Los ejemplos abundan. En el caso de Siria, Amnistía Internacional repitió sistemáticamente los argumentos transmitidos por los principales medios de comunicación para justificar la agresión contra el gobierno de Damasco.
El 2 de febrero llegó la primera sorpresa: Amnistía Internacional publicó un informe en el que criticaba la situación en Palestina, que calificó de apartheid. El informe aportaba pruebas de que “las leyes, políticas y prácticas aplicadas por las autoridades israelíes han creado progresivamente un sistema de apartheid contra el pueblo palestino en su conjunto”.
El mundo se frotó los ojos. Nunca es tarde para reconocer sus errores y rectificar. Pero el informe pasó desapercibido porque los medios de comunicación se callaron como de costumbre e Israel alzó la voz al estilo de siempre. Cualquier crítica al sionismo es antisemitismo. No hay más que hablar.
La bomba estalló el 4 de agosto. Amnistía Internacional publicó un informe en el que denunciaba las tácticas del ejército ucraniano, que ponían en peligro a los civiles. Es un crimen de guerra.
En medio de las vacaciones y la ola de calor, la información tampoco llegó a los titulares de las cadenas internacionales, pero no importó. No cabe la más mínima fisura en la perorata dominante. Debieron empezar a sonar los teléfonos. Los que ponen el dinero mostraron su disgusto y la ONG se vio obligada a matizar, mostrando que es mucho menos independiente de lo que reconoce.
Diez días después, la organización se retractó y dijo que expertos independientes comprobarían el informe para entender “lo que falló”. Cuando Amnistía Internacional cuenta la verdad, aparece la posverdad.
Publicaron un segundo comunicado. “Lamentamos profundamente la angustia [sic] y la ira que ha provocado nuestro comunicado de prensa sobre las tácticas de combate del ejército ucraniano”.
Tras la reacción de los jefes, “expertos independientes” examinarán el informe que acusa al ejército ucraniano de violar el derecho humanitario. Esas prácticas sólo son típicas de los rusos.
La Secretaría Internacional de Amnistía Internacional, decía el segundo comunicado, no había respondido adecuadamente a las críticas de la “comunidad internacional”, o sea, de la Casa Blanca y el gobierno británico.
Quedamos a la espera de lo que los “expertos independientes” dictaminen sobre los crímenes de guerra cometidos por el ejército ucraniano, que estará a la altura de los epidemiólogos y sus brotes, variantes y demás.