Los marxista-leninistas de 1984 sobre el internacionalismo proletario

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«En la actual situación mundial tiene particular importancia la aplicación del internacionalismo proletario activo. La solidaridad fraternal de la clase obrera de los diversos países es necesaria para que el proletariado en su lucha contra la explotación capitalista en cada país, alcance la victoria en su lucha revolucionaria. (…) Una de las principales tareas de los marxista-leninistas y de las fuerzas progresistas del mundo entero es la denuncia y la lucha resuelta, irreconciliable y sin cuartel contra el revisionismo, tanto en el terreno ideológico como en el político. Cualquier debilitamiento en esta lucha de principios, bajo cualquier pretexto, conduce inevitablemente al aumento de la fuerza del revisionismo, y daña considerablemente la causa revolucionaria. (…) El internacionalismo proletario significa que cada partido marxista-leninista, debe preocuparse no solamente por el desarrollo de la revolución en su propio país, sino por el desarrollo de la revolución en el mundo entero. No solamente debe velar por la pureza del marxismo-leninismo en sus filas, sino también en el movimiento comunista marxista-leninista internacional, cada partido debe dar a los demás partidos su máxima ayuda ideológica, política y material, y debe esforzarse particularmente por dar ayuda a aquellos partidos hermanos que están más necesitados. (…) Asimismo se plantea la tarea de la defensa de la patria socialista, hoy por hoy representada por Albania. Esta es una necesidad y una obligación que debemos cumplir, pero entendiéndola recíprocamente. Igualmente, el internacionalismo proletario exige que la patria socialista cumpla sus deberes internacionalistas de cara a los demás partidos en la práctica. (…) Debe manifestarse la solidaridad hacia los pueblos que son víctimas de la opresión y represión por parte de sus respectivos gobiernos fascistas y reaccionarios. (…) Cuya práctica debe consistir, en primer lugar, en difundir y apoyar las justas luchas de los pueblos contra sus opresores y explotadores, así como contra toda suerte de crímenes del imperialismo contra los pueblos, combatiendo toda actitud localista, independentista o nacionalista. (…) Debe combatirse tanto el independentismo como el seguidismo. Cada partido debe de ser independiente para definir su propia línea y táctica con arreglo a las condiciones concretas de su país, pero la independencia de un partido está limitada por los principios internacionalistas del marxismo-leninismo, que son y deben ser comunes a todos. (…) Igualmente es una cuestión de principio, combatir el seguidismo respecto a otro partido o partidos, ya que ello refleja insuficiencia teórica y de análisis, constituyendo en cualquier caso el seguidismo una de las raíces y manifestaciones del revisionismo. (…) La ayuda internacionalista entre partidos debe entenderse y practicarse de forma organizada y centralizada en la medida de lo posible, y no dejarla a la improvisación o la iniciativa aislada de cada partido. En este sentido es necesario que los auténticos partidos comunistas combatan el espontaneísmo, el indiferentismo, las «zonas de influencias», el cantonalismo y el grupismo que se oponen a la concepción organizada, comunista, del internacionalismo proletario. (…) Esforzarse en unir y estrechar los lazos y las relaciones con los demás partidos mediante reuniones bilaterales y multilaterales, sobre la base de los principios; coordinarse con la máxima amplitud y representabilidad posible a nivel internacional para intercambiar opiniones, experiencias, informaciones, así como conjuntar análisis y posiciones sobre cuestiones de actualidad, en aras de un mejor conocimiento mutuo, de una mayor eficacia, de fortalecer la línea revolucionaria, de estrechar la colaboración entre los destacamentos del movimiento comunista mundial y dar pasos concretos para trazar una línea general para el movimiento que lleve a los partidos hacia la unidad internacionalista organizada. (…) En las relaciones entre partidos debe desecharse también la práctica de reuniones formalistas, superficiales y protocolarias, y debe establecerse el principio de la crítica y la autocrítica comunista entre los partidos hermanos, contrastando los planteamientos de cada partido con su práctica real, sin temor y sin inhibiciones cuando se trata de dilucidar cuestiones de principio». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)

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