El PCPE y el PCOE ante la vuelta a clase en el País Valencià y la incapacidad del “Govern del Botànic” [ESP/VAL]

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Durante la última etapa del pasado curso académico vimos cómo, tras la suspensión de las clases presenciales, todos los niveles educativos mostraron graves deficiencias en el desarrollo de la enseñanza. Los medios telemáticos que tanto publicitó la Generalitat no funcionaron y el personal docente tuvo que improvisar para desarrollar este tipo de tareas, demostrando el gobierno valenciano una total ignorancia, si no un absoluto desinterés, sobre la situación de los hogares de la clase obrera.

El pasado 4 de mayo, Manuel Castells, Ministro de Universidades, afirmaba que “la brecha digital es un mito” y que el 91,4% de los hogares españoles disponían de un ordenador. Rápidamente, la información del propio INE dejaba en ridículo a Manuel Castells ya que, según datos de 2019, tan solo el 80,9% de los hogares cuenta con algún tipo de ordenador. Teniendo en cuenta que este porcentaje contabiliza las tablets y otro tipo de ordenadores que, si bien pueden acceder a Internet y tienen funcionalidades compatibles con las tareas de la docencia, no cuentan con las múltiples funcionalidades que tan solo son compatibles con ordenadores portátiles o de sobremesa, por no hablar de los ordenadores obsoletos “incompatibles” con el seguimiento y realización de algunas tareas.

La tan cacareada autonomía de los centros y de las universidades se mostró entonces como es: que cada uno/a haga lo que pueda con lo que tiene, porque no le vamos a dar más que migajas y así ha seguido desde entonces. De nuevo veíamos cómo los gestores de las universidades públicas se convertían en pollos sin cabeza a la hora de tomar medidas, dejando a cada profesor/a “a su libre consideración” pero imponiendo de facto, de manera atropellada e ignorando a la representación sindical, una docencia y evaluación online improvisadas, de dudosa eficacia docente y que situaba tanto a profesores/as como a estudiantes en la más absoluta inseguridad jurídica.

Tras un final de curso lleno de decisiones más que deficientes y con un apoyo nulo, el inicio del nuevo curso 2020-2021 nos deja un panorama más lamentable todavía. A un mes de empezar el curso, la mayoría de comunidades autónomas y hogares desconocían qué medidas se implantarían, si se desdoblarían las clases y cursos saturados, si se reforzarían las plantillas docentes, de limpieza, de comedor, qué infraestructuras se utilizarían…

A día de hoy, ya iniciado el curso, la ley establecida por la Generalitat Valenciana ha sido la del “sálvese quien pueda”. Si bien teóricamente se han establecido medidas como la reducción del número de alumnos/as por clase, los grupos “burbuja”, la obligación de una distancia interpersonal mínima, medidas de higiene extra o las entradas, salidas y recreos “escalonados”, Todo ello lo han tenido que decidir docentes especialistas en matemáticas, física, educación física, inglés o lengua … sin ningún tipo de capacitación en lo referente a tratamientos ni gestiones sanitarias: es necesario y urgente la incorporación de personal sanitario perteneciente a la consellería de Sanitat que ayude y coordine todo el proceso.

La pregunta es, ¿cómo las pretenden implementar? Con institutos saturados con hasta 30 alumnos/as por aula porque no existen infraestructuras para más, con docentes que semana a semana superan de largo sus horas laborales establecidas con trabajo extra no remunerado, con unos niveles de sobreexplotación y precariedad incompatibles con la conciliación familiar y laboral que tan solo consiguen dificultar a las familias las entradas y salidas de sus hijos y un largo etcétera de problemas de los que la educación pública ya “gozaba” mucho antes de que la COVID-19 entrara en escena, ¿cómo se piensa asumir las nuevas medidas? La respuesta es clara, recaerá sobre los centros, el profesorado y los padres y madres, mientras la Generalitat se lava las manos responsabilizando a las familias del estado de salud de sus hijas e hijos.

La principal medida, la bajada de la ratio por aula hasta 23 alumnas/os para infantil y primaria y 25 alumnas/os para secundaria, deja patente la manera en la que la Generalitat Valenciana insulta la inteligencia de la comunidad educativa. En primer lugar porque solo descarga la ratio 2 alumnos por aula en primaria y 5 en secundaria en los centros saturados (según los datos de 2019 la ratio media en primaria e infantil era de 20,6 alumnos/as y en secundaria de 24,9). Pero es que además estamos viendo como la mayoría de institutos de secundaria se han visto obligados a impartir la mitad de las clases (con asistencia en días alternos), reduciendo drásticamente la instrucción del alumnado que no lo puede pagar fuera de la institución pública: otra tirita bienintencionada para un sistema que se desangra.. Esto muestra cómo, quienes de nuevo pagarán los platos rotos de esta gestión serán los colegios e institutos más saturados y con menores recursos, aquellos donde se matriculan las/os hijas/os de la clase trabajadora, que no cumplen las ratios y que se ven  obligados a utilizar la semipresencialidad por turnos rotatorios en casa y en el centro a fin de suplir la falta de recursos humanos y materiales. Los institutos de secundaria, que largo tiempo atrás se transformaron en centros de abandono escolar donde desechar a los hijos e hijas del proletariado más precario, verán multiplicados sus problemas para abordar y evitar el “fracaso escolar”, al igual que para atender a aquellas/os alumnas/os con necesidades educativas especiales, es decir, aquellas/os que el capitalismo considera “no rentables”, cuya atención recae casi en exclusiva sobre la enseñanza pública.

Las universidades valencianas, por su parte, han aplicado medidas arbitrarias y claramente insuficientes marcadas por la imposición de una política de “coste 0” que impide la necesaria contratación de nuevo profesorado y personal técnico, el refuerzo de los raquíticos Servicios de Prevención o el de los imprescindibles servicios de limpieza. La imposibilidad presupuestaria para desdoblar grupos de teoría y/o prácticas limita las medidas a las recomendaciones genéricas de uso de la mascarilla en todo momento o mantenimiento de 1,5 m de distancia interpersonal excepto para los laboratorios de prácticas, auténticos generadores de contactos estrechos. Contradictoriamente, la presencialidad es obligatoria en la mayoría de casos, eso sí, en función de los aforos de las aulas, imponiendo a profesores/as y estudiantes un absurdo sistema que llaman “dual” en que parte del alumnado (si realmente acude) atenderá la clase en el aula mientras el resto debe seguir la retransmisión de la misma en directo.

Con todavía menos ayudas, pero con las mismas tasas y exigencias para el alumnado, esta situación, sumada al paro y la precariedad galopantes desencadenados por un capitalismo en crisis estructural agudizada por la pandemia de COVID-19, hace que muchos hijos e hijas de la clase trabajadora hayan tenido que abandonar su formación universitaria por no poder hacer frente a los pagos de las matrículas, tasas o gastos relacionados.

Todas estas medidas reflejan la ineficiencia de los gestores políticos del capitalismo para atender a las necesidades de la inmensa mayoría social, su total despreocupación por la situación del proletariado y el quebrado modelo educativo del capital. El sistema educativo capitalista es tan solo otra herramienta de la burguesía a fin de inocular al proletariado con su ideología, de desechar y jerarquizar a los hijos e hijas de la clase trabajadora dentro de cada una de las enseñanzas en función de las necesidades, trabajos y funciones que el sistema productivo capitalista tiene asignado para ellas y ellos, mientras introduce ideología burguesa a fin de combatir la conciencia de clase y la organización obrera, desde la asignatura de Historia hasta asignaturas relacionadas con el comportamiento en los centros de trabajo o el emprendimiento empresarial, todas cumplen su función.

El sistema educativo no es más que el reflejo del quebrado y agonizante capitalismo y de sus Estados, quienes ya antes de la COVID-19 y con la aceleración que ésta ha provocado, ven en sus horizontes otra crisis económica que no deja de ser la cola de la misma crisis que ya viéramos iniciarse en 2008, y van allanando el terreno a una nueva ola de recortes sociales que dejarán la educación pública todavía más precarizada y sobresaturada de lo que ya hoy día está.

Ante esta situación, todos los partidos políticos del arco parlamentario agacharán la cabeza y reformularán leyes y medidas para una “mejor enseñanza”, puede que incluso un “Pacto Social por la Educación”, pero sin cambiar la base, cambiarlo todo para que nada cambie. El sistema educativo capitalista nos aboca a una vida de servidumbre intelectual e ideológica, así como a un individualismo y competitividad contrarios a los intereses de la clase obrera y resto de sectores populares. Debemos combatir el individualismo y la servidumbre con una educación de clase, pero de clase proletaria, y para ello tan solo cabe la organización popular en los centros de estudio, con el estudiantado en solidaridad con el profesorado y viceversa.

 

¡Organízate contra la educación capitalista y sus medidas que nos abocan a la enfermedad y la ignorancia!

¡Por una enseñanza al servicio del pueblo trabajador, exclusivamente pública, científica y sin copagos!

Comité Regional del Partido Comunista Obrero Español en València

Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE) Comité del País Valencià

10 de octubre de 2020

“Necesitamos otra educación para otra sociedad y otra sociedad para otra educación”

Karl Marx

 

El PCPE i el PCOE davant la tornada a classe al País Valencià i la incapacitat del “Govern del Botànic”

 

Durant l’última etapa del passat curs acadèmic vam veure com, després de la suspensió de les classes presencials, tots els nivells educatius van mostrar greus deficiències en el desenvolupament de l’ensenyament. Els mitjans telemàtics que tant va publicitar la Generalitat no van funcionar i el personal docent va haver d’improvisar per a desenvolupar aquest tipus de tasques, demostrant el govern valencià una total ignorància, si no un absolut desinterés, sobre la situació de les llars de la classe obrera.

El passat 4 de maig, Manuel Castells, Ministre d’Universitats, afirmava que “la bretxa digital és un mite” i que el 91,4% de les llars espanyoles disposaven d’un ordinador. Ràpidament, la informació del mateix INE deixava en ridícul a Manuel Castells ja que, segons dades de 2019, tan sols el 80,9% de les llars compta amb alguna mena d’ordinador. Tenint en compte que aquest percentatge comptabilitza les tauletes i un altre tipus d’ordinadors que, si bé poden accedir a Internet i tenen funcionalitats compatibles amb les tasques de la docència, no compten amb les múltiples funcionalitats que tan sols són compatibles amb ordinadors portàtils o de sobretaula, per no parlar dels ordinadors obsolets “incompatibles” amb el seguiment i realització d’algunes tasques.

La tan esbombada autonomia dels centres i de les universitats es va mostrar llavors com és: que cadascun/a faça el que puga amb el que té, perquè no li donarem més que engrunes i així ha seguit des de llavors. De nou véiem com els gestors de les universitats públiques es convertien en pollastres sense cap a l’hora de prendre mesures, deixant a cada professor/a “a la seua lliure consideració” però imposant de facto, de manera atropellada i ignorant a la representació sindical, una docència i avaluació online improvisades, de dubtosa eficàcia docent i que situava tant a professors/as com a estudiants en la més absoluta inseguretat jurídica.

Després d’un final de curs ple de decisions més que deficients i amb un suport nul, l’inici del nou curs 2020-2021 ens deixa un panorama més lamentable encara. A un mes de començar el curs, la majoria de comunitats autònomes i llars desconeixien quines mesures s’implantarien, si es desdoblegarien les classes i cursos saturats, si es reforçarien les plantilles docents, de neteja, de menjador, quines infraestructures s’utilitzarien…

Hui dia, ja iniciat el curs, la llei establida per la Generalitat Valenciana ha sigut la del “salve’s qui puga”. Si bé teòricament s’han establit mesures com la reducció del nombre d’alumnes/as per classe, els grups “bambolla”, l’obligació d’una distància interpersonal mínima, mesures d’higiene extra o les entrades, eixides i esbarjos “escalonats”, Tot això ho han hagut de decidir docents especialistes en matemàtiques, física, educació física, *ingés o llengua … sense cap mena de capacitació referent a tractaments ni gestions sanitàries: és necessari i urgent la incorporació de personal sanitari *pertenenciente a la conselleria de *Sanitat que ajude i coordine tot el procés.

La pregunta és, com les pretenen implementar? Amb instituts saturats amb fins a 30 alumnes/as per aula perquè no existeixen infraestructures per a més, amb docents que setmana a setmana superen de llarg les seues hores laborals establides amb treball extra no remunerat, amb uns nivells de sobreexplotació i precarietat incompatibles amb la conciliació familiar i laboral que tan sols aconsegueixen dificultar a les famílies les entrades i eixides dels seus fills i un llarg etcètera de problemes dels quals l’educació pública ja “gaudia” molt abans que la *COVID-19 entrara en escena, com es pensa assumir les noves mesures? La resposta és clara, recaurà sobre els centres, el professorat i els pares i mares, mentre la Generalitat es llava les mans responsabilitzant a les famílies de l’estat de salut de les seues filles i fills.

La principal mesura, la baixada de la ràtio per aula fins a 23 alumnes/us per a infantil i primària i 25 alumnes/us per a secundària, deixa patent la manera en la qual la Generalitat Valenciana insulta la intel·ligència de la comunitat educativa. En primer lloc perquè només descarrega la ràtio 2 alumnes per aula en primària i 5 en secundària en els centres saturats (segons les dades de 2019 la ràtio mitjana en primària i infantil era de 20,6 alumnes/as i en secundària de 24,9). Però és que a més estem veient com la majoria d’instituts de secundària s’han vist obligats a impartir la meitat de les classes (amb assistència en dies alterns), reduint dràsticament la instrucció de l’alumnat que no el pot pagar fora de la institució pública: una altra tireta benintencionada per a un sistema que es dessagna.. Això mostra com, els qui de nou pagaran els plats trencats d’aquesta gestió seran els col·legis i instituts més saturats i amb menors recursos, aquells on es matriculen les/us filles/us de la classe treballadora, que no compleixen les ràtios i que es veuen  obligats a utilitzar la *semipresencialidad per torns rotatoris a casa i en el centre a fi de suplir la falta de recursos humans i materials. Els instituts de secundària, que llarg temps arrere es van transformar en centres d’abandó escolar on rebutjar als fills i filles del proletariat més precari, veuran multiplicats els seus problemes per a abordar i evitar el “fracàs escolar”, igual que per a atendre a aquelles/us alumnes/us amb necessitats educatives especials, és a dir, aquelles/us que el capitalisme considera “no rendibles”, l’atenció dels quals recau quasi en exclusiva sobre l’ensenyament públic.

Les universitats valencianes, per part seua, han aplicat mesures arbitràries i clarament insuficients marcades per la imposició d’una política de “cost 0” que impedeix la necessària contractació de nou professorat i personal tècnic, el reforç dels raquítics Serveis de Prevenció o el dels imprescindibles serveis de neteja. La impossibilitat pressupostària per a desdoblegar grups de teoria i/o pràctiques limita les mesures a les recomanacions genèriques d’ús de la màscara en tot moment o manteniment de 1,5 m de distància interpersonal excepte per als laboratoris de pràctiques, autèntics generadors de contactes estrets. Contradictòriament, la presencialitat és obligatòria en la majoria de casos, això sí, en funció dels aforaments de les aules, imposant a professors/as i estudiants un absurd sistema que anomenen “dual” en què part de l’alumnat (si realment acudeix) atendrà la classe a l’aula mentre la resta ha de seguir la retransmissió de la mateixa en directe.

Amb encara menys ajudes, però amb les mateixes taxes i exigències per a l’alumnat, aquesta situació, sumada a l’atur i la precarietat galopants desencadenats per un capitalisme en crisi estructural aguditzada per la pandèmia de *COVID-19, fa que molts fills i filles de la classe treballadora hagen hagut d’abandonar la seua formació universitària per no poder fer front als pagaments de les matrícules, taxes o despeses relacionades.

Totes aquestes mesures reflecteixen la ineficiència dels gestors polítics del capitalisme per a atendre les necessitats de la immensa majoria social, la seua total despreocupació per la situació del proletariat i el fet fallida model educatiu del capital. El sistema educatiu capitalista és tan sols una altra eina de la burgesia a fi d’inocular al proletariat amb la seua ideologia, de rebutjar i jerarquitzar als fills i filles de la classe treballadora dins de cadascuna dels ensenyaments en funció de les necessitats, treballs i funcions que el sistema productiu capitalista té assignat per a elles i ells, mentre introdueix ideologia burgesa a fi de combatre la consciència de classe i l’organització obrera, des de l’assignatura d’Història fins a assignatures relacionades amb el comportament en els centres de treball o l’emprenedoria empresarial, totes compleixen la seua funció.

El sistema educatiu no és més que el reflex de la fracció i agonitzant capitalisme i dels seus Estats, els qui ja abans de la *COVID-19 i amb l’acceleració que aquesta ha provocat, veuen en els seus horitzons una altra crisi econòmica que no deixa de ser la cua de la mateixa crisi que ja vérem iniciar-se en 2008, i van aplanant el terreny a una nova ona de retallades socials que deixaran l’educació pública encara més *precarizada i sobresaturada del que ja hui dia està.

Davant aquesta situació, tots els partits polítics de l’arc parlamentari acatxaran el cap i reformularan lleis i mesures per a un “millor ensenyament”, pot ser que fins i tot un “Pacte Social per l’Educació”, però sense canviar la base, canviar-lo tot perquè res canvie. El sistema educatiu capitalista ens aboca a una vida de servitud intel·lectual i ideològica, així com a un individualisme i competitivitat contraris als interessos de la classe obrera i resta de sectors populars. Hem de combatre l’individualisme i la servitud amb una educació de classe, però de classe proletària, i per a això tan sols cap l’organització popular en els centres d’estudi, amb l’estudiantat en solidaritat amb el professorat i viceversa.

 

Organitza’t contra l’educació capitalista i les seues mesures que ens aboquen a la malaltia i la ignorància!

Per un ensenyament al servei del poble treballador, exclusivament pública, científica i sense copagaments!

10 d’octubre de 2020

Comité Regional del Partit Comunista Obrer Espanyol (PCOE) a València

Partit Comunista dels Pobles d’Espanya (PCPE) Comité del País Valencià

“Necessitem una altra educació per a una altra societat i una altra societat per a una altra educació”

Karl Marx

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