Detectan un «tsunami» de ondas gravitacionales producidas por fusiones de agujeros negros y colisiones con estrellas de neutrones

Publicado:

Los científicos destacan que este descubrimiento es "un gran paso" en la búsqueda de respuestas sobre los secretos de la evolución del universo.

Noticias populares

 

Un equipo internacional de científicos ha detectado el mayor número de ondas gravitacionales jamás registradas, comunica la Universidad Nacional Australiana, cuyos investigadores participaron en el proyecto.

Entre noviembre de 2019 y marzo de 2020, el Observatorio de ondas gravitacionales con interferómetro láser (LIGO) en EE.UU. y el Observatorio de ondas gravitacionales Virgo en Italia, detectaron 35 de esos eventos cósmicos que ocurrieron a miles de millones de años luz de distancia de la Tierra.

Se descubrió que 32 de las ondas gravitacionales fueron provocadas por las fusiones entre agujeros negros, mientras que el restante fue producto de la colisión de estrellas de neutrones con agujeros negros.

Importancia de su descubrimiento

La cantidad de estos fenómenos son como un «un tsunami», dijo Susan Scott, profesora de la Universidad Nacional Australiana, para quien su descubrimiento es «un gran paso» para la comunidad científica en su afán por descifrar los secretos de la evolución del universo.

Los científicos esperan que el descubrimiento de este ‘tsunami’, publicado en el servidor de preimpresión arXiv, ayude a resolver algunos de los misterios más complejos del cosmos como los componentes básicos de la materia o el funcionamiento del espacio y tiempo.

spot_img

DEJA UN COMENTARIO (si eres fascista, oportunista, revisionista, liberal, maleducado, trol o extraterrestre, no pierdas tiempo; tu mensaje no se publicará)

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Últimas noticias

300 años de amenazas rusas contra Europa occidental

A la muerte de Pedro El Grande en 1725, su testamento circuló por toda Europa. Entonces los europeos ya seguían los pasos de Rusia atemorizados, sin saber muy bien por qué. Muy pocos años después de la muerte del zar, en 1740, sus últimas voluntades fueron traducidas al castellano por el jesuita José de la Vega, lo cual no es ninguna casualidad.