El mes pasado el ministro de Salud alemán, Jens Spahn, apareció en el programa de televisión “Bericht aus Berlin” diciendo que no se debían practicar pruebas de PCR en masa a la población porque arrojan demasiados falsos positivos.
“Tenemos que tener cuidado de no tener demasiados falsos positivos debido a demasiadas pruebas […] Haciendo muchas pruebas se obtienen demasiados falsos positivos, porque las pruebas no son 100 por cien exactas. También tienen una tasa de error, aunque pequeña. Si, por así decirlo, la tasa de infección general sigue bajando, y al mismo tiempo se amplían las pruebas a millones, entonces de repente se tienen muchos más falsos positivos”, dijo el ministro (*).
De esa manera se pasaba al bando de los magufos y negacionistas que siempre han defendido que la PCR arroja resultados que, dicho muy suavemente, son inexactos. La pandemia la fabrican los test de coronavirus; cuantos más tests hacen, más “contagiados” encuentran, más “brotes” y “rebrotes”, hasta formar “oleadas de virus”.
Con la desescalada, las empresas han empezado a exigir pruebas de coronavirus a los trabajadores para que se puedan incorporar a sus puestos de trabajo, y por eso los positivos aparecen por todas partes.
El fraude es por partida doble porque lo más probable es que esos “casos positivos” no sean recientes. No existe ninguna prueba médica capaz de determinar la fecha en la que un virus ha entrado en el organismo, si es reciente o si la persona convive con él desde que estaba en el vientre de su madre.
No es sólo que un “falso positivo” no signifique nada, sino que dar “positivo” tampoco lo es, ni desde el punto de vista epidemiológico, ni tampoco desde el médico.
En Alemania los negacionistas han levantado la cabeza, como indican los comentarios en las redes sociales a las palabras del ministro. Hasta ahora quien ponía en duda la fiabilidad de las pruebas era tachado de “conspiranoico”. Ahora el “conspiranoico” es el propio ministro.
(*) https://twitter.com/ARD_BaB/status/1272227228781285379