El ejército sirio refuerza sus posiciones en la provincia de Alepo para impedir posible ofensiva turca

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El ejército sirio reforzó este lunes sus posiciones en la provincia de Alepo en el norte del país para impedir una posible ofensiva del ejército turco contra formaciones armadas kurdas, dijeron medios sirios.

Tropas y material bélico de la 25 división de fuerzas especiales y de otras formaciones del Ejército llegaron en los últimos tres días a la ciudad de Tal Rifaat y las localidades a su alrededor, al norte de Alepo, declararon oficiales citados por varios medios locales.

Revelaron que los refuerzos incluyen decenas de tanques T-90, vehículos blindados BMP-2, lanzacohetes y piezas de artillería.

Otras tropas se dirigieron a la línea del frente con el llamado ‘Ejército Nacional’ apoyado por Ankara, en las localidades de Azaz y Afrín, en el noroeste de Alepo, precisaron.

El ejército pretende frenar cualquier posible ofensiva de las tropas turcas y las formaciones extremistas que apoya para ocupar más localidades bajo el pretexto de combatir las milicias armadas kurdas, a las cuales acusa Ankara de atacar a sus militares en la zona.

Turquía controla ilegalmente desde 2018 amplias zonas en el noroeste y norte de Siria, donde financia, armas y entrena a varias agrupaciones armados que combaten bajo el paraguas del llamado “Ejército Nacional”.

Damasco denunció en varias ocasiones esa presencia, la calificó de ocupación y aseguró que la misma impide la liberación completa de su territorio del terrorismo.

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Miguel Hernández… «Y nuestro odio no es el tigre que devasta: es el martillo que construye.»

«Ya sabéis, compañeros en penas, fatigas y anhelos, que la palabra homenaje huele a estatua de plaza pública y a vanidad burguesa. No creo que nadie entre nosotros haya tratado de homenajear a nadie de nosotros hoy, al reunirnos, en la sabrosa satisfacción de comer como en familia. Se trata de otra cosa. Y yo quiero que esta comida no dé motivo para pronunciar palabras de significación extraña de nuestro modo de ser revolucionario. Esta comida es justo premio a los muchos merecimientos hechos en su vida de espectro por uno de nosotros, durante los veinticinco días que ha conllevado consigo mismo, con la paciencia de un muerto efectivo, allá, en la ultratumba de esta cárcel. El hambre que he traído de aquella trasvida fantasmal a esta otra vida real de preso: el hambre que he traído, y que no se me va de mi naturaleza, bien merece el recibimiento del tamaño de una vaca: Eso sí; como poeta, he advertido la ausencia del laurel… en los condimentos. Por lo demás, el detalle del laurel no importa, ya que para mis sienes siempre preferiré unas nobles canas. Quedamos, pues, en que hoy me ha correspondido a mí ser pretexto para afirmar, sobre una sólida base alimenticia, nuestra necesidad de colaboración fraterna en todos los aspectos y desde todos los planos y arideces de nuestra vida. Hoy que pasa el pueblo, quien puede pasar, por el trance más delicado y difícil de su existencia, aunque también el más aleccionador y probatorio de su temple, quiero brindar con vosotros. Vamos a brindar por la felicidad de este pueblo: por aquello que más se aproxima a una felicidad colectiva. Ya sabéis. Es preciso que brindemos. Y no tenemos ni vino ni vaso. Pero, ahora, en este mismo instante, podemos levantar el puño, mentalmente, clandestinamente, y entrechocarlo. No hay vaso que pueda contener sin romperse la sola bebida que cabe en un puño: el odio. El odio desbordante que sentimos ante estos muros representantes de tanta injusticia: el odio que se derrama desde nuestros puños sobre estos muros: que se derramará. El odio que ilumina con su enérgica fuerza vital la frente y la mirada y los horizontes del trabajador. Pero, severamente, cuidaremos en nosotros que este odio no sea el del instinto y la pasión irrefrenada. Ese odio primigenio sólo conduce a la selva. Y nuestro odio no es el tigre que devasta: es el martillo que construye. Vamos, pues, a brindar». Miguel Hernández

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