El Dalai Lama es el típico producto de la propaganda imperialista, un ídolo del “mundo libre” enfrentado a China, un “pacifista” que defiende la liberación del Tibet. Para forjar esa noción, los medios occidentales han tenido que ocultar las relaciones entre el antiguo Tíbet y la Alemania nazi durante la expedición de las SS al “techo del mundo” en 1939.