Si acordamos que el espacio ideológico que se mueve en el «reformismo progresista», es una herramienta necesaria para reforzar el sistema y el Régimen del 78, es fácil ver que estarán secundados por varias papeletas en las próximas elecciones. Hay al menos dos candidaturas (el «frente amplio» del yolandismo, esto es, IU y Podemos; y el Más País verde que lidera Errejón) dispuestas a sumar para el PSOE desde listas paralelas. Los socialdemócratas puede que no descarten, si la ofensiva vía encuesta del PP/Vox continúa, negociar juntos candidaturas, esto es, en el Senado o en lugares donde le den los números. Al fin y al cabo, la IU de Francisco Frutos ya lo hizo con el PSOE de Almunia en su día. Las supuestas fuerzas a la izquierda del PSOE no visualizan a los de Sánchez como un enemigo, sino como un hermano mayor al que es necesario apoyar a cambio de poltronas. Su trabajo consiste pues, en que no quede un solo voto sin sumar entre organizaciones y colectivos que puedan llegar a ver en el capitalismo la raíz de los problemas, pero que a la postre sucumben al menos malo y el voto útil (como en los últimos 40 años).
Los movimientos políticos de estos días, donde la ministra de Trabajo teje con los suyos un renovado «Sísepuede.com» y Errejón alaba el resultado de los Verdes en Alemania sin caer que presentaron un programa neoloiberal como nunca. Pelillos a la mar. Las personas que comparten un ideario organizado de clase, antifascista por anticapitalista, ven estos movimientos electorales que se cuecen en los platós de las cadenas de televisión, como si lo protagonzaran personajes de Series, cuya misión es entretener a los electores pero dentro del marco institucional que la Constitución monárquica nos dió, que para eso está la democracia, oiga. Esa misma que en su día las calles cuestionaron en el cada vez más definitvo y esclarecido «lo llaman democracia y no lo es». Salvo que votemos socialdemócrata, nos dicen.