En declaraciones vertidas en una reunión con congresistas, Austin describió el viernes los informes de golpizas de los talibanes como “inaceptables”, pero no proporcionó detalles sobre cómo el Ejército estadounidense garantizaría el paso seguro de los norteamericanos al Aeropuerto Internacional Hamid Karzai en Kabul, la capital afgana.
“Somos conscientes de que algunas personas, incluidos los estadounidenses, han sido acosadas e incluso golpeadas por los talibanes”, dijo Austin, remarcando que “esto es inaceptable y se lo dejamos claro al líder talibán designado”.
El jefe del Departamento de Defensa de EE.UU. (el Pentágono) no descartó ni confirmó la posibilidad de que las tropas estadounidenses se muevan más allá del aeropuerto de Kabul para proteger a ciudadanos estadounidenses y de otras nacionalidades de los talibanes.
“Trabajaremos duro para evacuar a la mayor cantidad de personas posible entre ahora y cuando tengamos que detenernos”, dijo Austin en una aparente referencia a la fecha límite de retiro de las tropas de EE.UU. de Afganistán, es decir el 31 de agosto. “Si me dan más tiempo, me tomaré más tiempo […] No está claro si seremos capaces de hacer eso”, añadió.
Los comentarios de Austin contradicen la evaluación del presidente estadounidense, Joe Biden, realizada el mismo viernes, según la cual, su Administración no está al tanto de que los norteamericanos tuvieran problemas para atravesar los puntos de control de los talibanes y llegar al aeropuerto de Kabul.
Los talibanes se hicieron con el control de Kabul el domingo sin la menor resistencia del ejército afgano, entrenado por Estados Unidos, después de que, la misma jornada, el presidente Ashraf Qani huyera del país. La llegada de Talibán pone fin a una campaña de dos décadas en la que Washington y sus aliados habían prometido transformar la nación devastada por la guerra.
De hecho, el avance de los talibanes ocurrió en paralelo con la fase final de la retirada de las fuerzas de EE.UU. y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de Afganistán, que invadieron el país en 2001. Conforme advierten algunos observadores, Washington estaría reforzando a Talibán para encontrar una justificación a futuras misiones en pro de sus intereses en el país centroasiático.
