En un informe difundido el martes, la oenegé británica pro derechos de la infancia reveló que cada cinco horas ha muerto un niño en el territorio afgano, una visión devastadora del costo mortal de la invasión de EE.UU. y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para los menores de esta nación de Asia Central.
El documento sostiene que el número real de víctimas infantiles directas del conflicto probablemente será mucho mayor que el estimado de 32 945, y esta cifra no incluye a los niños que han muerto por el hambre, la pobreza o alguna que otra enfermedad.
“Lo que queda después de 20 años es una generación de menores cuyas vidas enteras han sido arruinadas por la miseria y el impacto de la guerra. La magnitud del sufrimiento humano de las últimas dos décadas está más allá de la comprensión”, lamentó el director regional de Asia de Save the Children, Hasan Noor.
El funcionario denunció que todos los menores nacidos y criados en Afganistán no conocen más que conflictos y han vivido, con la certeza, que algún que otro explosivo podría estallar en cualquier momento o las bombas podrían caer del cielo.
Save the Children instó en su texto a la comunidad internacional a continuar apoyando los esfuerzos de ayuda humanitaria a fin de que puedan servir para mejorar la condición de vida de los menores afganos en el país centroasiático.
Según estima el proyecto “Costos de Guerra” de la Universidad Brown, la invasión de Estados Unidos a Afganistán segó la vida de más de 241 000 personas, entre ellas al menos 72 000 civiles. El mismo estudio informa que los contribuyentes estadounidenses gastaron 2,26 billones de dólares en esta guerra.
El último “daño colateral” que ha cometido EE.UU. y sus aliados en los 20 años de la guerra en Afganistán se registró el domingo cuando las fuerzas estadounidenses perpetraron un ataque con misil contra un vehículo aparcado en el patio de una casa, en un barrio residencial de Kabul, la capital de Afganistán. En esa misma ofensiva se cobró la vida de 10 miembros de una misma familia afgana, entre ellos seis niños, residentes en la casa.
Con el despegue de un avión C-17 de las Fuerzas Aéreas de EE.UU. desde Kabul que evacuó el lunes al último grupo de tropas estadounidenses en Afganistán, Washington ha puesto fin a una campaña invasiva de dos décadas de duración, considerada como la participación más larga de Estados Unidos de toda su historia en una situación bélica.
Con su retirada, EE.UU. ha dejado a Afganistán a la merced de los talibanes, sus enemigos durante los últimos 20 años, y en medio de una incertidumbre total con una infraestructura en ruinas y una joven generación a la deriva por tener un futuro incierto por delante.