Una sensiblería de geometría variable

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Una de las fotos que los medios han puesto en circulación para ilustrar los bombardeos rusos contra la población civil ucraniana es del año pasado y se tomó en Gaza.

Unos días antes, el ministro de Asuntos Exteriores ucraniano se había quejado al embajador israelí en Kiev de que “nos tratáis como a Gaza”.

Estaba presionando para que Israel condenara la invasión rusa. Son unos desagradecidos porque Zelensky había apoyado el bombardeo de Gaza de mayo del año pasado: “La única tragedia de Gaza era la que sufrían los israelíes”, dijo entonces.

En Occidente el tratamiento público, político y mediático, de la Guerra de Ucrania, repleto de sensiblería, es sucio e hipócrita. También tiene un origen racista, donde el sufrimiento humano no importa, sino sólo el pasaporte de las víctimas y los verdugos.

Hay países, como Israel, que gozan de inmunidad para cometer cualquier clase de crímenes, una patente de corso que está ligada al silencio, imprescindible para que los crímenes pasen desapercibidos: Yenín arrasada en 2000, el barrio de Al-Dahaya de Beirut en 2006 y la ciudad de Gaza durante los últimos quince años.

Una de las primeras decisiones de Zelensky al llegar a la Presidencia en 2019 fue retirar a Ucrania del Comité de la ONU que analiza los crímenes cometidos contra el pueblo palestino.

Israel no comete sus crímenes con una fecha de caducidad; su propia existencia se basa en el crimen y en el apoyo de esos países que ahora se rasgan las vestiduras con el mayor de los cinismos.

Se pueden poner otros ejemplos, además de Palestina, para ilustrar la doble moral de Occidente, que se ha creído en posesión de todas y cada de las virtudes de la humanidad, pero para ejemplo sirve un botón.

Veamos:

Sólo son bienvenidos a Europa los refugiados rubios y de piel blanca

La decisión de la Unión Europea de abrir las fronteras a los refugiados ucranianos no tiene precedentes. Desde 2015 esas mismas fronteras están cerradas para quienes proceden del norte de África.

Algunos políticos europeos ni siquiera se avergüenzan de mostrar públicamente su racismo, como hace el Primer Ministro búlgaro Kiril Petkov: los refugiados ucranianos “no son los refugiados a los que estamos acostumbrados… Estas personas son europeas. Esta gente es inteligente, tiene educación… No es la ola de refugiados a la que estamos acostumbrados, gente de la que no estábamos seguros de su identidad, gente con antecedentes poco claros, que incluso podrían haber sido terroristas”.

Se puede invadir Irak, pero no Ucrania

Los medios de comunicación occidentales no situan la decisión rusa de invadir Ucrania en el contexto de un análisis más amplio -y evidente- de cómo en 2003 cambiaron las reglas del juego internacional.

Los neonazis ucranianos son moderados

Si en la Guerra de Siria se inventaron un tipo especial de yihadistas, diferentes a los que hasta entonces habían sido considerados como “terroristas”, en Ucrania hay neonazis tolerables y asumibles porque hacen el trabajo sucio. Son de los “nuestros”. Se puede recurrir a ellos cuando se los necesita. Para ello basta cambiarles el nombre y recalificarlos simplemente como “ultras”.

Hasta ahora los medios seudoprogres alarmaban a la población con el auge de la “ultraderecha”, una plaga en la que aparecía toda Europa excepto Ucrania. El problema ha desaparecido por arte de magia. Ya no hay ultraderecha, ni tampoco auge.

Fuente: mpr21.info

2 COMENTARIOS

  1. ¿Pero el letrero color rosado en lengua ucraniana – ¿cómo llegó a Gaza? (El argu-
    mento a continuación no deja nada de
    desear – excelente.)

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