En respuesta a dichos alegatos que empujan a Moscú hacia una guerra, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, comunicó el sábado a la cadena de televisión local Rusia–1 que “Rusia nunca atacó a nadie primero”.
El Occidente, encabezado por EE.UU., alega que Rusia planea acumular unos 175 000 soldados cerca de las fronteras de Ucrania como parte de sus preparativos para lanzar una ofensiva en 2022. De hecho, el alto funcionario ruso, enfatizó que Moscú no representa ninguna amenaza a nadie, tachando tales posturas de Occidente de una escalada de tensión vacía e infundada.
Por otro lado, Peskov condenó los intentos hostiles para solucionar la cuestión de Donbás, destacando que el uso de la fuerza tendrá consecuencias graves. Además, subrayó que Rusia está haciendo todo lo posible para ayudar a Kiev a resolver el conflicto, basándose en el papel importante de los acuerdos de Misnk en este asunto.
Desde 2014, Ucrania ha aplicado la mano de hierro para reprimir a los independentistas de Donbás —región ubicada en el este de Ucrania y limítrofe con Rusia—. En los últimos meses, la tensión se ha disparado con acusaciones mutuas entre Kiev y Moscú de movilización de tropas y preparativos para una posible ofensiva.
Rusia, por su parte, una y otra vez ha enfatizado que no es parte del conflicto en el territorio ucraniano y que sus movimientos militares en su suelo responden a la necesidad de la defensa ante las amenazas que plantea la gruesa presencia de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) en la zona de conflicto, alianza que mantiene bajo su paraguas a Ucrania.