizó después de que Riad rompiera relaciones diplomáticas y comerciales con el país persa tras las protestas frente a las sedes diplomáticas saudíes en Teherán (capital) y Mashhad (noreste), en reacción a la ejecución del prominente clérigo chií, el sheij Nimr Baqer al-Nimr, por orden de los Al Saud. Desde entonces, el reino árabe ha incrementado su retórica negativa contra la República Islámica sobre su papel en la región de Asia Occidental.
