En los últimos años ha habido mucha preocupación por la escasez de metales especiales -como el litio o el cobalto- necesarios para los coches eléctricos y las energías renovables. Pero quizá sean los metales más comunes los que puedan causar otro tipo de problemas en Europa. La industria metalúrgica europea está en crisis, no sólo por la inflación sino también por la superproducción.
En primer lugar, está el acero. En los últimos días, como ya hemos explicado, el gigante ArcelorMittal ha anunciado una serie de medidas para reducir la producción de sus aceros planos en Gijón y siete centros de Francia.
Sólo uno de los altos hornos de Dunkerque sigue produciendo, después de que uno de los tres se cerrara este verano, al igual que el tercero, que ya estaba en mantenimiento. La siderúrgica también ha anunciado el cierre de otros tres altos hornos en Alemania y Polonia.
Se trata de decisiones poco frecuentes, porque el proceso de producción de acero fundido -con fuegos continuos- es largo y complejo de reiniciar tras una parada.
Otro fabricante de acero, Ascometal, interrumpirá su actividad durante dos o tres semanas en diciembre en sus plantas de Moselle y Bocas del Ródano.
En el caso de los metales no férreos (todo lo que no es hierro ni acero), es esencialmente el aumento del coste de la electricidad lo que ha llevado a 40 productores europeos a dar la voz de alarma.
Las fábricas de aluminio, zinc, cobre, níquel y silicio afirman que su propia existencia está amenazada, a pesar de que ya han realizado reducciones de actividad sin precedentes en los últimos 12 meses. La producción europea de aluminio -que sólo cubre la mitad de las necesidades de la Unión Europea- ya se ha reducido a la mitad, a menos de un millón de toneladas, al igual que la producción de zinc. Europa debe importar ahora tres cuartas partes de su consumo.
El 6 de este mes Aluminium Dunkerque, uno de los mayores monopolios europeos del aluminio, anunció una reducción del 22 por cien de su producción, debido a la subida del coste de la energía.
¿Pero no habíamos quedado que con las sanciones impuestas era la economía rusa la que iba a quedar destrozada?
Me da que los imbéciles que dirigen Europa no calcularon bien los coste y gastos del asunto.