Marcelo Sánchez, Miami.— ¿Quién ganó la guerra en Afganistán?
Por una parte, Afganistán queda en ruinas. Y por otra, los estadounidenses seguirán -por muchos años más- pagando la factura por la intervención. Mientras, los inversionistas no podían estar más contentos.
Los cinco grandes contratistas de la defensa estadounidense: Lockheed Martin, Northrop Grumman, Boeing, General Dynamics y Raytheon incrementaron el valor de sus acciones bursátiles entre 300 % y 1300 % durante los últimos años.
Esta ciudadana afgana afirma que su familia se encuentra en una situación desesperada a medida que el Taliban ocupa el resto de su país.
En promedio, cada año cayeron más de 7000 bombas matando indiscriminadamente. Pero ahora, los medios occidentales se concentran en “el rescate” de afganos en un macabro montaje de imágenes sin contexto. Mientras unos caían de los aviones tratando de huir de Kabul, los perros de los militares ocupaban asientos en las cabinas.
La “repentina” preocupación por el bienestar de los afganos por parte de la política estadounidense huele a hipocresía. Durante dos décadas, se hizo caso omiso a los crímenes de guerra cometidos por las fuerzas de ocupación. Bombardeos indiscriminados, masacres, secuestros, torturas y corrupción fueron ignorados en una campaña mediática de omisiones, prejuicios y desinformación.
Así, 240 000 muertos, alrededor de 6 millones de desplazados, cientos de miles de desaparecidos en un mecanismo corrupto de reciclaje de dólares de los contribuyentes estadounidenses destinado al beneficio del complejo militar industrial.