Tener como patrimonio una filosofía «fascista», y hacer de ella un regocijo en pleno siglo XXI, sentirse halagado cuando se le califica como el «Trump del trópico», desafiar la inteligencia humana y apostar por lo irracional, son cualidades del actual presidente brasileño, Jair Bolsonaro
Elson Concepción Pérez.— Tener como patrimonio una filosofía «fascista», y hacer de ella un regocijo en pleno siglo XXI, sentirse halagado cuando se le califica como el «Trump del trópico», desafiar la inteligencia humana y apostar por lo irracional, son cualidades del actual presidente brasileño, Jair Bolsonaro.
Incluso, este mismo viernes, al referirse a la vacuna de Pfizer contra la COVID-19, que debe aplicarse en su país, dijo al pueblo que los vacunados «pueden convertirte en monos o en cocodrilos».
Pero lo más grave de todo es que ese sea el presidente del mayor país de América Latina.
Me dirán entonces: bueno, si Donald Trump es presidente de Estados Unidos, la mayor potencia mundial, y alrededor de 74 millones de electores votaron por él en los recientes comicios, donde fue derrotado por el demócrata Joe Biden, qué esperar de la peor copia del republicano que, aun vencido, se aferra a no abandonar la Casa Blanca.
El brasileño dijo ahora que «no sabe quién preside Cuba», una ironía que no le alcanza para esconder su ignorancia política.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, escribió en su cuenta en Twitter: «Es lamentable y preocupante que un país como Brasil sea conducido por un presidente que utiliza la calumnia, la misoginia, el racismo y la negligencia en sus afirmaciones y discursos».
Sabemos del aval de este hombre desde el momento en que tomó la silla presidencial, cuando, usando el mismo lenguaje de Trump, empezó a desbarrar contra las brigadas médicas cubanas que salvaban vidas en su país.
Contra Venezuela Jair se ha prestado para todo, aliado a las peores causas de la región y cumpliendo al pie de la letra el guion estadounidense.
Pero puede haber, incluso, una actitud más reprochable, como la que tiene contra su propio pueblo, al ignorar la pandemia y permitir que sea Brasil uno de los países con más contagiados y fallecidos en el mundo.
Ha sido, como copia al carbón de Trump, un «convencido» de no usar mascarilla ni practicar el distanciamiento. Abrió la economía aun en pleno pico de la pandemia y en detrimento de sus conciudadanos.
La lista de todas las decisiones irracionales concentradas en el ejercicio de la presidencia es muy larga. Dejemos algo para próximos comentarios. Pero que recuerde: los cubanos, todos, sabemos muy bien quién es nuestro Presidente, y con él somos parte de la continuidad de la Revolución, la misma que tiene al ser humano por encima de todo y no gobierna fingiendo equívocos que nada tienen que ver con la ética, ni con la verdad.
