HERRI GORRI: Posicionamiento sobre cuestión nacional

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En HERRI GORRI ya hemos expuesto en numerosas ocasiones, que la unidad del proletariado en el marco vasco-navarro y su independencia política como clase, es la premisa para abordar cualquier debate en torno a la articulación territorial del marco nacional. Dicho de otro modo, será la constitución del proletariado en sujeto político, con un proyecto de realizar transformaciones políticas, sociales y económicas estructurales en el marco nacional vasco-navarro, y la situación en el marco estatal y las correlaciones de fuerzas existentes, el factor que determinará el modelo de articulación nacional, siempre de manera soberana, pero nunca necesariamente independentista, pues el avance hacia el socialismo, podría entenderse como viable dentro o fuera del marco del estado español, y con una relación que pudiera ser variable, desde la soberanía plena, hasta la federación o confederación.

Por “unidad del proletariado”, no entendemos cualquier cosa, sino que implica el reconocimiento de un proletariado en Euskal Herria sur, dividido en fracciones y grupos y con identidades y sentimientos de pertenencia nacional diferentes, como premisa para abordar un proceso de unidad que significa dotar al proletariado de la soberanía para erigirse en “poder constituyente” como clase y sujeto político, y no a la “nación”, o la “patria”, ya que patria será el marco nacional en el que el proletariado erigido en poder constituido, se arme con la estructura institucional necesaria para construir el socialismo, avanzando en la igualdad, la libertad y la democracia al servicio del proletariado y de los sectores populares aliados, sin perder nunca el horizonte del comunismo.

Esta concepción nos aleja del nacionalismo españolista, vasquista o navarrista, en sus variantes reaccionarias, derechistas e incluso revolucionarias y de izquierdas, pues nuestro sujeto político no es la nación, o el proletariado con “conciencia nacional y de clase”, pues afirmamos un marco nacional de lucha de clases, en el que la unidad del proletariado implica el reconocimiento de las diferentes identidades culturales, su coexistencia y el bilingüismo efectivo.

Las identidades navarra, vasca o española, son estructurales dentro de Euskal Herria sur, y no establecemos una jerarquía entre ellas. Cualquiera de las variantes de nacionalismo que establezca una jerarquía entre las mismas, objetivamente afirman y refuerzan la división del proletariado e imposibilitan la necesaria unidad dentro del propio marco nacional y la alianza con el proletariado del marco estatal español, para derribar al Régimen del 78 y avanzar hacia el socialismo.

El nacionalismo revolucionario de orientación socialista, ha agotado su ciclo histórico. La contradicción entre “el alma socialista y el alma abertzale” terminó por resultar no gestionable e incluso antagónica. Una sociedad compleja, con múltiples identidades y sentimientos de pertenencia, impone dos posibles estrategias: o afirmar una conciencia nacional y, por tanto, separas a los sectores del proletariado que no tienen ese sentimiento y abrirse a sectores que si la tienen en el ámbito pequeño-burgués y burgués, o afirmar la conciencia de clase para formar un sujeto político independiente frente al bloque en el poder. Y en este sentido, nos vemos en la obligación de señalar las derivas social-chovinistas, etnicistas e incluso xenófobas, que entre ciertos sectores del abertzalismo están comenzando a proliferar y resultar preocupantes.

El independentismo “incondicional” hace aguas, en cuanto se le piden explicaciones sobre el porqué y el para qué un Estado para el marco nacional vasco-navarro. No es casual que el independentismo haya ido perdiendo apoyo social y político desde hace tiempo y paradógicamente, el proceso soberanista catalán más que alimentar ideológica y políticamente al independentismo vasco, lo ha debilitado. El independentismo debe estar subordinado en todo caso a la materialización política de un proyecto nacional que tenga no en la Nación, sino en el proletariado su sujeto político y soberano y que en su proceso de autodeterminación como clase, encuentre que no tiene espacio en los marcos legales existentes. De nada sirve hablar de “Pueblo Trabajador Vasco” para integrar a sectores no proletarios en pie de igualdad política, para ampliar el espacio independentista, ya sean burgueses o pequeñoburgueses, pero claro, bajo premisas nacionalistas y antagónicas respecto a la realidad del proletariado que no tiene conciencia nacionalista. Y no, no tener conciencia nacional/nacionalista vasca, ni mucho menos implica estar en las redes ideológicas del españolismo.

La lucha de clases en Euskal Herria, no adopta la forma de un proceso de liberación nacional, desde el momento en que no existe una situación de opresión colonial. El Estado español -o el francés- no ejerce su imperialismo sobre Euskal Herria, y afirmar lo contrario es fabricar mitologías nacionalistas y no teoría política revolucionaria. Peor aún, Euskal Herria participa institucional y políticamente, en el caso del marco vasco-navarro, dentro de la estructura del Régimen del 78, en la opresión imperialista sobre terceros, recibiendo los beneficios de ello su bloque en el poder.

En Euskal Herria existe una lucha de clases que el proletariado debe ganar, y para ello el primer paso es erigirse en sujeto político soberano, para un segundo paso en el que un determinado programa de transformación social y política, puede requerir un espacio nacional donde materializarlo y una estructura institucional emanada del propio proletariado como poder constituyente.

Independencia y Socialismo, no son las caras de una misma moneda. En nuestro marco nacional vasco-navarro, de hecho en el contexto actual son “monedas diferentes”. El objetivo es el socialismo, y la independencia en todo caso será la estrategia de un nuevo bloque histórico con un programa de transformación social anticapitalista y antipatriarcal constituido, que no encuentre espacio para su realización en el marco estatal existente.

No hay lugar para etapas, no hay lugar para concesiones al nacionalismo. No lucharemos por una “independencia” que sólo beneficiaría a los sectores nacionalistas vasquistas. Los sectores del proletariado con conciencia abertzale, deben entender que el nacionalismo los instrumentaliza al servicio de la división política y la persistencia del sistema capitalista, tanto ahora, como en un hipotético proceso soberanista.

El proletariado en Hegoalde tiene que convertirse en una fuerza política con capacidad de transformar las correlaciones de fuerzas y estar en condiciones, no sólo de exigir, sino de desarrollar un profundo cambio de sistema que acabe con las miserias del sistema que sufrimos. El Socialismo debe ser reconstruido como alternativa, pero para ello debemos apostar seriamente por la unidad e independencia política y el movimiento comunista volver a ser un referente político e ideológico.

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