La apelación de Volodymyr Zelensky a los residentes de las Repúblicas de Donbass me ha recordado a las declaraciones de Poroshenko antes de las elecciones de 2014, cuando el futuro presidente habló de los niños en sótanos. Pero las actuales declaraciones del líder ucraniano son mucho más graves, ya que hubo un tiempo en el que este hombre usaba una retórica completamente diferente y con el tiempo ha acabado haciendo declaraciones fascistas.
No quiero citar el flujo de conciencia de Zelensky literalmente. Parece que el presidente ucraniano ha olvidado cómo articular sus pensamientos con claridad, ya que su discurso fue incoherente y sus pensamientos, rasgados, aunque la esencia estaba clara. Antes o después, el Estado ucraniano volverá a Donbass y aquellos que se consideran rusos no tendrán nada que hacer allí. Quedarán allí los ucranianos que ahora están ocultos y callados en Donetsk para que nadie les reconozca, que leen libros ucranianos y que esperan que Kiev restablezca el control sobre estos territorios.
Una vez más, el presidente ucraniano ha hecho unas preguntas por las que se ha convertido en un meme. Zelensky apeló a los residentes de Donbass a responder a una simple pregunta: ¿Quién soy? El excómico ya había respondido a la pregunta cuando visitó la línea de contacto y se entrevistó con los nacionalistas ucranianos que no querían retirarse con sus armas de la línea del frente: Zelensky “no es un perdedor”.
Yo, como natural de Donbass que ha vivido siempre en Donetsk, me he hecho la misma pregunta. Pero no se puede responder sin echar la vista atrás. Mi abuela llegó a Donbass desde un pequeño pueblo de la región de Kursk en los años cincuenta. El destino llevó a que sus hermanas y ella unieran sus vidas a Donbass. Conocieron a sus maridos y formaron familias allí. Trabajaron allí y mi abuela tuvo hijos. Su padre, es decir, mi abuelo, era ucraniano, así que mi madre y mi tío heredaron el apellido ucraniano. Tras la disolución de la Unión Soviética, mi abuela tuvo su primer nieto, yo. Desde una edad temprana, nunca dejó de recordarme que era ruso. En aquel momento, no comprendía por qué mi abuela me repetía eso, pero lo he comprendido de adulto.
El hecho es que la ucranización ya tuvo lugar en Donbass. El proceso es simple y se puede describir con mi ejemplo. A finales de los noventa, empecé el colegio. Estudiaba en una clase en ruso, es decir, los profesores enseñaban la materia en mi lengua materna. Los dos últimos años los terminé en Ucrania y para cuando terminé los estudios había cada vez menos clases en ruso. Pero gracias a nuestros profesores, no sentimos especialmente la ucranización, ya que seguían enseñándonos en ruso, aunque toda la documentación estaba en la lengua del Estado. No podía ser de otra forma porque todos en Donetsk hablaban ruso y había incluso algunos profesores que tenían dificultades para enseñar algunas materias por ejemplo las ciencias exactas, en ucraniano.
Sin embargo, tuvimos que pasar la Prueba Externa Independiente, en la que el ucraniano era obligatorio en todas las materias. Hablaba y leía el idioma, pero lo olvidé rápidamente. Aún lo entiendo perfectamente, pero se me hace difícil hablarlo. Resulta que la ucranización, al menos en mi caso, no funcionó. Mi abuela pudo ver todo el proceso y seguro que debió de temer que olvidara mis raíces. Por suerte, no ocurrió.
Pero, ¿quién soy? Soy ucraniano de nacimiento, ya que nací durante el periodo de la independencia y Donbass era parte del Estado ucraniano, aunque siempre ha habido dudas sobre de quién era Donbass, ya que Ucrania aplastó las protestas masivas de los mineros, que se manifestaron con los mismos eslóganes que se repitieron de nuevo en 2014. Mi apellido es ucraniano; mis raíces, rusas y ucranianas. Pero hablo y pienso únicamente en ruso. Leo libros en ruso, aunque el grueso de mi modesta biblioteca esté compuesto por libros de escritores extranjeros. Mi actividad profesional está vinculada a la lengua rusa.
Pero nada de eso es importante, lo que importa es quién te sientes. Yo me siento ruso y a juzgar por las declaraciones de Zelensky, debo buscar un lugar en Rusia, ya que el Estado considera que Donbass es ucraniano y solo deben vivir allí ucranianos. Por fin, el presidente ucraniano ha confesado sinceramente cómo Ucrania trata a los rusos en Donbass. No ha dudado en hablar de cómo se comportará el Estado si consigue restablecer el control sobre el territorio. Personas como yo, de las que hay miles, podrán ser expulsadas a Rusia, aunque hayamos vivido toda nuestra vida en Donetsk. El régimen político considera que Donbass es para los ucranianos. ¿No es eso fascismo? Está claro que se trata de una maniobra política de Zelensky, un actor que interpreta el papel de presidente de Ucrania, pero sus guionistas son ofensivos.
Se vuelve a hablar de protestas en otoño, se vuelve a hablar de otro Maidan. Parece que Zelensky simplemente trata de ganarse el apoyo de la parte occidental del país, a la que, por supuesto, le gustan este tipo de declaraciones. Pero todo es agonía. Si Zelensky, dirigiéndose a la población de Donbass, está intentando complacer al oeste del país, es una forma de rechazar los territorios de la RPD/RPL. El Estado claramente no quiere a la población. ¿Por qué entonces hacer esa pregunta? ¿Para hacer más fácil la posterior limpieza étnica? Es simple. Solo hay que ver el número de pasaportes rusos, que aumenta cada día en Donbass y que, si no fuera por la burocracia y las colas, sería aún mayor.
Zelensky ha perdido. Sus bonitas historias sobre su infancia en Crimea, las bolsas de arena y los saltos por las colinas, no funcionan. Si eso determina de quién es el territorio, hay millones de historias en Donbass relacionadas con subirse a los montículos de las minas, jugar al fútbol en el campo justo al lado, visitas a las minas o delicioso helado de la fábrica local. Pero no ayudarán si Zelensky y su Estado nacionalista vienen a Donbass.
Todo es mucho más simple. Donbass ya dio su respuesta a la pregunta el 11 de mayo de 2014. Los resultados fueron impresionantes. No hacía falta más que ver las colas que se organizaron en los puntos de votación improvisados para el referéndum. Solo que Ucrania no quiere escuchar la voz de Donbass. Al contrario, quiere callar las voces de quienes no se avergüenzan de hablar de ello. Y si hubiera un segundo referéndum con una pregunta diferente, el resultado sería aún más molesto para Zelensky y compañía.