Yemen, asolado por una guerra devastadora lanzada por Arabia Saudí desde 2015, se encuentra en un laberinto que no parece tener salida. Aunque ya no aparezca en los titulares, el sufrimiento humano en este país no ha disminuido, y la mayor crisis humanitaria del mundo no da señales de alivio.
Un alto el fuego de dos meses, acordado entre la coalición militar liderada por Arabia Saudí y el Gobierno de Salvación Nacional de Yemen, entró en vigor a principios de abril y, pese a repetidas violaciones de la tregua por parte de Riad, es considerado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como una oportunidad vital para que las agencias humanitarias intensifiquen sus acciones. El organismo insta a todos los donantes a desembolsar los fondos prometidos de forma rápida para enfrentar la grave crisis que vive esta nación árabe.
La guerra en Yemen ha causado una de las peores tragedias humanitarias del mundo, con cientos de miles de muertos y millones de desplazados. Más de 4,3 millones de personas fueron desplazadas de sus hogares, la economía se derrumbó al igual que el sistema de salud, y gran parte de los 30 millones de habitantes del país se enfrentan a una grave inseguridad alimentaria.