PCOE: El sabotaje del Nord Stream y el declive del imperialismo

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El pasado lunes 26 de septiembre, los gasoductos Nord Stream 1 y 2 que conectan Rusia y Alemania a través de un sistema de tuberías construido bajo el mar Báltico sufrieron un fuerte sabotaje; dos explosiones alteraron los sismógrafos de la zona, las cuales provocaron que se abrieran tres agujeros gigantescos y simultáneos que dificultarán la llegada de gas ruso a Europa durante los próximos meses.

 

Aunque los medios de comunicación occidentales, en su afán por propagar el ideario otanista, acusen a Rusia del atentado, es más que evidente que el gran beneficiado de lo ocurrido es la potencia más criminal y asesina de la historia de la humanidad: los Estados Unidos.

Por un lado, Alemania, como pieza principal del imperialismo europeo, observa como su salvavidas a los problema de abastecimiento para este invierno se ha desinflado de golpe y queda más vulnerable que nunca, con una enorme conflictividad social que puede provocar una creciente movilización de los trabajadores del país, primero, contra el sentido mismo de la guerra contra Rusia y las sanciones impuestas por parte de la Comisión Europea que preside la alemana Ursula von der Leyen y, segundo, contra la alianza político-militar con los Estados Unidos.

Curiosamente, Polonia es uno de los países que tiene salida al Mar Báltico y sus fronteras se encuentran relativamente cerca de las zonas de los sabotajes, lo que se une al “Thank you, USA” que escribió en su cuenta de Twitter Radoslaw Sikorski, diputado polaco del Parlamento Europeo, y a las declaraciones realizadas por el propio Joe Biden el 7 de febrero, el cual declaró: “si Rusia invade… entonces ya no habrá un Nord Stream 2. Le pondremos fin”. Con todas las cartas sobre la mesa, a nadie le resultaría extraño que los Estados Unidos se hubieran apoyado en Polonia, uno de los países más lacayos del imperio y donde el fascismo se expresa de manera completamente abierta, para cometer tal tropelía.

El Mar Báltico es una zona bien vigilada y militarizada por diferentes países de la OTAN, como Dinamarca, Polonia y la propia Alemania. ¿Quieren hacernos creer que un par de submarinos rusos consiguieron pasar inadvertidos y esquivar la vigilancia de tres países de la OTAN para colocar alrededor de 500 kilos de dinamita en su propio gasoducto? Todo se vuelve más revelador si cabe si tenemos en cuenta que a principios de septiembre buques de la Marina y helicópteros de los Estados Unidos estuvieron realizando maniobras a lo largo de la zona afectada del Nord Stream 2. Además, «a solo 100 kilómetros al sur se encuentra la base naval polaca de Kolobrzeg […] que alberga barcos de colocación de minas y el 8º Batallón de Ingenieros de Combate Naval de Kolobrzeg. Los ingenieros de combate naval son expertos en hacer estallar cualquier cosa que esté bajo el agua, ya sean minas o tuberías». Todo ello ocurre, además, en un contexto de enemistad creciente y de tensiones diplomáticas entre Polonia y Alemania, puesto que a principios de mes el gobierno polaco exigía 1’3 billones de euros por los daños recibidos durante la II Guerra Mundial.

Para Estados Unidos son todo ventajas, puesto que el sabotaje del gasoducto impide que Europa reciba este invierno el gas necesario para su autoabastecimiento por parte de Rusia y la Unión Europea se verá obligada a comprarle el gas a precios mucho más altos; Estados Unidos vende el gas a Europa un 40% más caro que Rusia.

Debemos tener claro que estos movimientos de EEUU en los últimos años son única y exclusivamente para salvaguardar la imperancia del dólar en el mundo, pues ese es el verdadero objetivo a alcanzar por parte de Rusia y China. Y para esta acometida, Joe Biden hundirá al euro, a la libra o saboteará falsamente los gaseoductos que sean necesarios.

Rusia, por su parte, no tendría necesidad alguna de realizar tal acto terrorista, ya que el gas suministrado procede de Gazprom y de querer chantajear con el desabastecimiento de gas en Europa para provocar una crisis en los gobiernos dependientes solo tendría que “cerrar el grifo”.

EEUU para tratar de salvar su economía, la cual está totalmente quebrada, no vacila en sentenciar de muerte a la economía de su socio más lacayuno, la Unión Europea, que no pasa de ser un subalterno del imperialismo norteamericano mirando hacia el otro lado ante este acto de sabotaje que perjudica a los ciudadanos europeos, demostrando no solo la  irrelevancia  de la UE, con Alemania a la cabeza, en el terreno político sino que esa unión económica y política de los monopolios europeos antepone los intereses norteamericanos a la vida de sus propios ciudadanos, a los que no dudan en machacar cotidianamente.

Todos estos sucesos lo que acreditan es el declive del imperialismo, el cual se está haciendo añicos, de tal modo que lejos de fortalecerse ninguno de los contendientes lo que hacen es debilitarse todavía más. Estamos ante una crisis terminal del capitalismo monopolista y putrefacto que debe conducirnos a un mundo diferente. Esta situación se constata no solo en la situación económica, donde los monopolios se ven obligados a profundizar en la automatización de la producción, a pesar de que son conscientes que ésta les niega su propia existencia. Y esta situación moribunda del imperialismo en el terreno económico, su putrefacción, se refleja en  la proliferación del fascismo, ideología que atraviesa los Estados de las potencias imperialistas desde hace décadas, como demuestra que las fuerzas políticas del capital se expresan ya todas ellas de una manera abiertamente reaccionaria, incluida la falsa izquierda, siendo una de las señales más evidentes de que el capitalismo se encuentra en su fase terminal, que ya no tiene más que ofrecer ni nada más a qué recurrir.

Lo viejo, el imperialismo, está moribundo, y morirá matando por su naturaleza criminal, y únicamente se sostiene por la falta de empuje de la fuerza revolucionaria, el proletariado, que debe tirarlo al estercolero de la historia. La gran fuerza que únicamente puede resolver la situación de guerra, miseria y muerte a la que nos ha abocado el capitalismo, y que tiene la salida del atolladero al que nos ha conducido el imperialismo armonizando el desarrollo de las fuerzas y las relaciones de producción – hoy totalmente confrontadas – estableciendo unas nuevas relaciones de producción, socialistas, es la clase obrera dirigida revolucionariamente con el horizonte del socialismo y del comunismo, y para ello es fundamental el desarrollo del Partido y el engarce de este con las masas proletarias.

¡MUERTE AL CAPITALISMO!
¡FORTALECER EL PARTIDO ES CONSTRUIR LA REVOLUCIÓN!
¡SOCIALISMO O BARBARIE!

Madrid, 1 de octubre de 2022

COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

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