El golpe de Estado anunciado por Zelensky para el 1 de diciembre no se ha producido. La introducción del estado de excepción anunciado por Lyashko para el 1 de diciembre no se ha producido. El anuncio de la ofensiva de otoño de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa en Ucrania no se ha materializado todavía. Esto no ha pasado nunca, pero, aun así, aquí estamos otra vez.
En lugar de todo eso, Zelensky ha afirmado hoy [ayer miércoles] que para conseguir la paz en Donbass, necesita negociar mano a mano con Rusia. Como ya se ha apuntado muchas veces, no va a haber negociaciones con Zelensky: solo tiene sentido negociar sobre Ucrania con Estados Unidos y sus satélites europeos. Zelensky está en el plano de Pushilin y Pasechnik. Que Zelensky no quiera negociar con ellos no cambia los hechos. El Kremlin ha dejado claro hoy que la postura rusa sigue siendo la misma: Rusia no es parte del conflicto y, para conseguir la paz, es necesario negociar con la RPD y la RPL. El presidente ucraniano puede seguir haciendo homenajes públicos a nazis [Zelensky ha condecorado esta semana a un comandante del Praviy Sektor-Ed], eso no le va a acercar más a su deseado ascenso de estatus de las negociaciones.
Por el camino, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia dio un correctivo al “amigo Recep” y afirmó que no está interesado en los servicios de mediación de Erdoğan en la cuestión ucraniana. En lugar de eso, se ofreció a Erdoğan que presione a Kiev para que cumpla con sus obligaciones según los acuerdos de Minsk. Hoy Turquía se ha opuesto a la introducción de sanciones contra Rusia. El amigo Recep sigue buscando una política extremadamente oportunista, navegando entre los dos bandos.
También hay que añadir otra perla del secretario general de la OTAN:
La OTAN considera inaceptable la idea de que Rusia pueda tener su propia esfera de influencia, ya que sus vecinos son estados soberanos, afirmó el secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg, que añadió que no quiere volver a un mundo en el que “los países grandes puedan imponer condiciones a los pequeños”.
“La cuestión refleja un hecho del que debemos estar alerta y que es inaceptable: que Rusia tenga una esfera de influencia”, afirmó Stoltenberg durante una rueda de prensa al responder a una pregunta sobre la posible entrada de Ucrania en la OTAN y cómo eso puede afectar a las relaciones con Rusia.
En su opinión, esto significa que Rusia “está intentando imponer que tiene derecho a controlar a sus vecinos”. “Y ese es un mundo al que no queremos volver, un mundo en el que los países grandes pueden imponer condiciones a lo que estados soberanos independientes pueden hacer”, afirmó.
Stoltenberg recordó que él procede de un país “pequeño en la frontera con Rusia” (Noruega). “Estoy muy contento de que nuestros aliados de la OTAN no hayan respetado nunca la intención de Rusia de establecer su esfera de influencia en el norte y le dijera lo que Noruega, un país pequeño e independiente, debía o no hacer”, alegó. Stoltenberg añadió también que Rusia “no tiene derecho a voto o veto en este asunto” y “no puede intentar establecer su propia esfera de intereses”.
Por supuesto, Washington y Bruselas piensan que Estados Unidos y la OTAN pueden tener una esfera de influencias. Por ejemplo, nadie hace preguntas sobre la esfera de influencia de Francia en África occidental. O la esfera de influencia de Estados Unido en el este de Europa. O la doctrina Monroe 2.0 en América Latina. Eso es diferente. Porque no son rusos, sino esferas de influencia libres y democráticas aprobadas por los “países civilizados”. Por principio, Rusia no puede tener esferas de influencia porque, al contrario que el excepcional y único Estados Unidos, Rusia es un país único, pero no excepcional para tener derecho a esferas de influencia.
También me conmovió el mensaje sobre el deseo de no regresar a un mundo en el que los países grandes se imponen sobre los pequeños. Aunque parece que es exactamente lo que Estados Unidos está haciendo en Venezuela, Cuba o Nicaragua: imponer sanciones contra ellos por no querer ser parte de la esfera de influencia de Estados Unidos y oponerse a ella.
Mientras esta postura siga estando presente en las cabezas de los líderes de Bruselas, el grado de guerra fría continuará aumentando y la amenaza de conflicto aumentará a medida que se sigan desarrollando nuevas armas nucleares e hipersónicas. Es comprensible que Washington y Bruselas quieran vivir como en el pasado, pero eso ya no ocurrirá: el mundo ha entrado en un periodo de transformación del viejo orden y la cuestión de la redistribución de las esferas de influencia es una de las cuestiones en alza en la agenda internacional, aunque algunos sigan pensando que aún viven en el pasado. Este es el presente y el futuro del orden mundial moderno.